2º Día – ¡No te puedes imaginar… cuánto te beneficiaria el pedido de Dios!

Hola a todos los internautas. Ayer empezamos el Ayuno de Daniel.

Hoy es el 2º Día, y vamos a continuar con la lectura del libro de Juan, capítulo 4, donde estamos hablando sobre la mujer samaritana.

Sino has tenido la oportunidad de leer el primer día, te sugiero que empieces por el principio, porque te va a beneficiar.

“Respondió Jesús y le dijo: Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: «Dame de beber, tú le habrías pedido a El, y El te hubiera dado agua viva.” (Juan 4:10)

Cuando Jesús le pidió a aquella mujer samaritana que Le diese de beber, ella Lo interrogó sobre cómo le pediría tal cosa… Fue eso lo que hablamos ayer. Y hoy, Él le respondió: “…Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: «Dame de beber, tú le habrías pedido a El, y El te hubiera dado agua viva.”

Ah… si tú, amiga internauta, conocieses el don de Dios, el regalo de Dios; si conocieses al Dios maravilloso que tengo para darte, no preguntarías, sino que dirías: “¿Señor, qué más quieres de mi? El Señor me pide toda mi agua – que es mi vida – sencillo, que no es algo eterno, sino nada más allá que problemas, dificultades, debilidades, errores, pecados… ¡¿Qué quiere más de mi el Señor?!”

En realidad, cuando Dios hablaba conmigo a través de este pasaje, yo estaba con lágrimas en los ojos. ¿Por qué? Porque Dios pide algo tan sencillo, y nos hacemos de eso una “tempestad”. Parece que cuando Él pide algo – y hablo por mi – cuando Él me pide algo mío, a veces me siento como tú te sientes… que Dios te está pidiéndome algo que me pertenece, que conquisté con tanto sacrificio, y ahora Él me pide aquello que ni siquiera tuve el placer de disfrutarlo como me gustaría.

Y cuando leí este pasaje, entendí eso, amiga internauta, que aquello que Él nos pide, no es algo del “otro mundo”; sino que aquello que estoy sintiendo, si que es algo del otro mundo, ¡si! Porque los sentimientos son confusos, infernales, y hacen una confusión en nuestra cabeza. Pero Él apenas nos pide “agua”, lo que tienes para ofrecer, por eso Él dijo estás palabras: “Si tú conocieras el don de Dios…” Ósea: “Si supieses que aquello que te estoy pidiendo te beneficia… A tus ojos carnales, no entiendes que será para tu beneficio, pero si sólo me obedeces, conocerás ese don de Dios…”.

Yo te digo que sé que don es este, pero siempre que Dios me pide algo, hay ciertas situaciones que me cuestan mucho. Sin embargo, cuando conocemos a este Dios, puede costarnos durante algunos días, pero aquello no nos costará durante toda la vida, porque entenderemos por qué nos lo pide, ¡y que a cambio nos dará agua viva!

Tal vez digas: “Pero ¿qué quiere Dios de mi? ¿Qué agua es este y qué vida tengo para dar a Jesús? Tú, Viviane, ya sabes lo que Dios te está pidiendo… ¿pero y yo?, que llevo catorce o quince años, cincuenta o treinta buscando, y aún no sé lo que Dios quiere de mi, estoy perdida… ¡no sé lo que Dios quiere que le entregue!”

Amiga internauta, si al menos percibieses Su voluntad… y aunque digas que quieres el Espíritu Santo, ¿qué es lo que alimentas que te ha apartado de Él? Tal vez sea una amistad, un familiar, nutres un sentimiento de pérdida por alguien que falleció, que está distante o porque estás sola… y lo que vives en este momento es “tu mundo”, tu voluntad; tus pensamientos están en aquello que perdiste o en aquello que no quieres entregar… que pretendes nutrir el resto de tu vida.

Y la propuesta de este Ayuno de Daniel es justamente dar la espalda a tu voluntad.

Por eso la Iglesia Universal en todo el mundo está en una sola fe y en un solo espíritu, ¡para volverse a Dios y ser sensible a Su voz!

Tal vez digas que eres bautizada con el Espíritu Santo, que tuviste experiencias maravillosas, pero has vivido en tu mundo y, por eso, has estado distante de Dios. Y esto se ve en tu forma de hablar con Dios, de ir a la Iglesia, de leer la Biblia, de entregarte … vives en tu mundo como una religiosa. Hablas con Dios en ciertos momentos, cuando estás en la Iglesia, pero después de eso, Dios queda en el olvido en tu mente.

La propuesta de este Ayuno es para que te enfoques y no te distraigas con nada de este mundo, ni con la televisión, ni con películas… nada que vuelva tu mente a algo que te haga volver a tener sed.

¡Quiero que dejes tus comentarios, hoy! Desahógate, expresando lo que está en tu interior. Te has definido, y dices: “¡Ahora estoy entendiendo exactamente mi situación, y quiero cambiar!” Entonces amiga internauta, pon toda tu fuerza en este Ayuno de Daniel. Si es posible, ves a la Iglesia todos los días. Aunque solo haya una o dos personas, o que vayas a una reunión en la que no hay nadie, y seas la única persona…

Amiga, eres tú quien necesita, entonces ¡tú eres quien tiene que poner toda la fuerza! Haz tu parte. Participa en este Ayuno los 21 Días, lee este artículo y hazlo en los días correctos.

Se puntual, proponte un horario para leer, porque puedes hacerlo a cualquier hora del día. ¡Tú puedes! ¡Si! Cuando queremos, vamos adelante… Ha llegado tu hora; ¡eres tú y Dios!

Usa la fuerza que está dentro de ti, tu voluntad y querer… Entrégate de cuerpo, alma y espíritu, ¡porque Dios va a honrarte y encontrará ese agua viva!

Estaremos mañana aquí de regreso. Cuento con tu participación.