Discípula

Es tan bueno ser cuidada. Que alguien nos observe y vea lo que necesitamos mejorar, darnos un «feedback» de quien aparentamos ser, orientarnos y enseñarnos el camino que debemos seguir.

Es un privilegio ser discípula de Jesús. Ser como él y conocerlo cada día un poco más.

Pero no todos están aptos para esta honra. ¿Por qué?

Luego echó agua en una vasija, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía ceñida. Entonces llegó a Simón Pedro. Este le dijo

-Señor, ¿tú vas a lavar a mis pies?

Jesús respondió, y le dijo:

– Ahora tú no comprendes lo que yo hago, pero lo entenderás después.

– Pedro le contestó ¡Jamás me lavarás los pies!

(Juan 13:5-8)

¿Por qué Jesús quería lavarles los pies? ¿Por qué no lo hacía cualquier otro siervo? ¿Y por qué Pedro no quería que Jesús lavase sus pies?

Era costumbre en Israel que al recibir a alguien en casa, el anfitrión diera la bienvenida y ofreciera una vasija de agua y un siervo para que lavara los pies. Y en esa época el calzado era abierto, lo que permitía fácilmente, que el polvo entrará en contacto con los pies. Por andar por todos los lugares, los pies se ensuciaban. Y era un acto de educación e higiene lavarse los pies antes de sentarse en la mesa.

Vivimos en un mundo lleno de maldad, violencia, egoísmo y orgullo .Nuestros pies (nuestro interior) está sujeto al odio, a los complejos, a la timidez, al miedo, etc.

Y Jesús se hizo SIERVO para limpiarnos. Él mismo quiere cuidar de ti. Pero claro, Él solo nos va a cuidar, si nosotros le dejamos. Si somos humildes para reconocer que necesitamos, y osados, para aceptar, con gratitud, ese cuidado.

Pedro no vio la oportunidad que iba a tener hasta que Jesús habló claramente:

-Jesús le respondió: ¡Si no te lavo, no serás más mi discípulo!

E infelizmente, ha sido así como has perdido oportunidades valiosísimas.

SIERVOS(AS) enviadas por Dios para enseñarte, reprenderte, limpiar la suciedad que el mundo te causó, ¡y lo desprecias! No quieres reconocer que necesitas ser lavada, y por esto, dejas de ser discípula de Jesús para ser Señora de tus complejos, miedos y orgullo.

Pero aquellos que deciden oír, y someterse, se hacen más cercanos a Dios, se limpian y mejoran cada día. ¡Son cuidadas por el propio Dios!.