180 minutos que resumirán 32 años

Viviane Freitas

  • 18
  • Mar
  • 2013

180 minutos que resumirán 32 años

  • 18
  • Mar
  • 2013

Muchas jóvenes dejan de ser usadas por Dios por causa de su familia, porque la han puesto en primer lugar.


En función de eso, acaban no desarrollando su vida con Dios, ni madurando como persona. Y entonces, optan por salir de la Iglesia, o pasan a ser una más. Incluso dentro, sin objetivos. Hablo de esto porque yo lo sentí en la piel…

Permite que te cuente un poco de cómo fue mi vida:

Yo no tuve infancia. Crecí sin el amor y el cariño de mis padres, debido a problemas espirituales que enfrentaban.

Era frecuentemente agredida por mi madre, por el hecho de yo ser una niña muy inquieta, curiosa, sin miedo, ni vergüenza.

Desde pequeña, ya tenía que trabajar en casa, lo que me transformó en una niña rebelde. A los 6 años presencié una traición, aumentando así mi dolor. ¡La rebeldía, se transformaba en odio!

Crecí “a la sombra” por está situación.

En la escuela, no me relacionaba con los compañeros. Por lo contrario, los agredía, y no percibía por qué los otros padres traían a sus hijos a la escuela, mientras que yo estaba continuamente sola, desde los 7 años. Asistía cada gesto de cariño de los demás, y me preguntaba: “¿Por qué mis padres no son así? ¿Por qué tengo que venir solita a la escuela? ¿Qué he hecho mal?”

A medida que los años pasaban, ¡aumentaba más mi rebeldía! Todo lo que hacía, era para llamar la atención, principalmente de mi madre. ¡Pero no funcionaba! A ella no la importaba; parecía que no era su hija.

Todas las actividades que tenía en la escuela como: El día de la madre, competiciones de deporte o alguna presentación en días especiales, ella nunca participaba y tampoco valoraba las prendas que le ofrecía, ¡lo que me dolía profundamente!

Unido a la inevitable frustración que ya me acompañaba, cuando tenía apenas 8 años perdí a un hermano y por mi propia madre ¡fui culpada! Era tal el desprecio, que en ese momento desee ser enterrada con mi hermano.

A los 12 años, empecé a salir de casa e ir a la calle, entonces hice amistad con personas de fuera, con las cuales me involucré. Como resultado de esto, faltaba a clase, y termine perdiendo el curso.

¡Me expulsaron de la escuela!

A partir de entonces, empecé a invertir mi tiempo en hacerla daño por todo lo que me había hecho. Ya era adolescente y nunca pude contarle las cosas que me pasaban, porque para mi, ¡ella era una extraña!

Cuando tuve mi primer novio, quería compartirlo con mi madre, pero no podía, porque ella no me entendía, y decía que yo era “una cualquiera”. Una vez más me hacía daño…

Sufrí así hasta que conocí la iglesia.

Os digo de pasada que fue mi madre que primeramente intercedió por mi, porque me veía como un problema. Pero, ella nunca trató de cambiar….


Continúa la próxima semana.

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1 comentário

  1. Muy interesante su historia sra.!
    Que detalles interesantes por momentos, muy bien redactada, sencilla y concisa, ya que debe ser bien difícil resumir 32 años! muchas gracias por compartir y ser usada!
    cariños..

    Ver más