¿Por qué pide Dios algo tan difícil?

Estamos aquí para responder directamente a la pregunta: ¿Por qué Dios pide algo tan difícil?

“Entonces dijo Moisés a Dios: He aquí, si voy a los hijos de Israel, y les digo: «El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros, tal vez me digan: «¿Cuál es su nombre? ¿qué les responderé? Y dijo Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y añadió: Así dirás a los hijos de Israel: «YO SOY me ha enviado a vosotros. Dijo además Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: «El SEÑOR, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, y con él se hará memoria de mí de generación en generación.” (Ex. 3:13-15)

Lo que Dios nos pide, en realidad es lo que nos hace salir de nuestra “cajita”, de donde pensamos que jamás saldremos por falta de capacidad para enfrentar determinadas situaciones y vivir otras, en función de nuestro pasado, etc.

Cuando Dios nos pide algo es para que nos quedemos en la total dependencia de Él. No existe la necesidad de estar con miedo al desafío que tienes delante, de lo que pensarán de ti en relación a lo que Dios te está pidiendo. La única cosa que tienes que hacer es obedecer. Y cuando hay obediencia hay reverencia; existe la certeza de que a quien estás obedeciendo, quiere lo mejor para ti y sabe más que tú, la forma de ayudarte.

No hay necesidad de tener recelo de usar la fe. La fe siempre será un desafío y jamás me hará invertir en aquello que normalmente ya hago, sino que me saca de mi estado cómodo.

Todo aquello que Dios me pidió, aparentemente difícil para mi, parecía en ciertos momentos, que era injusto por parte de Él. Como le sucedió a Moisés, fugitivo del Egipto, que tendría que volver para transmitir al pueblo la necesidad de sacrificar en el Monte Sinaí, y que se encaminaran a la Tierra Prometida. ¡¡Y hablar justamente con la máxima autoridad del Egipto!! de quien él anteriormente huía.

Cuando Dios te pide algo no es para que huyas, sino para vencer tus miedos. Él siempre hizo esto conmigo y lo hará continuamente, para que yo me desenvuelva y me quede en Su total dependencia. Y realmente, cuanto más nos quedamos en Su dependencia, ¡más mejoramos como personas y nos volvemos seguras! Porque todos estamos sujetos a inseguridades, pero estás van saliendo a medida que obedecemos, nos desafiamos y somos sensibles a la voz de Dios.

¡Corre a Sus brazos! Dios está contigo. ¡Cree!

Hablaba hace poco con mi hijo, que las personas creen más en sus problemas e incapacidades, limitándose a lo que no consiguen hacer. ¡Pero la fe no es limitada! Es la certeza de cosas que se esperan. No tiene nada que ver con las circunstancias y con lo que está dentro de mi.

Especialmente tú, que estás bautizada con el Espíritu Santo, a quien Dios concedió poder, puedes traer a la existencia lo que no existe en ti, a través del ejercicio de esta fe.

Sin embargo, por lo contrario, incluso siendo de Dios y bautizada con el Espíritu Santo, continuarás estancada, sin conquistas, e incluso corres el riesgo de perder la salvación, por la falta de manifestar la fe. Consecuentemente, la tendencia es volverte un “profeta viejo”.

¡Estos desafíos, situaciones difíciles que tienes que enfrentar y resolver, son un privilegio y una oportunidad de mostrar tu creencia en este Dios vivo!