29º Día – ¿Qué señal puede darme Dios para creer en Él?

Viviane Freitas

  • 10
  • Jul
  • 2014

29º Día – ¿Qué señal puede darme Dios para creer en Él?

  • 10
  • Jul
  • 2014

“Le dijeron entonces: ¿Qué, pues, haces tú como señal para que veamos y te creamos? ¿Qué obra haces? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: «LES DIO A COMER PAN DEL CIELO. Entonces Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: no es Moisés el que os ha dado el pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo, y da vida al mundo. Entonces le dijeron: Señor, danos siempre este pan. Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. Pero ya os dije que aunque me habéis visto, no creéis.” (Juan 6: 30-36)

Todos quieren el favor de Dios – el “pan” – pero no todos están aptos para ir hasta Él.
El pedir, no presupone que vas hasta Jesús, pero cuando me despojo de “mi yo” y me someto a Su voz. Entonces, no paso “hambre” porque Él me sustenta.

Nuestra propia voluntad es un “peso”. Nosotros pensamos lo contrario, que nuestra voluntad es agradable y un es “peso” agradar a Dios. Pero ¡No es verdad! Es una ilusión. Nuestra voluntad es lo que nos perjudica.
¿Ya te has dado cuenta que tu voluntad no es buena?

Quieres defenderte, preocuparte, hacer las cosas a tu manera, que las personas entiendan tu forma de ser, tu pasado, eres intolerante con quien erra… entre tantas otras cosas, fruto de tu voluntad, que acaba por revelarse un “fardo”.

Observa que la ansiedad, es algo hasta perjudicial a tu salud, además del hecho de impedirte ver las oportunidades que están delante de ti. Por ejemplo: cuando estás entre la familia o en la iglesia, porque estás ansiosa, por un determinado problema o situación, no aprovechas quien está a tu lado, la reunión, ¡no estás atenta a la voz de Dios! Está atenta a lo que tiene que ser resuelto…. ¡a tu voluntad!

Tu preocupación, ansiedad, voluntad, forma de ser, no ha sido el “pan”, el verdadero alimento de tu vida, tanto que no has resuelto el problema. Pero cuando te dispones y eres humilde para despojar tu voluntad, diciendo: “Mi Dios, no puedo ser ansiosa, entonces, enséñame a oír Tu voz, porque he oído mi voluntad; enséñame a alimentarme de Tu Palabra. Ya he oído y soy consciente de Tu Palabra, pero tengo que poner en práctica en este momento. ¡Yo necesito de Ti!”

Cuando existe esta sed, intolerancia a tu propia injusticia en relación a tu fe, vas hasta Él, con “hambre”.
“Yo soy el pan de la vida; el que viene a mi jamás tendrá hambre…”

Quien viene a Jesús, está hambriento, pero se sacia porque hace participe a Dios en su vida, exponiéndose delante de Él.

El hecho de creer, presupone una confianza. No vas a quedarte preocupada, llena de dudas, triste… Amiga, no te estoy diciendo que serás perfecta; los sentimientos vienen para todos, ¡incluso para mi! Pero, cuando crees, despojándote de los sentimientos que están a flor de piel y depositando tu confianza en Dios, el resultado será una estabilidad emocional que te da fe y certeza. ¡Cuando realmente creemos, hay paz!

“Pero ya os dije que aunque me habéis visto, no creéis.”

A veces, incluso ya hemos “visto” a Jesús, pero no depositamos la creencia en Él, porque admitimos el “peso” de nuestra voluntad y nos perjudicamos a nosotras mismas.

Pero, cuando creemos, ¡dejamos de tener ese “peso”! A partir del momento que hagas esto, yendo hasta Él despojándote, recibirás de Él el pan de la vida.

Todos los días hemos transmitido una Palabra de Fe, a través del Libro de Juan, en estos 40 Días, ¡pero quien te está dando no soy yo, sino Dios! ¡Él es el pan del cielo!

¡No soy yo quien te estoy cambiando! ¿Sabes que está ocurriendo? En realidad, lo que Dios hizo en mi está hablando contigo. Cuando Dios usa a Su siervo, y él practica, este puede ser usado. Pero, cuando prevalece tu voluntad, hablas de la Palabra de Dios, y no se resuelve nada, porque no transmites Espíritu, porque tu propia vida no es de sacrificio y renuncia, para que Dios viva en él.

¡Alégrate, porque es Dios quien te está dando, y haciendo a Obra exclusivamente en ti! La hizo en mi, y nos está usando para hablar contigo.
Un abrazo a todos los que están participando. Algunos aún no tuvieron la oportunidad de escribir, pero va a llegar el momento en que pondrán “todo hacia fuera”. Estoy segura que la Obra de Dios está siendo hecha en tu vida.

Amiga internauta, no tengas miedo. ¡La verdad es para quitar el “peso” que está dentro de ti!

Dejar un mensaje

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*