Episodio 112 – ¿Cuál es su intención, su voluntad?

Episodio 112 – ¿Cuál es su intención, su voluntad?

La intención es lo que pretende hacer o realizar, incluso con un propósito, idea, plan, proyecto o pensamiento. ¡La intención habla de su voluntad!

Observe lo que dice la Biblia:

«Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos. Y Le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con Él.» Juan 12:1-2

Después de un acontecimiento, de un milagro grande, ¿cómo reaccionó cada uno cuando Jesús volvió? Lázaro estaba a la mesa y María estaba preparando todo.

«Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.» Juan 12:3

Ahí me quedo pensando: ¿por qué María derramó un perfume, que sería su sustento, a los pies del Señor Jesús? Porque el pie, usted sabe, siempre está en contacto con el polvo, mucho más en esa época en la que se usaban sandalias.

Además de ungirlos, los enjugó con sus cabellos.

«Y dijo uno de Sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que Le había de entregar: ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres?» Juan 12:4-5

Judas se quejó porque la mujer estaba dando aquel perfume carísimo, lo estaba derramando a los pies de Jesús y ya no tendría utilidad, es decir, no habría dinero como para poder quedarse con su valor. Así es la intención.

Supuestamente, él estaba allí sirviendo, a disposición, iba con Jesús a todos lados, había dejado su propia vida atrás, pero, aun así, tenía la intención de robar, de buscar cumplir su propio deseo, su propia voluntad.

Muchos no se dan cuenta de sus intenciones, de su voluntad. A veces tienen una posición de siervo, de discípulo, y quieren recibir un milagro como el de Marta y Lázaro, pero son indiferentes a Dios, no tienen ese amor que expresó María.

Cuántas personas son gratas a Dios, discípulas de Él que tienen actitudes diferentes. Cada uno tiene su actitud con Dios, y muchos no se dan cuenta de eso. Sin embargo, nosotros tenemos intereses y nuestra tendencia es buscar lo que nos beneficia y nos proporciona ventajas personales.

Por ejemplo, si tengo el interés de que mi familia sea salva y cuando Dios salva a mis seres queridos, los saca de las drogas, de las malas amistades, de los vicios, me vuelvo indiferente a Él, estoy demostrando que busqué lo que me beneficiaba, lo que me proporcionaba una ventaja personal. Yo no fui agradecida, no amé al que me benefició, al que me vio, al que se compadeció de mí, al que tuvo misericordia de mí y de toda mi familia. Esto habla de mí.

María habló por medio de su actitud de amor con el Señor Jesús.

Ese perfume representaba su futuro, y aquí surge la pregunta: ¿acaso he sacrificado mi futuro por amor al Señor Jesús, al punto de entregar todo lo que tengo y ponerlo a Su disposición?

No hay forma de amar sin expresar ese amor, ¿verdad? El amor demanda actitudes de nuestra parte, y María tomó una actitud.

Ahora bien, ¿qué hizo que María amara a Jesús, como para dedicar su vida, sacrificar su perfume y hacer lo que hizo?

Hablaré por mí, lo que destaca en mi vida, lo que me hizo derramarme ante el Señor Jesús no fue el beneficio que alcancé en mi familia, no, ¡no fue eso! Tampoco fue la cura, incluso porque nací en la Iglesia Universal, tuve padres ejemplares, tuve una hermana muy celosa y cuidadosa. Tuve dificultades en mi infancia y adolescencia, así como en la escuela, a causa de mi defecto, pero no fue simplemente por el hecho de alcanzar algo específico.

Yo no llegué con depresión o enferma, simplemente fui a Jesús porque a mi manera no funcionaba. Tenía sueños personales, tenía mi voluntad, pero el día que empecé a amar a Jesús fue cuando Su Palabra me fue revelada, haciéndome ver como en un espejo quién era.

De esta manera, vi mi insignificancia, mis pecados. Jesús me hizo ver, pero no para acusarme, sino para que fuera libre de lo que me esclavizaba. Yo fui salva de mis propios pensamientos, de mi propia voluntad.

Cuando fui amada por Jesús, vi Su amor, Su cuidado de una forma muy específica para mí. Yo Lo amé porque Él perdonó mis pecados, los cuales provocaban un peso en mi vida; eso hizo que entregara todo lo que tengo.

Incluso, dejé de tener el objetivo de servirme a mí misma, porque todo lo que Jesús me ofreció era lo que buscaba, la verdad, lo puro, lo correcto y lo justo. Él me ha cuidado, me ha mostrado la verdad a lo largo de todos estos años que he caminado con Él.

Realmente me hace muy feliz, más feliz que cuando hacía mí voluntad y soñaba mis sueños. Interesante, ¿no es así? Usted sueña sus sueños y es infeliz, ¿cómo puede ser? ¿Usted hace todo lo que quiere y es infeliz? ¡Así es! El día que entienda, el día que Dios le revele quién es usted, dónde está preso y qué es lo que está amargando su vida, entregará todo, todo su futuro, toda su vida, y no se preocupará más por el día de mañana.

Porque aunque sirva todos los días de su vida, no pagará lo que Él hizo por usted, Su perdón. Yo estoy muy agradecida con Jesús. Fue eso lo que vi aquí en María, no fue solo el acontecimiento de la resurrección de Lázaro, sino algo muy particular de ella; porque incluso Marta, hermana de Lázaro, que estaba muy ansiosa, no tuvo ese cariño, ese amor, no dio su todo.

En el caso de los discípulos, uno de ellos, Judas, tampoco lo hizo, al contrario, estaba preocupado por sus intereses.

Cuando usted es agradecido con Dios y Lo ama, tiene algo para ofrecer. Nadie lo obliga, pero es la retribución del amor que recibió. ¡Piense en eso!

Comparta un episodio más de la serie: ¿Quién es Dios? ¿Quién es usted?

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