Sus ojos

Viviane Freitas

  • 10
  • Mar
  • 2014

Sus ojos

  • 10
  • Mar
  • 2014

En primer lugar, para hablar de los ojos, vamos a hablar de lo que vemos y de cómo lo pasamos a nuestro espíritu. Muchos dicen y repiten los versículos de buenos ojos, pero están muy distantes de esa realidad:

“La lámpara del cuerpo es el ojo; por eso, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz. Pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la oscuridad!” (Mt 6.22-23)

La mujer de Dios, como mi madre Ester, tiene esos ojos.

Todas las circunstancias pueden ser a favor o en contra, pero ella continúa estable en su procedimiento con el Creador.

¿Por qué?

Porque ella vigila lo que sus ojos ven, lo que sus oídos oyen y así ella se mantiene estable emocionalmente. Es el fruto quien es de Dios, en su vida.

Demuestra:

– Su consideración para con Dios;

– El valor que Dios tiene para ella;

– Su sumisión y obediencia a la palabra de dios = Respeto;

– Que Dios está en primer lugar –

– Quien es mayor y más considerable no es su naturaleza, sino Dios.

Entonces, su cuerpo o espíritu, es iluminado, y dónde hay luz, hay dirección. Donde hay luz, está el Espíritu de Dios naturalmente.

Ella no se esfuerza para estar tranquila.

Ella no se esfuerza para tener confianza.

Ella no busca refugio en nadie, sólo en Dios.

Ella no se siente desamparada, sino confiada.

¿Ella es perfecta?

¡No!

Ella siente miedo, pero no es miedosa.

Ella es tentada a rendirse, pero la palabra de Dios es vida, y eso la sustenta.

En otras palabras, ella está atenta para cumplir la palabra de Dios, porque sabe quién es Él.

¡Ella es realmente linda! Y tantas otras que tienen ese espíritu.

Dios es revelado en forma humana, en una persona, cuando ésta sabe ponerlo en primer lugar.

Por eso, ella no destaca los fallos humanos, no se queda hablando o nutriendo errores, sino que los ignora para conservar su corazón limpio y puro.

Como muchos dicen: “Es el hombre que hace esto o aquello…”

Pero no era eso lo que yo escuchaba de mi madre, ya que siempre me hizo mirar al hombre de Dios con respeto.

Gracias mamá por eso, pues yo veo esos principios preciosísimos. Aprendí a no guardar rencor a nadie. Es fácil perdonar, porque acepté sus consejos.

Gracias a Dios, ¡no tiene precio!

En el próximo artículo, seguiré hablando de esta gran mujer.

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2 comentários

  1. muchas gracias señora me ayudo mucho esta orientación estar vigilando estar atenta y ser humilde ..

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  2. solo grasias por su ensenansa sra …..los ojos son mi lampara mantendre vigilando lo que oigo veo la vellesa interior

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