Quién te hace ser (Parte 2)

Viviane Freitas

  • 12
  • Sep
  • 2014

Quién te hace ser (Parte 2)

  • 12
  • Sep
  • 2014

¡Hola a todos los amigos internautas del blog de Vivi Freitas!


Estamos de vuelta y me gustaría dar continuidad al raciocinio del miércoles sobre el tema: «Quién te hace ser.»

«Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.
Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, YO SOY.
Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.» (Juan 8:56-59)

¡Qué interesante! A veces, usted busca afirmarse entre sus amigos, familiares, colegas, en la escuela o en la iglesia, olvidándose de todos los ejemplos que tenemos en la Biblia. Se enfoca apenas en su «mundo». Vea como nosotros, seres humanos, tenemos una mentalidad pequeña. Oímos, vemos series acerca de los hombres de Dios del pasado, contemplamos, admiramos; pero cuando nos enfrentamos con la realidad, en la que vivimos una situación de «rechazo», nos quedamos tristes, abatidos o inseguros…alimentando un montón de «tonterías» en el corazón.
Al paso que el Señor Jesús, Hijo de Dios, vino a dar su vida por mi y por usted haciéndose semejante a un ser humano, vivió lo que vivimos para enseñarnos, se acercó a nosotros y aún así, ¡Él no fue aceptado! Le arrojaron piedras para atacarlo ante Sus afirmaciones.

Otro ejemplo: José, entre sus hermanos, era el más amado por su padre y debido a eso fue rechazado. Tuvo una vida difícil como esclavo y lejos de su familia. Y, después, Dios lo honró.

Hablamos el miércoles sobre la gloria de Dios y que quién nos honra es el Padre pero muchos esperan imponer esa honra a través de comportamientos que los hacen ser apreciados. Quieren «agradar a todo el mundo» para ganar algo a cambio como la gloria y el aprecio. No están en búsqueda de la gloria de Dios y ni siquiera de servirlo. Cuando servimos a Dios decimos la verdad, y hasta lastimamos, como era el caso del Señor Jesús con los judíos. Aunque ellos no entendiesen nada, incluso así, Él no postergó o evitó hablar la verdad. Aunque ellos no creyesen y lo rechazasen, Él fue y será siempre el mismo.

Aunque rechace a Dios, Él siempre será porque tiene un espíritu noble. Dios no cambia Su comportamiento o quién es Él independientemente de si usted lo acepta o no.
Cuando la persona es una con Dios, muestra un esfuerzo para volverse hacia Él todos los días. Podemos tener años en la Iglesia, no importa quién es usted o quién fue, sino a quién prioriza: A Dios o a sí misma. ¿Quiere honrar a Dios o ser honrada en esta tierra?

¡Ah, esa diferencia! Dios es que honra.
Cuando José era gobernador de Egipto fue Dios que lo hizo. Cuando una persona es colocada en una determinada situación, es Dios que lo permitió.

Jesús era el Hijo de Dios pero no estaba como rey en el palacio. Andaba entre los pobres. Con todo eso, no dejaba de ser uno con Dios por el hecho de no ser aceptado por los demás. Y, es para esto que quiero llamar su atención: Tal vez, usted sea perseguida por sus familiares en su casa o es la única cristiana en su escuela o facultad; la única que habla de las cosas de Dios y vive la fe en el medio de sus amigos y, a veces, piensa cambiar su manera de ser para agradar a «griegos y troyanos». Pero, quién la hace ser, quién la glorifica, la exalta y de Quién debe buscar la honra es de Dios. Pues esta honra sí que da placer.

Voy a contarles un poco de mí: Hace mucho tiempo atrás, estuve viviendo durante tres años con dos niños sobre los cuales no obtuve la guarda. Después de haber renunciado, no porque soy «poderosa» – ya que aunque Dios me lo haya pedido, yo no lo quería dar – subí al Altar y renuncié con lágrimas. Yo di mi futuro porque me dolía no tener los hijos que había planeado cuidar. Entonces, sucedió que pasaron 14 años después de aquella entrega en los que ni siquiera pensé pedir por ellos.

Entonces, en el inicio de este año yo dije a Dios: «Yo te serví desde que me encontré con mi realidad, corregí mis errores, asumí mi fe de hecho y de verdad. Me aproximé a Ti, tuve experiencias con el Señor y te he servido con todas mis fuerzas. El Señor sabe bien que nunca pedí algo para mi misma o lo serví a cambio de gloria, para ser reconocida o buscar la aceptación de terceros. Lo hice sin ningún interés sino solo de ganar almas, de sacar a las personas del fondo del pozo y tener la vida que el Señor me hizo tener. No busqué honra personal pero tengo un problema…y, el Señor está «en deuda» conmigo. La situación de los niños que un día estuvieron conmigo está de esta manera…No tienen nada de Dios, no hay un acercamiento…Yo quiero ver Tu gloria en este año.»

Pasaron 14 años y uno de mis hijos se puso en contacto con nosotros y dijo que quería regresar con nosotros. Ya es mayor de edad. Con 21 años regresó incrédulo, endemoniado y sin conocer a Dios. De inmediato, fue como si yo estuviese viviendo todo el pasado, el primer mes y existieron muchos conflictos internos.

Pero, algo yo prioricé…Dios. Y después de estar un mes con él, lo entregué sin miedo creyendo que Dios revelaría Su gloria. En un mes, él se bautizó y en tres meses fue bautizado con el Espíritu Santo. Hoy, quiere servir a Dios. Es el hijo de mis sueños que yo ni me imaginaba.

Cuando usted da algo a Dios y lo prioriza, Él no la deja indiferente sino que le da lo mejor. Yo tengo gozo y alegría. No es un hijo bastardo sino un hijo que da mucha alegría y es muy especial. Louis es un hijo que vino de Dios y estoy segura de que Dios hará por medio de él todavía cosas mayores. Solamente quería compartir con ustedes este pedacito, pero tal vez un día escriba esta historia tan linda donde Dios actuó y es glorificado.

Nos vemos el lunes.

Dejar un mensaje

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

2 comentários

  1. asi es Sra. Dios nunca falla y cumple lo que promete.

    Ver más
  2. GRACIAS SEÑORA, SIEMPRE QUE LEO SU PALABRA ES COMO SI ME HABLARA A MÍ. QUE DIOS LA BENDIGA

    Ver más