Volviendo al Pasado – 75º Parte
- 11
- Jul
- 2017
Algunos días después de haber cumplido mi voto, Julio fue a llevar lo pedidos del pueblo a Israel, y de allí, fue para una reunión con los líderes, en África del Sur.
Mientras esperaba su regreso, aún en España, recibí la noticia de que iríamos a trabajar en Portugal.
Cuando lo supe, lloré mucho, estaba lista para volver a Inglaterra y continuar el trabajo que empezamos, pero ¡no para un nuevo cambio! No estaba creyendo aquella noticia. Confieso que me dolió mucho, mucho. Tenía tantos planes, tantas cosas que quería realizar en aquel lugar…
Mi agonía se repetía. Era el mismo sentimiento de cuando tuve que volver para hacer aquel tratamiento en España- NO había conseguido hacer nada, no veía los frutos de mi trabajo, ni tuve tiempo para invertir en aquello que veía necesario. Y ahora, ¿me iba así?
En lo más profundo de mi ser, quería tener mis ofrendas aceptadas por Dios y sabía que cuando esto sucediese, los frutos se convertirían en almas ganadas para Su Reino.
Aunque había estado 4 años en España, cuidado de algunas obreras y miembros de la Iglesia, hecho varias reuniones con las esposas de allí y de Inglaterra, sentía que no estaba ganando almas. ¡¿Sabes aquella sensación de hacer mucho, pero poner todo en un saco roto?! Pues si, era así que yo me sentía, y por eso me dolía tanto.
Mi marido me llamó, y percibiendo cómo yo estaba me llamó la atención. Él dijo: “Mimiu, standing still!» Él predicó para mi y me llenó de fe.
Cuando colgué el teléfono, fui directo a mi habitación, doblé mis rodillas y me desahogué con Dios. Me acuerdo de decirle que estaba sintiendo mucho dolor por no haber hecho la obra que Él me confío. Hablé de la frustración de salir la primera vez de España y sentirme inútil; y ahora se repetía lo mismo al tener que salir de Inglaterra. Lloré mucho delante de Dios. Hasta que dije: “Te voy a obedecer. No voy a mirar para atrás, pero sabes lo que hay dentro de mi, Padre, que todo lo que más quiero es saber ofrecer la ofrenda que Tú, Señor, aceptes.”
Después de aquella oración de entrega y desahogo, decidí mirar hacía delante, sin llorar más. Empecé a arreglar mis maletas. Días después, Julio llegó de viaje y los dos fuimos a buscar el resto que había quedado en Inglaterra (buena parte de las cosas, porque pensábamos, que después de los 3 meses, volveríamos para nuestro trabajo allí).
Algunas personas más cercanas de nosotros lo sintieron mucho cuando supieron que partiríamos a Portugal.
Me acuerdo de dos en concreto. Una compañera que acababa de llegar al país, no conocía a nadie, tenía dificultades con la lengua y esperaba encontrar apoyo en mi. Pero con mi partida, ella se estaba sintiendo abandonada.
Hubo también otra esposa, que incluso vivió conmigo en Londres, y lloraba mucho. Yo las miraba y decía, con mucha paz: “No te preocupes, ¡Dios está contigo!”
Me quedé impresionada con mi propia reacción. No salía ninguna lágrima y no sentía dolor al verlas de aquella forma. Parecía frialdad por mi parte, pero no lo era. En realidad, aquella oración que había hecho a Dios, fue realmente una entrega. Aquella seguridad, la paz que sentía y la forma en cómo yo estaba llevando todo, ya era el principio de la respuesta de Él.
Pero aún no había acabado… Él continuó sorprendiéndome, y me envió una señal…
En el próximo artículo cuento más.
Rocio
9 agosto, 2017 a 3:2
Sra Viviane, me he sentido como usted mucho tiempo hasta q decidí hacer lo mismo, su blog me encanta, Dios la bendiga mucho más ❤️❤️❤️ Desde ??????????
Karen
12 julio, 2017 a 18:2
Señora Viviane yo me veo muy reflejada en usted.Vamos venciendo.Gracias y Dios la Bendiga en Nombre de Jesús.