Diario : Yo No lo Entendía… así (4ª parte)
- 14
- Abr
- 2015
Yo me identifiqué con aquella Mujer Samaritana. ¡Dios mío!, vi como mis reacciones eran exactas a las de ella.
Cuando el Señor Jesús le pide agua, inmediatamente ella responde: “Entonces la mujer samaritana le dijo: ¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (Porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos.)” Juan 4:9
La respuesta de aquella mujer era casi la misma que yo había hablado con Dios en mi oración, “¿Por qué me pides a mi? Pide a otra madre su hijo, a alguien que vivió con su hijo toda la vida, no a mi ¡¡¡¡qué he vivido apenas unos meses con él!!!! ¿Te acuerdas del 1º diario:«Diario:Yo No entendía…así…(1a Parte)»
El dolor era tan fuerte al ver mi egoísmo, que casi no podía creer como había reaccionado así, con quien siempre me comprendió, y me dio vida. ¿Cómo fui capaz de tener miedo de dar? ¿Cómo fui capaz de sentirme así? ¿¿¿¿Cómo fui capaz de comportarme así, delante de Aquel que me redimió de mis pecados????
Cuando mis ojos se volvieron a la raíz del problema, que era mi egoísmo, yo desfalqué mis ojos de mi carne, y sentí dolores durante días, no dolores de acusación o sentimientos de culpa, sino de arrepentimiento.
Y cuando leí, la parte que más me llamó la atención fue:
“Respondió Jesús y le dijo: Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: «Dame de beber, tú le habrías pedido a El, y El te hubiera dado agua viva.” (Juan 4:10)
Cuando Jesús dijo: “Si tú conocieras el don de Dios.” Yo entendí inmediatamente que si Lo conociese, no tardaría tanto en dar. No actuaría con resistencia, sino que pronto entregaría todo lo que Él me pidiese.
Sabes bien que cuando conoces algo, no tienes recelo o miedo, ni desconfías ¿no es verdad? Por lo contrario, te quedas tranquila.
Entonces, ¿por qué yo estaba con recelo y miedo? Estaba desconociendo la dádiva de Dios.
Incluso sabía que tenía razones por el dolor de la pérdida que aconteció, y marcó mi vida, pero ninguna razón justifica la fe, la fe en Dios, que es certeza de cosas que se esperan y convicción de hechos que no se ven.
La fe no esclaviza, por lo contrario, nos lleva a la liberación, a la vida.
Continuando en las Palabras de Jesús: “y quién es el que te dice: “Dame de beber…” Si yo estuviese dando prioridad a mi Señor Jesús, jamás actuaría así.
¡Cómo se abrieron mis ojos! Dios mío, era como si estuviese con los ojos vendados.
El egoísmo, el querer asegurar aquello y no entregarlo, no estaba dejándome vivir la fe, ni tener paz. ¡¡¡¡Mira cuanto dolor pasé sólo por resistirme a entregar!!!! No era necesario pasar por eso, pero todo cooperó para mi fe, aprendí la lección.
Percibí que en ciertos instantes en tu vida, la tentación de proteger con uñas y dientes aquello que sacrificaste, te esclaviza. Cuanto más quieres asegurar algo, más quieres confiar en tus recursos y no en Dios.
Nosotros no somos tentados por algo que no llama la atención, sino por cosas que hacen parte de nuestra vida personal.
Y es por esta razón, que tenemos que estar siempre atentos a nosotros mismos, tenemos que mantener nuestra salvación día a día, porque somos tentados por nuestras necesidades y deseos.
Cuando oímos la Palabra de Dios de forma sedienta, queriendo encontrar respuesta para un objetivo, no para resolver un problema, sino para servirle a Él, es cuando Él trae el agua viva.
Yo estaba sedienta.
Voy a ser sincera, por más que era consciente de la fe inteligente, era muy difícil ver el motivo por el que tenía que entregar, sin embargo, estaba en lo correcto, aunque costase todo lo mío, yo iría a pagar el precio; Dios se lo merece.
“…tu le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva.”
Si yo le pido a Él, Él no solo me dará vida, sino que me hace tener agua de vida también para dar a otros.
Yo le pedí a Dios el Agua que Él tenía para ofrecerme, y realmente Él me la dio.
Acompaña los resultados en el próximo artículo.
Jessica De Rivera
21 julio, 2015 a 16:2
Buenos días Sra; realmente Sra la Fé nos liberta pero el sentimiento nos esclaviza, y nos hace perder conocer a Dios.
Cuando oímos la Palabra de Dios de forma sedienta, queriendo encontrar respuesta para un objetivo, no para resolver un problema, sino para servirle a Él, es cuando Él trae el agua viva.
Gracias por su ayuda; la amo .
Andrea Elizabeth
15 abril, 2015 a 20:2
Es maravilloso señora! Realmente a veces nos compenetramos tanto en «guardar» lo que creemos que Dios nos dio para siempre, y olvidamos que, viviendo a Su entera disposición, Él puede entregarnos algo, pedir ese algo de nuevo, volver a prestárnoslo, y así constantemente, peor porque fuimos nosotros quienes Le entregamos ese poder: nuestra voluntad, nuestra vida. Todo lo que Dios hace con nosotros es para nuestro bien, enseñarnos, hacernos crecer, madurar. Es lo que nos enseñó con el ejemplo de Abraham, y, ahora, también con su ejemplo!
Me gusta muchísimo esta sección de sus artículos, a cada día me hacen crecer más y más en lo espiritual! Dios la bendiga muchisisisimo!! Un besito!