Ayuno – Día 9

¿ Es posible que el Espíritu Santo se retire de alguien?

En estos días de Ayuno, tenemos el objetivo no solamente de mejorar nuestra intimidad con Dios, sino también de ser perceptivas a oír Su voz. Existe la necesidad, todo el tiempo, de estar atentas.

“El Espíritu del SEÑOR se apartó de Saúl, y un espíritu malo de parte del SEÑOR le atormentaba.” (ISm.16:14)

Muchas personas han participado de este Ayuno, están eufóricas por la respuesta, por el bautismo con el Espíritu Santo, pero quieren seguir actuando según su voluntad.

El Espíritu Santo no está en alguien cuyo corazón es duro; revela desobediencia u orgullo. Las responsabilidades o “posición”, igual que el propio Lucifer – como uno de los principales ángeles en el cielo – pueden revelar orgullo. De esta forma, se retiró de él la presencia de Dios, y fue expulsado del cielo, juntamente con los demás ángeles rebeldes, no encontrando lugar para el perdón.

La persona desobediente es orgullosa, es un pedazo del infierno, porque no vence.

OBEDIENCIA

Todos nosotros, seres humanos, tenemos una inclinación para el mal. Sino prestamos atención a nuestras actitudes y reacciones, podemos ser engañados.

Si en el cielo, donde no existía pecado, el ángel de luz se volvió satanás, y fue expulsado, imagina en este mundo, donde el príncipe es el diablo.

Todos los nacidos de Dios tienen la conciencia de que en cualquier momento pueden perder, por simplemente dejar de vigilar y de dar prioridad a Dios.

Mientras que la obediencia atrae a Dios hacia nosotras, la desobediencia Lo aparta.

Tal vez hayas entrado ahora en el Ayuno por lo Más Importante, pero ¿qué has hecho? ¿Mantenerte de forma común y natural, en el día a día, o intentas atraer a Dios, pero solo dentro de la Iglesia? Se consciente de que debes hacerlo todo el tiempo; con tu vida, comportamiento y obediencia.

Quieres tener los beneficios, pero no quieres pagar el precio por los mismos.

La obediencia es lo que hace a una persona fuerte. ¡La elección correcta, la hace fuerte!

Asumir tu fe, ser flexible; oír… El propio Señor Jesús, Hijo de Dios, fue honrado, porque aprendió por las cosas que vivió, a obedecer. No impuso la obediencia, sino que enseñó con su propia vida que es posible ser obediente. ¡Depende de “oír”!.

No podemos obedecer a alguien que nos orienta si no damos oídos; si quiero seguir siendo “terca” y juzgar según mi mentalidad. Pero cuando me sujeto a orientación, estoy apta para evaluar los hechos, y, naturalmente, obedecer.

La obediencia está asociada al creer. Sólo podemos obedecer cuando creemos.

Muchas personas dicen tener fe, pero no obedecen, entonces, esta fe, se vuelve mentirosa.

La fe exige sacrificio; ¡exige obediencia!

Vamos a dejarte que reflexiones en lo que acabamos de meditar, y mañana volveremos. ¡Hasta entonces!