Ep. 52 – Al final hay separación

Ep. 52 – Al final hay separación

Independientemente de si crees o no, la Palabra de Dios se cumplirá.

La Biblia dice lo siguiente:

«Pero cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con Él, entonces se sentará en el trono de su gloria; y serán reunidas delante de Él todas las naciones; y separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos.» Mateo 25:31-32

Imagina, todo el mundo reunido ante el Trono, y Dios va a separar ante todos a los cabritos de las ovejas, y aquí no se habla de animales, sino de personas. El cabrito representa a aquella persona que es difícil, obstinada, que insiste en el error. Y las ovejas representan a aquellos que son humildes, que aceptan la Palabra de Dios.

«Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.» Mateo 25:33-34

O sea, antes de crear todo, desde la fundación del mundo, ya había un Reino preparado para las ovejas.

Quizás estés ahí con la cabeza a mil en tu reino, en tu familia, en tu futuro, en tu carrera, en el dinero, en los problemas, y te hayas olvidado de que existe el Reino de Dios.

Has oído hablar de ello, pero has vivido otra realidad, es como si tuvieras una información y decidieras creer más en lo que vives ahora que en lo que va a suceder.

¿Estás listo para el Reino que ha sido preparado desde la fundación del mundo?

Este Reino es para las ovejas que tienen oídos para escuchar la Voz de Dios, que observan, están atentas, tienen percepción cuando algo está mal, cuando el Pastor no está cerca.

La oveja depende del Pastor, y si dependes de tu propia fuerza, estás hablando de otro reino, tu reino, y ese reino un día no va a subsistir, va a pasar.

Me imagino tantas luchas, tantos desafíos, tantas cosas, para hacernos elegir a quién vamos a escuchar más: a Dios o a nuestro reino.

Por eso es importante que te enfoques en el Reino de Dios. Aún si eres de Dios, aún si has alcanzado testimonio de la grandeza de Dios en tu vida, no puedes permitir, de ninguna manera, que algo te distraiga.

Porque la distracción te hará dar importancia a lo que te está sacando de foco. Y en aquello que pongas atención, le darás importancia, lo sentirás, lo defenderás, pondrás tu fuerza, y poco a poco, te dejarás llevar, ya sea por un problema o una necesidad, y te desviarás.

Y si estás así, entonces es hora de corregirte.

Porque en el Reino de los Cielos, cuando llegue el momento final, habrá separación entre quienes fueron ovejas, es decir, fueron humildes, susceptibles a escuchar la Voz de Dios, incluso en medio de los problemas, esos serán salvos.

Estos serán separados de aquellos que se comportan como cabritos, es decir, de los que son difíciles de tratar, son obstinados, quieren insistir en sus errores, sienten demasiado, son super sensibles, siempre se hacen las víctimas.

Por eso, lo más difícil que existe en este mundo es la salvación, porque para mantenerse salvo, tendrás que defenderte, no puedes distraerte, no puedes dar importancia a nada más que a tu alma.

Y Jesús ahora explica por qué habrá esta separación:

«Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.» Mateo 25:35-36

Quiere decir que estos que son ovejas, además de prestar atención, ser humildes, también dieron de comer al afligido, porque cuando das de comer, alimentas el alma de esa persona. Y no es solo sentir, sino atender la necesidad de esa persona, no solo con lo físico sino también, sobre todo, con el alma. Porque físicamente, vuelve a tener hambre y sed, pero el alma, cuando recibe una respuesta, comienza a caminar sola con sus propias piernas.

«Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos como forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos? ¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?. Respondiendo el Rey, les dirá: “En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis”.» Mateo 25:37-40

¡Mira qué fuerte! Cuando atiendes a una persona necesitada, le das importancia a Jesús, sientes el dolor del Señor Jesús.

¡Aprovechemos el tiempo oportuno!


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