Diario: Yo No lo Entendía… así… (1ª Parte)

Viviane Freitas

  • 25
  • Mar
  • 2015

Diario : Yo No lo Entendía… así… (1ª Parte)

  • 25
  • Mar
  • 2015

¿Podéis creer que en todos los viajes pido a Dios que me revele algo que Él quiere?

Y me parecía que no estaba oyendo Su voz… Esto ocurrió este año, en 2015. Y vas a entender muy bien el por qué y también vas a detectar por qué a veces tienes tanta dificultad en oírlo.

Bueno… para comenzar el año de 2015, no fue con sonrisas, ni maravillada por lo que conquisté en el año 2014, sino con los pies en el suelo. En el último mes del año 2014, diciembre, hubo la campaña de Israel. En la cual yo participé sabiendo cual sería mi sacrificio.

Dios mío, ¡qué sacrificio!– Decía yo…

Es lo más parecido a estar donando todos los órganos internos que tengo en mi cuerpo; y me estoy quedando sin ellos para mis necesidades, de tanta sensación de dolor.

Durante un tiempo pedí por la salvación de mis hijos. Pero nunca estuve tan segura en pedir, porque pensaba que yo no tenía ese derecho. Por eso me refiero que hace un tiempo comencé a pedir, sin embargo, al final del año 2013, realmente empecé a tener el deseo, y de deseo se convirtió en una voz dentro de mi, diciendo que si yo pedía, yo tenía que materializar ese pedido. Tendría que hacer algo en pro de esto, tendría que entrar en contacto.
Y para hablar claro, yo tenía mucho recelo en entrar en contacto con ellos, porque nunca tuvimos la oportunidad de explicarles la situación, y ya había intentado contactar de algunas formas… pero todas fueron frustrantes ya que no había respuesta.

Yo contactaba con Vera de vez en cuando. Pero ella lo ignoraba y eso me hacía daño más que cualquier otra cosa… Sin embargo, ahora, delante de la fe que yo tenía, tenía que pasar por encima del miedo, e imponer mi creencia, sin dejarme someter a lo que el miedo me indujese.

A finales del 2014, Dios me pide a Luis, justo en el momento en el que estaba cosechando mis mejores días.
Él ya bautizado con el Espíritu Santo, entendiendo más las cosas de Dios que al principio, y también dedicándose más a Dios.Fue en el momento de mi “cosecha”, de verle como hombre de Dios y participando también del proceso de su aprendizaje; Dios me pide justo a él.

Antes de presentar el sobre en el altar, ya estaba llevando a mi hijo a dormir en la Iglesia con los Iburds. Él de muletas, debido a la recién operación de rodilla.

Cómo lloraba de dolor; cómo gritaba mi alma de dolor, ya estaba entrando dentro del sobre; le dije: “Hijo, los dos estamos entrando dentro del sobre. Tú y yo.”

Durante días yo lloraba… sin control del momento que fuese. Era en el carro, en casa y en todos los momentos.

Justo cuando finalmente sería su madre, para cuidarle, el único privilegio que tendría desde que él llegó hasta mi; y él es llevado.

Bueno, así fue determinado por Dios para hacerlo, entonces fue hecho así.

En este transcurso… después viajé a Israel y supe que él iba a viajar. A un lugar que nunca imaginé.
Puedes creerlo, era el lugar más distante que yo nunca imaginé que existiese y que tuviese almas.

Cuando supe esto, y fue levantado como Iburd para ir a una misión… Dios mío, no hice ninguna fiesta, como normalmente suelo hacer en todo lo que tiene que ver con la Obra de Dios, esta vez me quedé callada y con un dolor insoportable en el alma.

Pensamientos vienen y van… “Ahora nunca más vas a ver a tu hijo. ¿Y cómo será? ¿Quién va a sustentarlo ahora como un recién nacido de Dios? ¿Quién va a orientarlo?…”

Y continuaban los pensamientos siendo alimentados por los sentimientos diciendo: “Dios Mío, él ni siquiera tiene derecho a tener la referencia de lo que es tener un padre de Dios, ni una madre de Dios. Llevamos apenas 9 meses (tiempo de un embarazo) con él. ¿Cómo va a tener él para la vida, la referencia que adquirimos con el tiempo que vivimos con los padres?…”

Hasta que un día, mis padres estaban desayunando conmigo y con Julio, y más, el Obispo Marcelo Pires y su esposa Marcia también. Y yo no conseguía contener las lágrimas, salí de la mesa y me fui a llorar al baño de tanta agonía, dolor del alma; doblé mis rodillas, y lloraba… mal conseguía hablar sin respirar, sólo en medio del sofoco pedía: “¡Ayúdame Señor! Yo sé que estoy siendo egoísta. Pero te pido que me ayudes a tener fuerzas para entregártelo…”

El dolor era tan grande, que esa fue la 3ª vez de mi vida que lloré tan intensamente sin aliento para respirar. De tal agonía que tenía.

Yo continuaba diciendo, “yo sé que tengo que dar”. Sin embargo, mi ser decía lo siguiente a Dios: “¡No quiero saber de ese lugar! Yo sacrifiqué mis sueños y futuro para servirte, y después de tanto tiempo, cuando tuve la fe de pedir e insistir en el pedido, que con tanto sacrificio conquisté, ¿ahora Dios me pide a mi hijo? ¡Pide a otros hijos que estuvieron con su madre toda la vida!”

Julio apareció, porque él sabía que yo no estaba fuerte. Y él vino con tacto, medio preocupado por mi, y me vio en la alfombra del baño, llorando, pidiendo fuerzas. Cuando él vino, me preguntó – ¿qué ocurre Mimiu? – Yo le dije, Julio, es difícil entregar a Luis. Yo sé que estoy siendo egoísta. Pero no puedo… va más allá de lo que puedo soportar.

El dolor que sentía, era como si volviese a hace años, cuando tuve que dejarlo ir y no tener nunca más noticias. ¿Cómo dejar que se vaya? Si siempre que hablaba de ellos, era para expresar lo que no había desaparecido de dentro de mi. El cariño, el amor, la nostalgia estaban allí, medio escondidos.
Siempre que hablaba, era una forma de sacar aquello hacia fuera, lo que nunca dejó de existir. En todos los lugares que pasé, después de la pérdida de ellos, yo contaba el testimonio de lo duro que fue, pero por increíble que parezca, yo siempre lloraba, al menos sin avergonzarme. Las esposas de los pastores, pobrecitas, tenían que oírme hablar de mi pasado… Hacía de ellas como mi único refugio para expresar algo que cargaba en mi interior. Porque a Julio no le gustaba hablar del asunto, él también tenía la herida de sentirse impotente delante de aquella situación que estaba fuera de su alcance.

Entonces… Julio me dijo lo siguiente, de forma tan sencilla, sin ningún dolor: “¡Miu, es el Isaac que estamos ofreciendo a Dios! ¡Deberías estar feliz en tener ahora el Isaac que estamos ofreciendo! ¡Y alegrarte en presentar tu mejor!

¡Todo lo que él dijo era lo opuesto! ¿Puedes creerlo? No tenía ningún placer en ofrecer aquel sacrificio.

Esto ocurrió días antes de la Retrospectiva 2014 (27 de Diciembre de 2014). Justo esa semana. Yo tenía responsabilidades. Tenía que estar bien para presentar una ofrenda aceptable en el altar, y allí estaba yo… sin ninguna condición delante de aquello que estaba viviendo.

Hasta que le pedí a Dios fuerzas, en el baño y ¿sabes lo que hice?, empecé a “coger el barco” a resolver todo lo que tenía que resolver. Dejé de dar atención o dar tiempo a que la emoción pase, para agilizar. Empecé a tomar actitudes decisivas.

Dejé de estar con mis padres, y me fui a la Iglesia, me quedé todo el día allí para resolver como sería la retrospectiva. Alteré el guión de lo que sería, quité las cosas que no iban a añadir nada, evalúe todo, no quería algo emotivo en nada, incluso delante del dolor que estaba viviendo yo era consciente que estaba dentro del sobre, tanto yo, como Luis.

No me centré en mis necesidades, las eché a un lado. Fui andando, incluso “molida” por dentro.

Hice una oración a Dios: “¡Oh Dios! Tu pueblo no tiene la culpa de lo que yo estoy viviendo ahora. No tienen el derecho de recibir migajas, ni de recibir apenas conocimiento. Porque sé que en todo me has bendecido, y has hecho que tenga siempre el qué decir. Pero no quiero decir apenas Tu Palabra, sino ser Tu Palabra en el altar. Perdóname, te entrego a Luis, cueste lo que cueste. No voy a hacer, ni sentir lo que mi derecho dice, o mejor dicho, lo que mi carne dice. Sino que voy a servirte y este pueblo no recibirá apenas una palabra, va a recibir vida porque yo estoy viviendo la entrega que más me cuesta.”

Llegó el día de la Retrospectiva, y allí estaba yo, calmada, serena y tranquila. Sin embargo, estaba a dieta, pero en ese momento no tenía nada de hambre, no quería comer, me daba asco mirar a la comida, (Cuando no tengo hambre, ciertamente algo no está bien) pero me acordé de Ana, después de su ida al Templo y haber hecho su voto a Dios, ella comió. Yo tenía que hacer lo mismo, sin hambre, y con asco de la comida.

Lo hice, comí hasta lo que no hacía parte de la dieta, no con satisfacción, sino porque no aceptaba vivir por lo que sentía.

Yo tenía que comer, mi cuerpo temblaba de debilidad y necesitaba estar bien. El pueblo tiene que recibir vida, y Dios también tiene que ver que no estoy disfrutando nada de lo que estoy sintiendo. Por lo contrario, ¡no quiero sentir esto! ¡Soy yo quien no quiere presentar esto en el altar!.

La Retrospectiva 2014 en Lisboa, fue la mejor de todas las que ya he hecho. Desde el principio hasta el final, vi a Dios en todo. Él estaba sustentando mi cuerpo y también mi sobre en Sus manos. Porque estaba muy pesado… todo lo que yo poseía en aquel momento.

(continuará …)

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11 comentários

  1. Buenas tardes,
    Cuando DIOS nos pide algo, el no pide aquello que no duele y que para nosotros es fácil de entregar él siempre pide lo que mas nos duele y nos cuesta dar pero mientras mas dolor mayor es la respuesta y aunque al principio no entendamos…

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  2. Buenas tardes sra. Vivi
    Gracias por compartir su experiencia y hacernos ver que a pesar de los sentimientos, las luchas internas y carnales que tenemos, confiar en Dios y ser fuertes (aunque no sea nada fácil) nos dará ese empujón para salir hacia delante y hacer lo correcto.
    Gracias señora.

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  3. Muchas gracias Sra. Viviane por compartir sus experiencias de madre, eso me motiva para no flaquear en momentos difíciles dejando que los sentimientos me derrumbe. Día a día lucho por mantener mi fe en Dios sabiendo que Él, cuida de mi pequeño, solo imploro de Su fortaleza cuando me atacan aquellos pensamientos del pudo ser y no fue! Cómo estará él? Cuánta falta le haré y cuánta falta me hace. Es tan grande el deseo de tenerle conmigo, prepararle la comida que le gusta, platicar, enseñarle el camino de la fe, ir juntos a la Iglesia, evangelizar, compartir experiencias, etc….son tantas cosas que quiero hacer y ahí me invade el dolor, pero recurro a los pies de Jesús con la certeza que Él le cuida y todo llegará en su momento, en Su tiempo, vivo como madre de fe en fe. Son casi 10 años que no le tengo conmigo, pero mi fe me hace confiar, pues Dios es tan grande y misericordioso que me permitirá algún día estar con él.

    Dios la bendiga señora.

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  4. Muy fuerte Sra. Todo lo que usted paso!
    Pero Dios es tan grande que nos renueva las fuerzas y no sustenta para seguir.
    Gracias también por compartir sus experiencias que muchas veces pensamos que nadie paso…
    Gracias nuevamente y que Dios la bendiga mucho más.

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  5. Es increíble ver la manera de como Dios nos pide un Sacrifico Vivo así como lo hizo con Abraham, las palabras del Obispo Julio eran muy ciertas «es el Isaac que estamos ofreciendo a Dios! ¡Deberías estar feliz en tener ahora el Isaac que estamos ofreciendo! ¡Y alegrarte en presentar tu mejor! »
    Cuantas no son las veces que Dios nos pide algo y muchas veces dudamos en quererlo dar pues es algo muy importante y valioso para nosotras, aunque sea dolorosa la entrega que estamos haciendo, siempre tenemos que recordar que si Dios pidió aquello es por que tiene un propósito. Y grandes Bendiciones vendrán, así como hizo con Abraham todo se basa en su Obediencia. NO podemos hacernos los sordos ni los ciegos ante un pedido que Dios a hecho. Pues así como bendijo Abraham por su sacrifico así mismo hará con nosotros.

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