Ep. 27 Tesoro escondido

Ep. 27 Tesoro escondido

Este mundo tiene sus valores, y ellos demandan muchos sacrificios, como por ejemplo, que puedas tener un diploma, ser un médico, un abogado, un juez, una persona que tiene una formación académica.

Estudias mucho, inclusive, vas para otro país, cambias de ciudad, cambias el lugar en donde estás viviendo, te distancias de tu propia familia, de tus entes queridos, de tus amigos; justamente para alcanzar un título, y tener una vida estable en el futuro, y así, poder invertir en tu propia familia, en tu matrimonio, en fin, tener una vida asegurada.
Y las personas hacen eso, hasta lo alcanzan con mucho esfuerzo, con mucho sacrificio, pero, ¿y dentro de su propia alma, dentro de su ser?

Yo estoy hablando de aquello que realmente te realiza, que te satisface.

En este mundo las personas viajan, se divierten, pasean, tienen aventuras, todo eso para llenar algo que es necesario, pero siempre está faltando algo, y hoy voy a hablarte de un tesoro, y de alguien que pierde todo lo que tiene de valor, por ese tesoro escondido.

Mira lo que dice la Palabra de Dios:

«El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo. El reino de los cielos también es semejante a un mercader que busca perlas finas, y al encontrar una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró». Mateo 13:44-46

Imagina si tú encontraras en aquel campo un tesoro de gran valor; por el cual eres capaz de deshacerte de todo, de tu familia, de tu reputación, de tus amistades, de tu futuro, y por causa de ese tesoro vender todo lo que este mundo y las personas más valoran, para justamente comprar aquel campo en donde está este tesoro escondido.

¿Y qué será este tesoro escondido?

¿Será que tú tienes el tesoro que pertenece al Reino de los Cielos, con el cual te sientes abastecido lo suficiente y no te falta nada?

Bien, yo voy a hablarte de lo que sucedió conmigo, para que tú entiendas el valor de ese tesoro escondido.

Tal vez tú ya sepas que yo soy la hija del Obispo Macedo, yo nací en un hogar en que mis padres siempre tuvieron una relación saludable, nunca hubo irrespeto, nunca hubo discusiones en casa, nunca oí a mi mamá gritar, y a mi papá tampoco; las únicas veces que yo los oía hablar de una forma más firme, era cuando ellos me llamaban la atención, pero nunca tuvieron que gritar, porque la autoridad que ellos tenían sobre nosotros ya traía temor.

Entonces tuve aprendizajes maravillosos sobre Dios, sobre la verdad porque ya nací dentro de ese hogar cristiano, ¡gracias a Dios!

Pero que mis padres fueran de Dios, no significaba que yo había nacido de Dios, yo tuve que conocer a Jesús, y gracias a Dios; después que yo lo conocí, recibí el Espíritu de Dios, que no comparte el pecado, ni la injusticia, quien recibe el Espíritu Santo, recibe el sello de Dios, la garantía, Aquel que conduce a toda la Verdad.

Y ese tesoro escondido fue el que revoluciono mi vida, revoluciono aún después de yo haber conocido a Dios, pues fue cuando yo me vi distante, yo estaba muy distante de Dios, me había ocupado con muchos sueños personales.

Y cuando vivimos para nosotros mismos, entonces nuestro objetivo es hacer aquello que nos agrada, que nos alegra, aquello que para nosotros en aquel momento es cierto, pero que nos hace quedar distante de Dios. Y yo percibía que había alguna cosa mal conmigo.

Y el Espíritu Santo me mostraba que estaba lejos, lejos…, hasta que un día, ya me había deshecho de muchas cosas físicas, pertenencias personales, saque todas las cosas de mi armario; porque nosotros que servimos en el Altar no tenemos un futuro, ¡no tenemos dinero guardado para construir una casa, comprar un auto, invertir en los hijos, en fin, nada de eso! Nosotros vivimos el día de hoy, y no en el mañana.

Nosotros vivimos por el Altar, para servir a Dios, solo que yo estaba de una forma sutil, cuidando hasta mismo de mi salud, pero puse mucha atención en mí, y hay fui quedándome débil espiritualmente.

Hasta que Dios me mostró lo que estaba dentro de mí, lo que tenía que entregarle, yo había dado una parte, aunque había dado toda mi ropa, aquello era solo un poco de mí, el todo sería cuando Él me mostró que era lo que tenía que hacer por ese tesoro escondido; yo no quería estar más enferma, estaba enferma espiritualmente hablando, me estaba yendo para el infierno, sí, ¡exactamente!

Pero cuando Dios me mostró, asumí aquello y busque a mis padres, a mi esposo, y les dije todo lo que estaba dentro de mí, no con el objetivo de hablar bien de mí, pero si, de hablar de aquello que no estaba bien; y aquello fue sacar el suelo de mis pies, porque como había nacido en un hogar cristiano, lo que yo estaba diciendo era lo contrario a aquello que había aprendido, estaba siendo otra persona, estaba decepcionando a mis padres, a mi esposo, yo me estaba exponiendo.

¡Y aquello fue la verdad que necesitaba exponer! Aquello era «vender todo lo que yo tenía», y tuve que hacer eso por aquel tesoro, aquel tesoro era la Palabra de Dios dentro de mí, una Palabra que me observaba y me decía que si confesáramos, nosotros seriamos curados, conforme está escrito en Santiago 5

Y aquella Palabra quemaba dentro de mí, y dije: «Jesús, yo voy a hablar lo que está dentro de mí, lo que he alimentado en mí, porque yo quiero ese tesoro, quiero eso, quiero ser curada».

Entonces me decide de todo aquello que era vergonzoso para mí, pero lo hice por una fe rebelada, nadie me enseño, ¡no! Fue una fe que vino de Dios, fue El que me revelo lo que había dentro de mí, y cuando yo hice eso, tú no te imaginas como transformo mi vida, aquella verdad me hizo tener tanta fuerza contra el pecado, contra el diablo, contra todo lo que me esclavizaba.

¡Y ese es el tesoro escondido! ¿Tienes coraje, osadía de exponer todo? Quiere decir de deshacerte de todo a lo que te has asegurado. ¿Qué es a lo que le has dado importancia? Porque las personas se preocupan con lo que los otros van a pensar, ¡que es lo que va a ser de mi vida, que van a pensar de mí, nadie va a creer más en mí! ¡Eso es lo que tu verdad dice, pero cuando tienes la verdad de Dios bien clara en ti, cuando tienes esa revelación de Dios que te convenció acerca de lo que tienes que hacer para ser libre, eso cambia tu vida! Él me convenció y fue lo que cambio mi vida.

Si quieres tener esa fuerza, si quieres esa fuerza que yo te estoy diciendo que tengo, tienes que saber que yo no soy la autora de ella, no soy poderosa para eso, ¡no! Apenas yo oí la voz de Dios, acepte, «vendí» todo lo que yo tenía para alcanzarla; y eso tú tienes como hacerlo, tú puedes hacer eso ahora.

Que tal si haces una oración y dices para Dios; «Mi Dios, yo quiero ese tesoro, quiero alcanzar eso, porque estoy viviendo siendo esclava, no me realizo, tengo un corazón frío, yo soy así, soy asa…»

Cuando yo fui a hablar y a asumir, yo lo hice para alcanzar el tesoro escondido. Yo miraba para aquello que Dios me había revelado, lo que yo necesitaba hacer, y no priorice a las personas, o lo que ellas iban a pensar, lo que yo iba a tener que encarar, yo priorice aquello que yo iba a alcanzar, eso es ser sincero, eso es ser verdadero; y eso es lo que sucede con aquellos que venden todo lo que tienen, pero yo no estoy hablando de tu dinero, yo estoy hablando sobre lo que paso conmigo…


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