Volviendo al Pasado – 43ª Parte

Viviane Freitas

  • 30
  • Jun
  • 2016

Volviendo al Pasado – 43ª Parte

  • 30
  • Jun
  • 2016

¿Cómo controlar un sentimiento de madre vivido durante 3 años, y “estancarlo” de repente?

Imagínate tú, ¡saber que tus hijos no pueden volver más! ¡Qué dolor! ¡Y los recuerdos que quedaron en tu cabeza! Y la nostalgia, ¿cómo tratar con ella? Y lo peor, para mi, era no entender el hecho de ser una persona de Dios y pasar por todo eso, ¡siendo que personas que ni siquiera piensan en Dios viven con sus hijos e incluso en ocasiones los maltratan!

¿Cómo quedarían esos niños? Un día estuvieron con nosotros, otro día estaban distantes. ¿Cómo estaría la cabeza de esos niños? ¡Además de sentirse abandonadas por los padres biológicos estaban aparentemente siendo rechazados por 2ª vez!

Tantos pensamientos me rodeaban, ¿y las personas que nos conocían? Indagaban al principio dónde estaban los niños…
Qué duro era tratar con esa pregunta, porque además de intentar controlar mis sentimientos, también tenía que hacer que las personas comprendieran la situación que estábamos viviendo.

Así como nosotros no entendíamos el motivo por el cual estábamos pasando por eso, había personas que indagaban sobre lo que habíamos hecho con los niños. Algunas incluso pensaron que ya no los queríamos, hubo rumores de que estábamos rechazando a los niños por las dificultades.

¿Y qué decir a las personas? Nada, porque hasta al hablar del tema, nos agobiábamos.

Nuestra rutina seguía igual, Julio seguía con su trabajo en la Obra de Dios, dando fe, vida a los necesitados, y yo volví a una rutina de esposa sin hijos. Vivir con e dolor, yendo a la iglesia, tratando con otras esposas, sin ni siquiera poder contar con ellas.

Dolores y más dolores, parecía que era incontrolable el dolor, pero aparentemente parecía que lo hacía porque no lloraba.
Me quedaba con todo “clavado” dentro de mi pecho, en está época parece que me olvidaba respirar, quizá suspiraba bien profundo, intentando recuperar esa falta.

Viví situaciones muy extrañas en relación a todo lo que pasaba en mi interior, una vez conseguí detectar algo horrible dentro de mi ser: Yendo al mercado, haciendo compras, sucedió que una niña lloraba por algo, conseguí escuchar desde el otro pasillo e instantáneamente me dije a mi misma: “¡Ves… tuvo un hijo! ¡Ahora aguántate!”

Cuando dije eso, en mi interior, percibí que no era una reacción natural de Viviane, nunca me molestó ningún niño antes. Claro que el lloro de un niño no es agradable, pero todo lo que estaba ligado a cualquier niño y madre, parece que no lo aceptaba muy bien. Porque dentro de mi aparentaba tener una indignación…
No entendía en mi interior, inconscientemente que alguien tuviese hijos y viviese todo en su función normal, parecía que era un tipo de envidia.

Nunca fui así, envidiosa por lo que no tenía, pero delante de tantos dolores y conflictos, fui teniendo una reacción desconocida y vergonzosa.

En el mismo instante me dije a mi misma: “¿Qué estoy diciendo en mi interior? Dios mío, no puedo oír un lloro de un niño que me da rabia de la madre? ¿por qué me pasa esto?”

Era una confusión de sentimientos mezclados con indignación.

Pero era consciente de que todo lo que estaba sintiendo no era lo que iba a dictar mi vida, por lo contrario me iba a enseñar a entregar. Eso es, iba a luchas en contra de las defensas de mi carne, que por fin, estaba indignada con la vida.

Es en el momento de la prueba que se conoce quien realmente somos y qué tipo de fe profesamos.

Dios permitió que todo eso sucediese, y en realidad, en el momento fue todo muy doloroso, pero al mismo tiempo me dio una experiencia que jamás tendría si fuese apenas siendo consciente de la Palabra de Dios.

Dios es tan paciente y tan misericordioso, sólo Él para entendernos y enseñarnos, él no me condenó, no me reprendió en esa hora; por lo contrario, Él se quedó en silencio, y me dejó pensar conmigo misma para así sacar mis propias conclusiones, delante de la fe y de la situación que estaba viviendo.

¡Esto para mi es lindo! Es respeto, es el espacio que necesitamos para poner en orden nuestra propia cabeza, la situación. Y medir con la fe y no solamente con las emociones.

Las emociones son los primeros síntomas, todos nosotros sentimos, pero la fe consigue discernir todo; pesa, evalúa y mide, y sólo el tiempo o el silencio pueden dar eso.

Delante de muchas cosas no conseguimos entender lo que nos pasa, en el momento, pero más adelante ciertamente tendremos alguna respuesta. Y acompañando mi Diario, vais a entender el motivo de esos dolores.

Vas a entender incluso las reacciones de las personas que no te comprendieron como esperabas.


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1 comentário

  1. Sra. Gracias por compartir esta experiencia, es veradad solo savemos quien somos cuando pasamos por cituaciones dificiles!!!

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