Aprovechando cada oportunidad

Me veo en estos últimos tiempos aprovechando las oportunidades en la vida de mi hijo, no pertenecemos a este mundo, sin embargo vivimos en él, y a veces son inevitables las situaciones en las que sufrimos, nos decepcionamos, caemos… y es justamente en estos momentos de dolor y decepción, cuando el corazón aprieta que llega a doler, en las que tenemos que enseñar a nuestros hijos a usar su fe, y a no depender más de la nuestra.

Hoy, cuando Gabi me contó lo que ha pasado en la clase y me pidió que yo fuese al día siguiente a hablar con la profesora y con la madre de los amigos que lo habían perjudicado, confieso que me dolió; pero en el mismo instante le dije: “Hijo, puedo ir a hablar con ellas, sin ningún problema, pero, iremos a hablar con Dios, ¡y ahora! Él es el único que puedes tocar en el corazón de tus amiguitos y hacer que ellos cambien.”

Oramos, clamamos y confiamos juntos, que Dios nos oyó y ya cambió esta situación.

Yo, infelizmente, no tuve esa enseñanza de usar mi fe, crecí confiando en las personas, decepcionándome, devolviendo con la misma moneda, haciendo peor de lo que hacían conmigo, esperando la ayuda de los demás, etc. Pero mi hijo no tendrá que sufrir tanto por no saber, y mucho menos recoger los frutos de sus situaciones erradas, consecuentes de mi falta de dedicación en enseñarle lo más precioso que tengo.

Querida mamá y amiga, lo mejor que podemos dejar a nuestros hijos, sin ninguna duda es la herencia de la Fe, porque a través de esta ellos conseguirán no solamente resolver y superar sus problemas de forma racional y sin sufrimientos, sino volverse verdaderos vencedores, empezando por la certeza de la Salvación.