Episodio 111 – ¿Quién soy yo después del milagro?

Episodio 111 – ¿Quién soy yo después del milagro?

¿Quién es usted, quién soy yo después del milagro? Esta es una pregunta muy interesante porque vemos no solo la personalidad, sino también la gratitud de cada uno.

Dios hace tantas cosas sorprendentes, pero ¿y nosotros? ¿Quiénes somos delante de todo lo que Él ha hecho?

Hemos comentado aquí sobre lo que le sucedió a Lázaro. Él murió y Jesús lo resucitó:

«Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos. Y Le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con Él. Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume». Juan 12:1-3

Marta, María y Lázaro tuvieron la oportunidad de expresar su cariño, su amor a Jesús. Marta servía la mesa; Lázaro se quedó sentado allí, disfrutando del servicio de la cena; y María hizo algo que fue mucho más allá: tomó el perfume que tenía valor para ella, aquel perfume era para el día de su casamiento, lo derramó a los pies del Señor Jesús, Lo ungió y enjugó con sus cabellos.

Claramente aquella casa quedó con la fuerte fragancia del perfume y ella hizo eso porque estaba muy agradecida, porque puso al Señor Jesús por encima de todo lo que poseía.

Y cuando colocamos a Dios por encima de todo en nuestra vida, nos expresamos con actitudes. No hay manera de ser indiferente delante de Él por lo que hizo en nuestra vida.

Muchas personas están más atentas a lo que Dios dejó de hacer o lo que hace, y se olvidan de sí mismas. Pero para que usted mire hacia Dios, es mejor que se mire a sí mismo, porque entonces usted respetará a Dios y no solo Lo respetará por Quién Él es, sino que también estará agradecido a Él.

¿Sabe? Una de las cosas que me hace muy bien es ver a Dios en mi vida, es ver la acción de Él, Su misericordia. Y, cuando somos agradecidos por Su misericordia, por Su compasión, somos una persona leve, que no crea confusiones, que está en paz consigo mismo porque se siente amado, se siente querido.

Y me gustaría que usted tuviera ese resultado. Pero ¿cómo sucederá eso si todo lo que hace es mirar lo que aún le falta y no lo que Dios ha hecho en su vida?

Incluso en las dificultades, en el dolor, en los momentos difíciles, no veo a Dios ausente. Tal vez no vea que prevalezca mi voluntad, pero veo bien lo que Dios ha hecho en mi interior, creando en mí una postura de humildad, de confianza, de enseñanza, que hará que yo sea flexible, maleable.

Lo que le sucedió a Lázaro, por ejemplo, que estaba muerto hacía cuatro días y después Jesús lo resucitó, ¡fue extraordinario! Pero, pasados algunos días, Marta apenas estaba sirviendo la mesa.

Hicieron una cena y usted sabe que, a veces, hacemos algo para agradecer, pero dentro de nosotros es algo indiferente, hacemos algo que todo el mundo hace. Pero, cuando hay gratitud, reconocimiento, usted se destaca en lo que Le ofrece a Dios.

¿Qué ha hecho en pro de lo que Dios hizo en su vida?

¿Acaso usted es agradecido?

¿Acaso lo que Dios ha hecho en su vida lo ha aproximado a Él, ha hecho que se relacione aún más con Él, que Lo priorice, independientemente de las demás personas?

Aquí vemos a tres personas: Marta, María y Lázaro, y cada uno actuó de una manera.

Y así es, cada uno actúa de una manera, pero quien se destaca es quien entrega la vida, es quien se entrega a Dios.

Y todos en aquella casa quedaron admirados por lo que hizo María, porque el aroma del perfume llenó aquel lugar. Y es exactamente eso lo que sucede cuando usted ofrece su mejor, sus primicias, cuando usted coloca a Dios en primer lugar: usted se destaca entre los suyos.

Comparta un episodio más de la serie: «¿Quién es Dios? ¿Quién es usted?».

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