Deseo de Huir

Viviane Freitas

  • 25
  • Ene
  • 2014

Deseo de Huir

  • 25
  • Ene
  • 2014

Esto ocurre con todo ser humano: por más capaz, preparado o valiente que sea, en algún momento de nuestra vida, nos deparamos con situaciones en las que no podemos volver atrás o no podemos “hacer las cosas a nuestra manera”.


¡O te enfrentas o huyes!

Lo interesante es que ya existe dentro de nosotros este instinto: desde niños no queremos enfrentar el problema como realmente es.

Cuando somos pequeños, si rompíamos algo, o si hacíamos cualquier travesura, ¿cuál era nuestra reacción instantánea? ¡Escondernos! Porque no queríamos enfrentar la regañina que vendría después de descubrir “la obra de arte”.

¿Sabes lo que hice? Un día, después de una pelea con mis hermanos, preparé en una bolsa algunas prendas de ropa, ¡me fui de casa! Tenía apenas 8 años, yo encaraba esa situación de separación y peleas dentro de casa como una dificultad insuperable.

Los años pasan, crecemos, ¿y qué seguimos haciendo? “Huir de casa”. Ahora ya no te escondes debajo de la cama, o preparas tu bolsa y huyes a la calle, sin embargo finges que el problema no existe.

Primero ignoras la gravedad de la situación y llegas al cúmulo de convivir con él debajo del mismo techo, como si en algún momento de la vida él fuese a desaparecer, por arte de magia. ¿No es también esto un tipo de huida?

Algunos sedan sus mentes, otros crean un mundo de fantasías (¿ya has oído hablar del Escapismo?) acaban matando todos sus objetivos, y deciden dar fin a su propia vida.

Como profunda conocedora de técnicas de fuga, te puedo decir: ¡Nada de eso soluciona el problema! Puedes cambiar de país, de continente, de sexo, puedes incluso cambiar de identidad – esto dará un alivio – sí, podrás respirar aliviada… ¡por algunos instantes! Sinceramente, el problema volverá. Y cada vez parecerá más fuerte, más imposible, hasta que dominará por completo tu vida.

Cada vez que huyes, él va también, porque fue él que acabó escondiéndose dentro de ti.

¿Cómo superarlo? Ya fui derrotada muchas veces, yo misma me titulaba “La Fracasada”, al punto de no soportar mirarme al espejo. Cuando dejé de huir y decidí encarar quién realmente era – encaré de frente mi mayor enemigo – pude encontrar la persona que Dios quiere que yo sea.

Sigo “en construcción” pero la principal conquista es la certeza de que un día Le conoceré como soy conocida.

Dejar un mensaje

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*