Obrera con mal aliento…

El mal aliento no es una enfermedad, sino un síntoma de que algo no está bien en tu organismo.

Por eso, es fundamental determinar la causa del olor desagradable en la boca, para introducir el tratamiento que, a veces, puede exigir la participación de especialistas.

Bueno, tal vez te cuestiones, pero ¿qué tiene que ver eso conmigo?

O sino dices: ¡Yo no tengo mal aliento gracias a Dios!

Pero este no es el meollo de la cuestión de hoy.

En el fondo, no es propiamente del mal aliento físico, que se pretende tratar, de aquel que llega a nuestra nariz como un olor nauseabundo. Sino aquel que sale igualmente de la boca y que contamina el interior de quien esta a nuestro lado.

¡Ese es mortífero!

En realidad, conoces tu interior por tus palabras y pensamientos, y cuando estos huelen mal, entonces, ¡revelan un grave síntoma de que tu relación con Dios no va bien!

Vamos a razonar y a analizar juntas:

– Se eres una obrera que constantemente tienes deseo de hablar de los demás, de hablar mal de tus compañeros de Guerra, de llevar y traer “recaditos”, te gusta hacer y oír cotilleos;

– Cuando eres llamada la atención, siempre estás lista para justificarte, mostrando tus razones;

Entonces tienes “mal olor” que viene de tu interior.

El mal aliento físico, con caramelos mitiga su efecto y no afecta a nadie a tu alrededor, lo tratas con un especialista y se resuelve el problema.

Sin embargo, con respecto al mal aliento espiritual, para ese no existen caramelos eficaces, ¡ni tratamientos superficiales!

El tratamiento requiere cuidados intensivos y la intervención de un Verdadero Especialista en el área: ¡Dios!

Pero lo más importante es que quede claro que este tratamiento sólo es eficaz cuando existe por parte de la “paciente” una entrega total 100%.

Sólo cuando la “paciente” consigue sentir su mal olor, y el mal que esto provoca en la vida de los demás, es cuando empieza a tener prisa en tratarse.

Obrera, presta mucha atención al olor que sale de tu boca. ¡Él es la señal de cómo está tu vida con Dios!

¿Consigues detectar qué tipo de olor tienes?