¿Qué hizo el sacrificio de Ana con Samuel?

Josiane Boccoli

  • 15
  • May
  • 2015

¿Qué hizo el sacrificio de Ana con Samuel?

  • 15
  • May
  • 2015

Para que entendamos mejor la importancia de un hijo primogénito, te voy a decir algo, que hasta hoy en Israel es así.

Cierta vez, antes de ser madre, me preguntaron: “¿Aún no tienes hijos?” Y yo, respondiendo que no, enseguida escuché: ¡¡Ahh! Pobrecita, aún no está “bendecida”.

“Hijo” hasta hoy es señal de bendición en Israel; ellos tienen de 3 a 4 en casi todas las familias.

Entre los árabes el nombre del padre es cambiado después de nacimiento del primer hijo hombre, por ejemplo: en el caso de Gustavo, ahora se llamaría “Padre de Gustavo” (Abu Gavriel), una honra, y siendo así todos sabrían que él ya está bendecido, es decir, que tiene un hijo (hija mujer no cuenta). La descendencia y primogenitura es algo todavía muy fuerte aquí.

Pero sobre lo que realmente me gustaría hablar, es del ejemplo de Ana.

“…siempre que ella subía a la casa del SEÑOR, la otra la provocaba. Y Ana lloraba y no comía.” (I Samuel 1:7)

Vemos que mientras que nos lamentamos y “sentimos”, dejamos de vivir por la fe. Así fue con Ana, durante

años, solo se lamentó, se quedó atribulada de espíritu y sintió tanto, que su tristeza la hacía dejar de comer. Y mientras tanto, no pasaba nada.

Sin embargo, cuando ella “se derramó” delante de Dios e hizo un voto, ¡todo cambió! En el mismo instante, ella ya tenía tanta certeza de que sería madre, que su semblante cambió. Ella fue, comió y adoró a Dios en la madrugada y, ¡el milagro sucedió!

Ana fue fiel, entregó a Dios no solamente a Samuel, sino también 3 becerros, harina y vino, es decir, Ana fue más allá, e hizo un perfecto sacrificio.

¿Ya has pensado, que pidas un hijo que tanto deseas durante años y cuando él nazca, lo entregues a Dios quedándote nuevamente sin ninguno?

Samuel era aún muy pequeño cuando ella lo entregó y lo veía solo una vez al año. ¿Qué coraje? ¿no crees?

Ahora veamos el resultado de todo esto:

  • Samuel se convirtió en uno de los mayores profetas de la Biblia, ungió a los reyes Saúl y David, sirvió a Dios siendo fiel hasta el fin;
  • Ana entregó un hijo a Dios y después fue madre de más de 5;
  • Fue el Sacrificio de Ana lo que transformó a Samuel en uno de los mayores Profetas citados en la Palabra de Dios; existen 2 libros en la Biblia con su nombre, y hasta hoy es recordado como ejemplo y con respeto.

Querida “mamá”, ¡qué gran lección! Si queremos ver la Gloria de Dios en la vida de nuestro hijos, no sirve de nada lamentarse, tenemos que estar listas para sacrificar por ellos, porque nuestro perfecto sacrificio llevará a nuestros hijos a ser siervos del Altísimo y traerá la Llama de Dios hasta ellos, haciendo la diferencia.

Que podamos desde ya prepararnos para este perfecto sacrificio y hacer como Ana, que a través de su cuerpo generó al Samuel físico y a través de su perfecto sacrifico, generó al Profeta Samuel.

Que seamos las “Anas” de hoy.

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5 comentários

  1. la palabra dada y la bendición que el señor dio, sin dudas vendria muchas mas bendiciones.. para ana por su fidelidad

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  2. La mejor decisión que he tomado con respeto a mis hijas es renunciar a mi derecho de ser mama para entregárselo al Señor Jesús en mis oraciones siempre le pido que El se quien tome control de la vida de cada una de ellas

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  3. Cuando uno pone a Dios en primer lugar y no duda cuando sacrifica en el altar da su todo ay una ser tesa de lo que pidió y podemos ver esa trasformación en nuestros hijos con Dios no hay falla el nos da mas de lo que pedimos.

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  4. La vida de Ana es una de las partes que más me gusta y que he aprendido mucho, mientras estemos cegadas por el sentimiento nos lamentamos y no usamos nuestra Fe, pero ella como mujer nos mostró el camino que tenemos que seguir para vencer en cualquier área de nuestra vida.

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  5. Asi es si queremos ver la gloria de Dios en la vida de nuestros hijos, tenemos que sacrificar por ellos, nuestro perfecto sacrificio llevara a nuestros hijos a ser sus siervos, haciendo la diferencia en ellos.

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