33º día – ¿Quiénes son los que se escandalizan?

Viviane Freitas

  • 12
  • Jul
  • 2014

33º día – ¿Quiénes son los que se escandalizan?

  • 12
  • Jul
  • 2014

“Por eso muchos de sus discípulos, cuando oyeron esto, dijeron: Dura es esta declaración; ¿quién puede escucharla? Pero Jesús, sabiendo en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: ¿Esto os escandaliza? ¿Pues qué si vierais al Hijo del Hombre ascender adonde antes estaba? El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de vosotros que no creéis. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién era el que le iba a traicionar. Y decía: Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre.” (Juan 6:60-65)

Los que se escandalizan, son los que viven murmurando, no porque condenan, sino porque saben que es necesario sacrificar.

Cuando se escandaliza con las palabras de Jesús, quien sale perdiendo es la propia persona, porque aquello que Él pide que sacrifiquemos, es lo que ha sido pesado en nuestra vida. Por ejemplo: Si estás apegada a tu hijo, a las cosas materiales, a la posición o a “gloria”, existe una preocupación para mantenerlas e incluso usa engaños, con miedo a perder, porque, a sus ojos, son un tesoro.

Cuando alguien murmura, es porque entendió lo que necesita sacrificar, pero no quiere hacer su parte.

El Señor Jesús dice: “El espíritu es lo que vivífica; la carne para nada aprovecha…” Aquello que no pretendes sacrificar, es porque no lo asumes como algo que sustenta tu vida, que te trae gozo, seguridad, pero que en realidad, no te sirve de nada.

“…las palabras que yo os he dicho son espíritu y son vida.”

Una vez que obedeces y practicas, traes a la existencia esta palabra en tu vida, materializándose a través de tu conducta y actitud. En este momento, sale el peso de la preocupación y te quedas en la total dependencia de Dios.

Está llegando el día en que llevaremos nuestro sacrificio al altar, y existirán los que realmente sacrificarán, y aquellos que no lo hacen, porque no quieren dar lo que les es pedido… precisamente lo que ha sido pesado en sus vidas. Y, por increíble que parezca, después de haber pasado la oportunidad, hasta lo que tienen, les será “quitado”: El hijo que tanto aman, el trabajo que tanto desean, la posición que tanto valoran…

Dios no castiga o pune, pero tuviste la oportunidad de oír la verdad y, en lugar de practicar, mostró miedo al diablo, mostrándole tu carácter y tu espíritu.

Mostramos nuestro espíritu con nuestra actitud, conducta, dependencia o independencia de Dios.

Aquí revela muy bien que aquellos que murmuraban, son los que tenían un peso. Y el Señor Jesús prosiguió: “… nadie podrá venir a mi, si, por el Padre, no le fuese sido concedido.”

En otras palabras: soy yo quien necesito, y sino aprovecho mi oportunidad, el padre no me va a escoger. Y ¿cuándo me escojo? Cuando me intereso, actúo según lo que oí y fui enseñada, en lo que tuve la oportunidad de creer y lanzarme. Es así que me hago presente y soy presentada al Señor Jesús.

Yo, si fuese tú, que no crees, estaría desesperada: “¡Dios, por favor escógeme! Yo quiero ser cercana, he vivido el peso del trauma, de las palabras negativas que oí de mis compañeros y familiares y vivo con esa frustración, hasta hoy. Me siento insegura, y nunca pienso que voy a vencer en la vida. Pero, a partir del momento que yo decido, sabiendo que tengo ese poder, yo quiero ese objetivo, esa promesa y acercarme a Ti. Yo acepto la propuesta, ¡entrego todo! Heme aquí… Dime que tengo que entregar, ¡porque estoy dispuesta a hacer lo que tiene que ser hecho!!

Una vez que tomas estás actitud de riesgo, rindiéndole tu voluntad y tus miedos, tú misma, te sientes fuerte, porque estás decidida a dejar de pertenecer a aquellos que murmuran.

¿Ya te has fijado en las personas que se quedan murmurando? ¡Qué molesto! Dan ganas de salir de cerca. Si tú eres así, no soportaré estar a tu lado. Como aquellas personas que siempre me piden: “Ora por mi, está siendo tan difícil, pero tan difícil…”. Pero tu oración, ¡¿no va a funcionar?! Si vienes a hablar conmigo, vas a oír la verdad, y no hay “paños calientes” para aliviar tu dolor. Oirás lo que tienes que hacer: ¡El sacrificio!

Actúa de acuerdo a tu fe inteligente, porque la fe emotiva no te llevará a ningún lugar.

Un gran abrazo y hasta mañana.

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