Cuando me valoro

Viviane Freitas

  • 8
  • Mar
  • 2013

Cuando me valoro

  • 8
  • Mar
  • 2013

¿Sabes cómo me valoro?

Voy a hablar de mi… cuando me valoré.

Me valoré cuando renuncié a toda mi naturaleza, para servir a Dios.

Aún dentro de la obra de Dios – aparentemente sirviendo – no negaba ir donde Dios me enviase… Pero, en el fondo, yo dejaba que mi naturaleza predominase.

Fue cuando empecé a actuar de forma diferente, en mi fe, con actitudes racionales, de manera que fuese aquello que la propia Palabra de Dios enseña. Ahí comencé a sacrificar en el altar, todo aquello que descubría que estaba errado en mí.

Y en eso, encontré varios fallos… Muchos. Y fui vaciándome. Tomaba cualquier actitud que probase a Dios que yo estaba realmente decidida a entregarme por entero, y no solo verbalmente.

Así, me deshice de todo aquello que iba descubriendo… mi egoísmo. Incluso descubrí la raíz de todos los problemas. Cuando lo vi… Me sorprendió, ¡¡¡¡los años que pasaron y cómo yo no me veía de esa manera!!!! El trauma.

Voy a decírtelo, amiga… Lloré durante días. Pero no lloraba de tristeza, fue por ser tan amada. Vi al propio Dios revelándome quien era yo. Sentí vergüenza de Dios por todo lo que había sido… Pero, al mismo tiempo, era grata, porque me fue revelado exclusivamente a mi, Su amor incondicional.

Vi quien era yo y el motivo por el cual tuve tantos problemas que yo misma provoqué.

La revelación es ser valorada. A partir de ahí, entiendes todo.
Y solo estamos aptas para obtener esta revelación, cuando buscamos, incesantemente “ser” para Dios.

En realidad, antes de poder percibir la revelación… “Cacé”.

Y porque “cacé”… me quedé vigilando.
Y porque estaba vigilando, indagaba cada una de mis actitudes.
Y por indagar… También estaba dispuesta a descubrir la verdad.
Por más que doliese, ¡la verdad era la salida!

Y por buscar la salida… buscaba a Jesús, que es el Dueño de la Verdad.

Problemas… No son sinónimos de fin, sino de la gran oportunidad de usar la fe que aprendimos, para alcanzar el bien que proviene de la misma.

En otras palabras… El verdadero valor que la propia persona se da a sí misma, tiene todo que ver con está lista de abajo:

Renunciar, porque sale la carga que la prendía;
Sacrificar, porque sale su egoísmo;
Cazar, porque la hace estar en espíritu. Y esto es… Vigilar.
Vigila, porque espera por su Señor.

Es por eso que:

La verdad es lo que deseas, porque no ofende, sino que renueva tu mente.
Disposición en servir, porque no es un peso, es un privilegio para poder
“volar” hasta donde Dios determine.

Y así… Todo es más leve para glorificarlo, sin la imposición de una religión, sino por ser una practicante de la Palabra de Dios.

Gratitud y temor constantemente están presentes, porque vi mi pecado y el amor incondicional de Dios. Jamás podré ser igual o permitir que mi fe se pare, porque oí y vi, con mis propios ojos, la veracidad de Su Palabra en forma de Su poder y amor.

Amiga… No voy a parar nunca más, porque vi y veo, siempre, cuanto necesito depender de Él. Mis fallos y errores me fortalecen para proseguir en la fe genuina.

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2 comentários

  1. Este articulo me marco mucho porque muchas veces solo nos limitamos a pensar que valorarse es cuidar solo de su cuerpo o de sus sentimientos internos, abrió mis ojos y me enseño algo muy fuerte e importante que no es solo eso el valor de si mismo sino cuando renunciamos a nuestra naturaleza para hacer la voluntad de Dios. reflexionare íntimamente porque también quiero valorarme de verdad.

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  2. HOLA QUERÍA DECIRLE QUE ES UNA HERMOSA MUJER DE DIOS… SALUDOS DESDE ARGENTINA 🙂 MILES DE BENDICIONES…

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