Ep. 01 Lo necesario para el Reino de los Cielos

Mi reino, tu reino tiene sus ideas, su voluntad, su camino. Y en tu reino puedes enojarte, puedes tratar mal a otra persona porque fue injusta contigo, ¿no es así?

En tu reino haces cualquier cosa y no hay nada malo, pero ¿Qué pasa en el Reino de Dios, el Reino de los Cielos? Para empezar quiero contarles que, antes de que Jesús comenzara Su Ministerio, Juan el Bautista predicó allí en el desierto de Judea, diciendo:

«Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.» (Mateo 3:2)

¡Arrepiéntete! Pero te preguntas: “¿Cómo? Ya voy a la iglesia, doy mi diezmo, doy mi ofrenda, no veo ningún motivo para arrepentirme. Siempre estoy cumpliendo con mis obligaciones, trabajo, oro, leo la Biblia, ¿Qué es lo que me pasa que tengo que arrepentirme?”

Para que estés en el Reino de los Cielos tienes que reconocer, tienes que ser humilde, y ver e incluso buscar cuál ha sido tu injusticia.

Porque cuando Juan Bautista predicó allí en el desierto, estaba hablando a todos. Ahora, esas personas pertenecían al pueblo de Dios, ¿de qué tendrían allí para arrepentirse?

Mira, ¿quieres saberlo? Voy a hablar de mí. Hay tantas cosas que necesitan arrepentimiento. Cuando haces algo que es injusto, cuando le dices una cosa a Dios y haces otra, cuando eres injusto con alguien, cuando tienes conductas y actitudes que dañan a los demás… ¡Sí! El arrepentimiento es necesario para entrar al Reino de los Cielos. El Reino de los Cielos está cerca y estás teniendo la oportunidad de escuchar de qué necesitas arrepentirte. Observa lo que está escrito:

«Porque este es aquel a quien se refirió el profeta Isaías, diciendo: Voz del que clama en el desierto: “Preparad el camino del Señor, haced derechas sus sendas”». (Mateo 3:3)

Esta voz que clama en el desierto es precisamente en esos momentos en que te sientes solo, en los momentos difíciles, en los problemas, en las dificultades, hay una voz que clama, y esa Voz es la de Dios, es Dios aquí hablando: ¡Endereza tus sendas!

Cuando Dios habla, resuena tan fuerte dentro de la persona, que tiene esta precaución, este cuidado con su vida, con Dios, con lo que dice, con lo que hace, con su comportamiento, entonces se hace responsable cuando se arrepiente, cuando ve su error.

Y yo te pregunto: ¿es posible que en todo este tiempo que has estado yendo a la iglesia, que has estado leyendo la Biblia, que has estado siguiendo nuestros mensajes, no hayas sentido ni una sola vez este dolor de haber cometido una injusticia? ¡Así es!

Aprovecha este momento y piensa: ¿has enderezado tus caminos? ¿Te has arrepentido? Porque si este arrepentimiento no ha ocurrido de tu parte, entonces esa es la razón por la que el Reino de los Cielos está lejos para ti.

¡Arrepiéntete, porque está cerca, pero necesitas arrepentirte!

El Reino de los Cielos es conquistado, no es algo permanente. Si no eres consciente de tus errores, entonces no te arrepientes, ni alcanzaras el Reino de los Cielos. Es importante preparar el camino para el Señor, para que habite en mí, para que me enseñe. ¿Pero cómo voy a hacer esto? Cuando me hago responsable de mí mismo y enderezo mis caminos.

Esto nos mostrará a Dios y a mí mismo que valoro Su Palabra, Su Justicia, lo que es correcto. El Reino de Dios exige arrepentimiento. Si no has tenido experiencia de arrepentirte de tus pecados, porque de repente piensas que eres muy perfecto, que no hay error, entonces pasas por alto y te alejas de Dios.

Porque, en verdad, como no somos ángeles, fallamos, y necesitamos prestar atención a nuestros fallos y cambiar, enderezar nuestros caminos. Y esto solo puede suceder cuando reconocemos la gravedad de la situación.

El arrepentimiento es una necesidad para que seas bautizado con el Espíritu Santo, para que puedas ser guiado por Dios. Si no estás dispuesto a arrepentirte, que es asumir la responsabilidad y cambiar, entonces Dios no puede habitar en ti.

Aprovecha este Ayuno de Daniel y elige el Reino de Dios. El Reino de Dios es para separarnos de lo que nos hace daño, porque cualquier injusticia que cometas te separa de Dios.