Cómo conocer a Dios

Hola a todas. Es un placer estar aquí. Hoy es el segundo día que vamos a leer el libro de Juan.

Nos tomamos un descanso después de la cuarentena, dando ahora continuidad.

Todos los lunes, miércoles y viernes publicaremos para que puedas meditar con nosotras, pues los días de la cuarentena fueron muy especiales, donde Dios habló profundamente con cada una de nosotras. Y seguro que Él nos revelará aún más cosas.

Por supuesto, para aquellos que realmente tienen sed y quieren estar atentos y sensibles a la voz de Dios.

Por eso, es necesario estar conectado con Dios. ¿Cómo? A través de la lectura y meditación de Su palabra.

“ Entonces le decían: ¿Dónde está tu Padre? Jesús respondió: No me conocéis a mí ni a mi Padre. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre.

Estas palabras las pronunció en el lugar del tesoro, cuando enseñaba en el templo; y nadie le prendió, porque todavía no había llegado su hora.” (Juan: 8:19,20)

Los judíos le preguntaron a Jesús dónde está tu padre. ¿Y no es eso lo que pasa cuando no aceptamos o no queremos aprender?

¿No hacemos preguntas con forma de desafío y provocación, incluso instigamos, para poner a la persona contra la pared?

Pero el Señor Jesús dijo que no lo conocían,¡¡¡ni a Él, y ni a Su padre!!! Si le conociesen, identificarían a Dios, y ciertamente aceptarían a Jesús.

Lo mismo que nos pasa en los días de hoy, ¡¿cuántas veces enseñas e incluso profesas la Palabra de Dios, enseñas, guías, lees la Biblia, participas de los propósitos en las reuniones de la iglesia, pero aun así, en ciertos momentos, en que tienes que aprender, siempre planteas una pregunta para «provocar»?!

¡Cuando la persona no conoce a Dios, no acepta, no entiende el proceder de su hijo, ni tampoco el de Dios!

Hazte un autoexamen de tu vida y que observa cómo has reaccionado, o actuado, antes o en el momento en el que has tenido que aprender.

Todas estamos en proceso de aprendizaje, no importa si llevas poco tiempo o muchos años en la iglesia. Hasta que Jesús regrese, siempre estaremos aprendiendo. ¿Por qué? ¡Por qué somos seres humanos!

Pero, ¡aquí está la diferencia! Aquellos que conocen a Jesús, que tuvieron un encuentro con Él, que han sido bautizados con el Espíritu Santo, tienen el placer de conocer a Jesús. Y dirás: «pero yo Le conozco, he sido bautizada, sellada con el Espíritu Santo». Pero, todos los años, durante todo el año, es decir, ¡constantemente, tenemos que aprender!

Y una cosa está clara: cuanto más me aproximo a Dios, ¡más me siento insignificante! No porque Él humilla o degrada, sino porque vemos la misericordia, Su grandeza hacía nosotros que somos imperfectos, llenos de errores y pecados. No que necesariamente vivamos en el pecado, sino que ¡sentimos cosas no deberíamos sentir!

Cada año, cada mes, tenemos la oportunidad de conocer al Señor Jesús, meditando en Su Palabra. Sino existe esta meditación, si no eres sensible a Su voz, no vas a entender el pensamiento de Dios, lo que quiere de ti, en el trabajo, cuando estás con tu familia, con la gente de la iglesia, no entenderás tu papel.

El Señor Jesús siempre ha sido un testimonio. Ante todo lo que hemos leído, ¡nos hemos dado cuenta de su nivel «noble», «clase alta»!. No es tacaño, lleno de «pequeñas manías malas”. Pero, Él revela un comportamiento perfecto, puro y maduro.

Hay que aprovechar y aprender de Él.

Es muy importante que pienses: ¿dónde, cuándo y cómo ha sido tu reacción? ¿Puedes aprender de ella?

Deja tu comentario. Y dime ¿Cómo te ves?

Si tienes osadía y estas dispuesta, será un placer leer tu comentario y poder participar en tu vida.

Estaremos de vuelta el viernes, aprendiendo a meditar en la Palabra de Dios.

No te quedes ansiosa esperando algo nuevo, aprende de lo que lees. Por eso no estamos leyendo todos los días, porque hay gente que quiere escuchar varios audios, sin meditar en cada uno individualmente. Tienen mucho conocimiento, pero no practican día a día y el objetivo es practicar todos los días lo que escuchan aquí.