Episodio 92 – Si yo no entiendo, ¿será que Él desiste de mí?

Episodio 92 – Si yo no entiendo, ¿será que Él desiste de mí?

A veces, usted tiene ciertas dificultades para entender algunas situaciones en su vida y está tan convencido, tan convencido de que tiene la razón, de que está seguro, de que la manera como usted piensa es la correcta, pues ya pasó por tantas cosas y las terminó guardando en su ser, y por eso piensa que está protegido por sus propios pensamientos. Pero ¿y Dios?

¿Acaso Dios es indiferente a su falta de comprensión? ¿Acaso Él Se vuelve impaciente? ¡No! El Señor Jesús espera, aguarda el momento indicado para insistir en usted nuevamente.

«Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo Soy la Puerta de las ovejas. Todos los que antes de Mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo Soy la Puerta; el que por Mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos». Juan 10:6-9

¿Qué tiene que ver esto conmigo y con usted?

A veces, oímos hablar tanto de la Palabra de Dios y no nos encuadramos, no nos encajamos, no entendemos de forma práctica qué es lo que eso tiene que ver con nosotros.

Jesús dijo que Él es la Puerta de las ovejas y, antes de que Él aparezca en la vida de la persona, vinieron los ladrones, los salteadores, los que robaron la paz y trajeron tormento, angustias, traumas. El diablo fue el ladrón, el salteador, el que saltó, entró por la ventana, no vino por la puerta, pero las ovejas no lo oyeron. Es decir, esas ovejas son aquellas personas que, aunque los ladrones y los salteadores les hayan robado la paz y la alegría, aun así no lo aceptan, en el fondo de su alma no logran aceptar que la vida terminó allí.

Hay alguna chance, algo de vida y, por eso, aunque sufran las consecuencias de lo que el ladrón, el salteador les trajo a sus vidas, ellas no lo oyeron ni lo verán, es decir, no aceptarán vivir siguiendo a ese ladrón que destruyó su vida.

Y Jesús dice así: «Yo Soy la Puerta; el que por Mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos».Jesús estaba diciendo, en otras palabras: «Mira, ya entraste por varios caminos, pero la Puerta, la entrada Soy Yo. Esta Puerta te salvará, entrarás, saldrás y hallarás pastos».

Pero la persona tiene que encontrar esa Puerta, que es Jesús.

Vamos a dar un ejemplo práctico para que usted entienda sobre esa Puerta, que es Jesús. ¿Sabe? Yo ya intenté ser feliz buscando en las personas una aceptación, una amistad y, a veces —hablaré por mí—, pensaba que ser feliz era tener novio —en esa época estaba soltera—, era ponerme de novia con un muchacho que pensaba que era lindo. Nunca hablé con él, pero pensaba que ser feliz era ser su novia.

Pero yo vivía oprimida, porque quedaba en esa expectativa, porque sabía que aquel joven no tenía nada que ofrecerme. Entonces, no acepté oír la voz de aquel ladrón, de lo que me estaba quitando la paz, de esa inquietud, de inclinarme e irme por ese camino. Por eso dice que las ovejas no los oyeron. Cuando dice «oír», quiere decir: aquel que sigue, acepta, acata.

Si esas ovejas no oyen la voz del ladrón, del salteador, buscarán a su Pastor, la Puerta. Y Jesús está diciendo así: «Yo Soy la Puerta. Si alguien entra por Mí, se salvará». Entonces, la persona tiene la elección de entrar por la Puerta, que es Jesús. Y será salva porque entrará por la Puerta, es decir, aceptará esa entrada. Porque cuando usted abre la Puerta, que es Jesús, usted entra en el Reino de Dios.

Y me gustaría que usted pensara. Quizás usted está en la iglesia, da el diezmo, da la ofrenda, participa de la Hoguera Santa, del Ayuno de Daniel, pero entra y sale siendo la misma persona. No hay problema con lo que está sucediendo dentro de la iglesia, porque las demás personas alcanzan el cambio. El problema es que usted no está entrando por la Puerta, que es Jesús, y, por eso, continúa siempre perdido, siempre insatisfecho, siempre infeliz. Y yo le pregunto: ¿usted está entrando por esa Puerta que es Jesús?

¿Y quién encuentra esa Puerta? ¡Quien la busca!

¿Y quién busca esa Puerta de verdad, con justicia, con rectitud? Quien es verdadero, quien es sincero, quien ya no quiere seguir en el camino incorrecto.

Recuerdo que tenía una consciencia, porque nací dentro de la iglesia, tenía una consciencia de que aquel muchacho que me gustaba no me haría feliz, porque mis padres me lo habían enseñado. Y recuerdo que tenía mis conflictos, porque mi voluntad era hacer lo incorrecto, pero, al mismo tiempo, lo que ellos me enseñaban era lo correcto, lo verdadero. Entonces, yo no acataba aquella voluntad mía de hacer lo que no agradaba a Dios, porque sabía que eso me traería conflictos.

Yo iba a la iglesia desde que nací, pero un día fui hasta Jesús porque quise pasar por la Puerta. Fui yo quien buscó esa Puerta.

Por eso Jesús dijo:

«Yo Soy la Puerta; el que por Mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos». Juan 10:9

Yo hice esa búsqueda, tuve esa consciencia de que mi querer era lo que me haría una persona más oprimida. Mi voluntad me oprimía porque yo quería hacer algo que era incorrecto. Pero, cuando decidí pasar por la Puerta, buscar a Jesús, fui salva de aquel deseo que me haría mal, en mi caso. Entré, salí y hallé pastos, como Jesús dice.

Y Él continúa diciendo lo siguiente:

«El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia». Juan 10:10

¿Qué vida es esa? ¿Y qué vida con abundancia es esa?

Realización. No por las cosas del lado de afuera, sino la realización primeramente por rescatarme de aquella prisión, del pecado, de la voluntad de ir por el camino incorrecto. El gustarme ese muchacho era gustarme lo que el diablo me estaba ofreciendo, era una manera de atraerme para llevarme al mundo. Mientras me gustaba, mientras aceptaba que me gustara, en realidad yo estaba aceptando al mundo, las propuestas del diablo y eso estaba robando mi paz.

Porque hasta entonces no existía esa angustia, esos conflictos. Él estaba robando mi paz, intentando matar mis sueños. Porque, vamos a decirlo, si yo me pusiera de novia con un muchacho que no conocía a Jesús, que no tenía nada con Dios, iba a matar incluso el pensamiento de que Dios existía.

Iba a pensar: «Caramba, Dios no me ama, Dios no me quiere», pero, en realidad, quien hizo las elecciones incorrectas habría sido yo. Pero el diablo ya estaba trabajando con ese deseo, pero soy yo quien decido quererlo o no.

A partir del momento en el que negué esa voluntad de servir, de oír la voz del ladrón, entonces fui rescatada. Jesús me rescató, me salvó. Alcancé la vida, no por mí misma, no por mis elecciones, en el sentido de, por ejemplo: «Ah, esto me agrada, es esto lo que me trae vida». ¡No! Cada vez que elegí mi voluntad, no me trajo vida. Y si usted presta atención, se dará cuenta de que no le trajo vida.

Ahora, cuando usted hace exactamente como dice la Palabra de Dios, empieza a tener vida y no una vida limitada, sino una vida en abundancia, es decir, independientemente de las circunstancias, porque una vida en abundancia no puede limitarse a algo pasajero, que son las cosas de este mundo, sino que es algo que sucede dentro de su alma.

«Yo Soy el buen Pastor; el buen Pastor Su vida da por las ovejas». Juan 10:11

Jesús dio Su vida por mí, Él da la vida por usted, pero usted tiene que aceptarlo, acatar eso y la elección es suya. Ni el diablo puede interferir en su elección.

Entonces, elija de manera correcta, elija la justicia, elija descubrir la verdad. Aunque eso vaya en contra de su orgullo, ¡acéptelo! Porque la verdad libera.

Escuche y comparta un episodio más de la serie: ¿Quién es Dios? ¿Quién es usted? – por Viviane Freitas.

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