Cuando Dios pide algo difícil

Cuando Dios pide algo difícil

Muchas personas cuestionan a Dios e incluso dicen: “¿Por qué me está pasando esto? ¿por qué esta dificultad? ¿por qué este problema pasa justo conmigo? ¿por qué estoy enfrentando esto?”

Es decir, quieren que Dios no permita ningún problema en su vida, quieren que Dios las libre de cualquier situación adversa, como si estuviesen diciéndole a Dios que está dejando a desear, que dejó de ser grande y poderoso, porque las cosas no salieron a su manera, porque eso las molesta.

Muchas personas cuestionan a Dios e incluso dicen: “¿Por qué me está pasando esto? ¿por qué esta dificultad? ¿por qué este problema pasa justo conmigo? ¿por qué estoy enfrentando esto?”

Es decir, quieren que Dios no permita ningún problema en su vida, quieren que Dios las libre de cualquier situación adversa, como si estuviesen diciéndole a Dios que está dejando a desear, que dejó de ser grande y poderoso, porque las cosas no salieron a su manera, porque eso las molesta.

¡Es así como las personas tratan a Dios! Sin embargo, son las dificultades las que nos hacen conocer quién somos y quién es Dios. La teoría no hace esto, sino las dificultades y problemas.

Observe lo que pasó con Isaac, el hijo de la promesa:

Y hubo hambre en la tierra, además del hambre anterior que había ocurrido durante los días de Abraham. Entonces Isaac se fue a Gerar, donde vivía Abimelec, rey de los Filisteos.” Génesis 26:1

Siempre que pasamos por alguna dificultad, tenemos la tendencia de recurrir a los otros, a quién tiene alguna autoridad para que haga algo al respecto.

Sin embargo, Dios en Su infinita misericordia hace algo que nos sorprende: ¡Él habla!

Dios habla directo al punto, normalmente, no es a nuestra manera, de la manera que esperamos, justamente para que tengamos que hacer una elección: seguir la orientación o nuestro modo de ver. La elección que hacemos muestra quién es el señor de nuestra vida.

Y se le apareció el Señor, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré; Habita en esta tierra, y seré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu simiente daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre.” Génesis 26:2,3

¿Sabe? Dios pide una cosa que parece ser muy difícil, pero no es imposible, usted se sujeta o no. Dios le pidió a Isaac que no descendiese a la tierra de Egipto, sino que habitase en aquella tierra con Él, y lo bendeciría, y le daría todas aquellas tierras.

Es decir, Isaac tendría que caminar, salir, no era para quedarse en un rincón, no. Dios quería que Él caminase por toda la tierra.

Como si Dios dijese: “Juré, y sólo voy a confirmar cuando hagas tu parte y Me obedezcas, como he jurado a Abraham tu padre”.

Las personas piensan que lo que Dios pide es algo malo, contradictorio a la realidad, a la necesidad, pero Dios pide que estemos en la total dependencia de Él.

Cuando tenemos algo a lo que recurrir, depender, en realidad no vamos a contar con Dios. Pero cuando no tenemos con quién contar, ahí mucha gente recurre a Dios.

Pero, cuando Él le pide algo difícil, que le es contrario, ¿qué hace? ¿reclama? ¿murmura? ¿obedece? ¿se sujeta? Su actitud dice quién es su señor: ¡usted, su manera de ser o Dios!

Simple, ¿no? Y Dios pide justamente para que seamos moldeables. Porque nuestra manera de ser, nuestro punto de vista replica, tiene sus corazonadas, quiere imponer su voluntad que resiste a Dios.

Pero cuando obedecemos a Dios, nos ponemos por debajo de Él, entendemos que Él sabe lo que hace, y nosotros no lo sabemos.

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