¿QUIEN ES DIOS? ¿QUIÉN USTED? – Episodio 69: ¿Quién eres tú entre tanta gente?

¿QUIEN ES DIOS? ¿QUIÉN USTED? – Episodio 69 : ¿Quién eres tú entre tanta gente?

En los últimos días hemos tenido muchas fiestas, reuniones, vacaciones, en las que la gente se reúne con familiares y seres queridos, y en estas reuniones la gente siente muchas cosas, pero nadie las dice. Porque por fuera están sonriendo, hablando, pero durante la fiesta hay comparaciones, atención que unos reciben y otros no. ¿Y entonces?

Bueno, sepamos quién es Dios y quién Usted. Hablamos un poco de ti de como eres durante las fiestas, pero hablemos ahora de cómo Jesús afrontó el gran día de la fiesta.

“Y en el último día, el gran día de la fiesta, Jesús puesto en pie, exclamó en voz alta, diciendo: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba”. Juan 7:37

Hasta me lo puedo imaginar, porque he estado con mucha gente así, y a veces hasta me sentía perdida, como no sé hablar con tanta gente, no sé ser tan extrovertida, Y suceden muchas cosas, especialmente con este tipo, de personas como yo, que somos introvertidas. O tal vez, también con gente extrovertida.

Pero en cierto modo había mucha gente allí en esa fiesta y estaban pasando muchas cosas, sentimientos, comparaciones, tal vez hasta preocupaciones, inseguridades, cosas diferentes…, pero el Señor Jesús dijo en el último y gran día de la fiesta: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”.

Yo, Viviane, he estado varias veces en mi vida con muchas personas y me he sentido sola, no es que me hicieran eso, pero me sentí sola por mis dificultades, a veces por la falta de atención que yo buscaba recibir de la gente. Entonces cuando leí este pasaje me llamó la atención porque Jesús clamó.

Entonces recuerdo exactamente un día concreto, que no era fiesta, pero había varias personas presentes, ¿y sabes cuando dices algo y te descartan? Nadie te aprecia, eres muy pequeña, una niña a los ojos de los demás, nadie te hace caso, porque aparentemente no tienes nada que dar. Y ahí me sentí así. Recuerdo como si fuera hoy.

Y terminando ese momento, fui a mi cuarto, y hablé con Dios entre lágrimas, llorando. No quería que nadie me viera llorar, porque no era culpa de nadie, lo sabía. Fue mi culpa. Fui yo quien se sintió así, fui yo quien tenía las dificultades. Y hablé con Dios”.

Y es tan interesante que cuando estamos en esta agonía, en esta angustia, es exactamente el momento más propicio para acercarnos a Dios. Por eso Jesús invita: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”.

El alma tiene sed de atención, tiene sed de ser valorada, tiene sed de sentirse segura, por eso Jesús dice:

“El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. Juan 7:38

Y tal vez digas: “¿Cómo va a pasar esto, Viviane? Si en ese momento de celebración o de gente a nuestro alrededor, mucha gente hablando, me siento tan fuera de lugar, no encajo…”

Con todo lo que está pasando dentro de ti, ese torbellino de sentimientos, en realidad es el mejor momento para que te acerques a Dios y hables, porque tu camino no funcionó. Sabes que no es culpa de la gente, es tuya, porque necesitas ayuda.

Cuando algo nos molesta, cuando las cosas no salen como queremos, es cuando tenemos sed y queremos encontrar el Agua que nos sacie, que venga a nuestro encuentro.

Y yo estaba pensando que el día que hice esto, que hablé con Dios, ese día lloré mucho, y le dije a Dios que no quería llorar más. Ya no quería sentirme así. Y en realidad estaba buscando.

Y ese día, antes de irme a mi habitación, miré a la gente que me rodeaba y mi alma dijo: “Vaya, la gente es tan liviana, están tan bien ahí, para ellos todo es muy fácil, se sienten tan cómodos. encajan, interactúan, la gente se fija…, y conmigo no es lo mismo, para mí es todo muy difícil”.

Pensé y allí después de mi momento con Dios, dije mi oración, y hasta el día de hoy recuerdo, han pasado muchos años, más de veinte años. Y en ese momento no entendí, me dolió, pero comencé a buscar la verdad.

Mientras la persona no tenga este compromiso de resolver lo que hay dentro de sí, se engañará a sí misma con lo que va bien. Si le va bien, si las cosas van encajando correctamente, entonces se llena de lo que funciona y se siente protegida, bien consigo misma y no acude a Dios.

“Y en el último día, el gran día de la fiesta, Jesús puesto en pie, exclamó en alta voz, diciendo: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: «De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva»”. Juan 7:37, 38

Mira hoy, estás viendo este mensaje y estás recibiendo vida, pero lo que te estoy diciendo, identificando tu situación, no es porque sea psicóloga, o haya estudiado para eso, ¡no, no! Fue porque fui a Jesús en mi sed y bebí el Agua que Él me ofreció. Creí en Su Palabra y comencé a invertir en mi alma. Por eso, ríos de Agua Viva comenzaron a fluir dentro de mí, y no por fuera.

Cuando buscaba por fuera buscando personas que me aceptara, o que yo cambiara, que me superara, en el fondo, en el fondo, fue mi alma la que identificó mi necesidad de Dios.

Hasta que no veas esto, no irás a Jesús por tu alma. Vas por el éxito del trabajo, de la familia, para resolver los problemas, no vas a Jesús, no bebes su agua, no bebes su Palabra, no te alimentas, no sacias tu sed, porque no escuchas su voz.

Como yo estaba así, en aquella tierra buena y sedienta, la Palabra de Dios me estaba lavando, estaba obrando en mí. Y fue un proceso, pero fue un proceso que hasta el día de hoy recuerdo las oraciones, la insistencia, mis momentos con Dios, Su Palabra, cuánto quería que Su Palabra se cumpliera en mí, yo quería que su Palabra entrara dentro de mi

¿Sabes porque? Porque creí. Y creer es una elección. ¡Aprende esto!

¿Aceptas esto? ¡Entonces recibe!

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