23º día – ¿Por qué el Juicio de Dios era y es justo?

¿Quién está dispuesto a sacrificar para ser Uno con Él? No hay otra manera o medio término que no sea ¡sacrificando tu voluntad!

“ Yo no puedo hacer nada por iniciativa mía; como oigo, juzgo, y mi juicio es justo porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.” (Juan 5:30)

Presta mucha atención: El Señor Jesús vino no por Su voluntad, sino por la del Padre. Y siempre que estuvo aquí en la tierra, aunque en cuerpo humano, ¡en ningún momento pecó!

Porque Él no procuraba hacer Su propia voluntad. Incluso siendo Dios, no hacía lo que quería.

¿Sabes por qué muchas personas desarrollan? Porque están aptas para sacrificar sus voluntades y son flexibles para hacer lo que Dios les pide.

Y ¿qué es lo que Dios te pide?

Que seas humilde, que niegues tu voluntad; y una de las formas de negarte es en tu forma de juzgar. ¡¿Cuántas veces has juzgado al prójimo, sin flexibilidad para entender que los demás tienen errores, como tú?!

¡Pero no te ves como “pecadora”! Si fuese así, tu oración, tu búsqueda, sería diferente; sentirías asco de tu error, no hablarías con la boca cerrada, sino que clamarías a pleno pulmón: “¡por el amor de Dios, ayúdame, porque he sido injusta contigo; soy una mísera pecadora, necesito misericordia; ten misericordia de mi, porque no aguanto más ser está persona mala, egoísta…! Oh Dios, ¡necesito ayuda!” Y allí te derramas, te entregas de cuerpo, alma y espíritu. No es simplemente: “Dios ayúdame, porque quiero servirte…”, ¡palabras huecas, sin expresión, que no “rasgan” tu alma!

Y, cuando digo “rasgar” tu alma, es precisamente cuando no toleras el pecado; no toleras cargar en tu vida el egoísmo, la avaricia, y el hecho de juzgar a otras personas. Situaciones que muchas veces, ves como “fallitos”, no asumiéndolos como pecado y siendo tolerante con los mismos.

Y ¡¿cómo puedes ser tolerante con el error, amiga internauta?! Tienes que ser agresiva en contra de lo que es injusto y que habita en tu interior.

Y para arrancarlo, sólo hay una forma: ¡Exponiéndoselo a Dios e indignarte! No sólo porque estoy diciéndote que lo hagas, sino porque nutres una indignación verdadera en contra del pecado.

El problema es que no odias el pecado, y quieres las cosas justas, como aquella mujer samaritana: “¡Entonces dame ese agua de vida!”

Primero, ¡tienes que reconocer tu situación! Dios sabe quien eres, y lo que está dentro de ti, pero no te has expuesto a Él.

“…y mi juicio es justo porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.”

Cuando Jesús decía que no buscaba hacer su voluntad, ¡observa que lindo e impresionante! Él era perfecto, sin ningún error, pero ¡no hizo lo que quería! Estaba atento a lo que Dios le pedía.

¡Y así debe suceder contigo!

¿Estás atenta en tu día a día? ¿U oyes la Cuarentena, ves otros blogs, tienes bastante información, pero te olvidas, haces tu voluntad…? Y después, te frustras: “¡Ah, no lo consigo…!

Amiga internauta, tienes que levantarte en contra de eso. ¡No puedes aceptarlo!

No juzgues a las personas por tu voluntad, por lo que crees según tus ojos, sino que debes verlas como “alma”, como tú eres… alguien que necesita ser cuidada, encontrar tus errores y ser agresiva con tu pecado.

Pero no vas a conseguir hacer esto, mientras que no te mires a ti misma. Puedes intentarlo, pero no será algo natural. Cuando es natural, ¡es porque ya lo has visto!

¿Quieres hacer el juicio correcto? Mira primero en ti, y, después no hagas tu voluntad sino la del Señor Jesús. Sírvele y sométete todos los días de tu vida. Sé sensible a Su voz, mirando hacia ti, corrigiendo quién has sido, o qué has nutrido, o lo que dices que piensas… ¡Esto es quien eres! Y persigue, siendo más fuerte que aquello que te ha dominado.

Exponte para Dios, ¡y Él te honrará!

¡Mañana estaremos de nuevo!