Complejo de Perfecta – La Batalla Final

Viviane Freitas

  • 16
  • Mar
  • 2013

Complejo de Perfecta – La Batalla Final

  • 16
  • Mar
  • 2013

Queridas, para las que no estáis entendiendo nada de la historia (percibí eso en algunos comentarios) tendréis que leer los post antiguos, que publicamos todos los sábados.


Para las que tienen curiosidad, hoy termino, “¿está bien?”.

Salimos del restaurante; yo con una pésima sensación de mi misma.

Empieza el debate en mi cabeza. Dentro del carro, el conductor comenta sobre algunos puntos de Jerusalén, pero yo no oigo nada. ¡Simplemente es inaceptable! ¿Cómo puedo ser así? Parecía la lucha del siglo: Patricia vs Patricia.

La angustia crece, se “hace una bola” en mi garganta, unas ganas enormes de llorar. Trago, engullo, y lo escondo en lo más profundo, como siempre, para no mostrar debilidad.

Y, en medio de esta batalla acalorada, ella, mi Amiga hace algo inesperado que quiebra de golpe la voz del orgullo que grita en mis oídos: Ella “despacito” coloca su cabeza en mi regazo. Aquel gesto silenció todas las voces, y quedó un vacío.

Enseguida ellas se fueron a otro autobús, y yo volví sola, a mi asiento. Miro hacia el lado. El asiento… vacío, otra vez. Me pongo las gafas de sol.

«Sola”… La voz es baja y sutil, “tu estás sola”.

Me vuelvo a atragantar, pero está vez no era para contener las lágrimas.

Lloro en silencio, ahora, aquella angustia que sentía, que antes no entendía, se revela muy real, con cara y nombre. Y la cara que veo es la mía, reflejada en la ventana de aquel autobús… Veo mi propio rostro y me desconozco.

«Tu llorando… ¡¡La misma que dice ser 0% sentimientos, Débil!!”
una voz pegajosa, oscura, intenta ahogarme en una confusión de sentimientos.

Cierro los ojos, al principio es solo un murmullo: Dios… Dios…

Situaciones extremas exigen reacción inmediata: En milésimas de segundo hay que decidir a quien dar oídos, y de dónde vendrá tu socorro. En aquellos segundos, fui a buscar dentro de mi, en mi reserva – una palabra- Ella estaba dentro de mi, como un tesoro, y cuando la busqué, ella salió como una espada.

«Dios, está escrito; ¡fue el Señor que dijo que jamás me dejaría sola!” Ya no era un murmullo, ¡uuuuh, oía mi propia voz, cortando aquel sentimiento pegajoso que me envolvió. «¡Yo no estoy sola, no lo estoy! Y ¡jamás lo estaré!.” Uuuuf, me enderecé y aquel poder que fue generado en aquel instante me hizo secar las lágrimas.

«Hola», otra vez me sacan de “sopetón” de aquella guerra. ¡Ella se sentó a mi lado! Se presentó, comenzó a contar su vida de una forma tan natural, y me sorprendió cuando exclamó: “¡Me siento tan sola!”

Yo mire hacia ella con una certeza inquebrantable, la cogí de la mano y dije: “¡No estas sola, jamás lo estarás!”

Setiembre de 2012

Aquí volvemos al comienzo de esta historia; Otra vez sola… Pero después de vencer un sentimiento, él ya no te domina. Esto no significa que no volverás a pasar por situaciones semejantes, porque la finalidad de cuando aceptamos escarbar en nuestro interior es descubrir realmente el origen del problema – la famosa raíz.

Ya no era el deseo egoísta de tener a alguien a mi lado para que me ampare. Yo quería entender el motivo de porque prefería estar sola, y trabajar en el silencio.

A pesar de muchos cambios en el carácter, yo “seleccionaba” las conversaciones. En ciertas situaciones, parecía que estaba perdiendo el tiempo…

Cuando el tema no me interesaba, o no me identificaba – era semejante a una máquina de una fábrica, que selecciona los productos y solo acepta los que son de calidad excelente.

Yo juzgaba y condenaba.

La mayoría de las veces sin hablar nada – mi actitud, expresiones, formas, hacían eso, incluso sin expresarlo con las palabras.

Yo apartaba a las personas con mi apariencia de perfección. Fue un forma que cree para aceptarme a mi misma, y ser aceptada por las personas. Un disfraz, para huir de la verdad sobre mi.

Dios oyó mi oración. Aquel mismo día, algunas horas más tarde, una persona pidió para hablar conmigo a solas. Ella comenzó a contar que nunca tuvo amigas; que para ella era difícil abrirse… en fin, era mi vida lo que ella estaba describiendo. Y, al final ella preguntó: “¿Quieres ser mi amiga?”

Bien, esto es solo el principio de una historia que está siendo construida para toda la eternidad. Los momentos que pasamos aquí, las experiencias (que muchas veces duelen) no son nada, comparadas con lo que un día se volverá visible en nosotras – la verdadera Perfección.

No pienses que toda está situación fue fácil de resolver, algunos meses después él apareció – con su largo vestido negro y un sombrero que parecía que tocaba el techo… ¡pero eso lo dejamos para otra historia!

¡Sigue acompañándonos! Todos los sábados, algunas lindas amigas y yo compartiremos con vosotras nuestras vidas.

¡Un abrazo!

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