De Hijos para padres: Inclinación humana

Viviane Freitas

  • 24
  • Mar
  • 2015

De Hijos para padres : Inclinación humana

  • 24
  • Mar
  • 2015

Cuando todavía era muy joven, me cuestionaba de dónde vendrían nuestros malos instintos. Cómo alguien podría convertirse en un ladrón, mentiroso compulsivo, a alguien predispuesto a traicionar y engañar consecutivamente…

¡¿Habría injusticia y “predestinación”?! Estarían unos destinados a ser “ciudadanos ejemplares” y otros se volverían, naturalmente, personas al margen de la “moral y buenas costumbres”?!

Cuando conocí el Centro de Ayuda y fui aprendiendo, la luz de la Biblia, nuestra verdadera “raíz” y nuestro principio, pude empezar a entender por qué nuestras elecciones equivocadas resulta que son de la inclinación humana.

¿Cómo?

¿El ladrón nace ladrón? ¡No! Pero en algún momento, en una determinada oportunidad, la tentación dio a luz una acción; la codicia dio a luz al pecado. Y el diablo está atento cada segundo, percibiendo la respectiva “inclinación”, y se ocupa de “potencializarla”.

“Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal y El mismo no tienta a nadie. Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión.” (Santiago.1:13,14)

Por eso hay personas supuestamente tranquilas, que cuando son dominadas por los celos son capaces de matar; por eso muchos “buenos” maridos, insatisfechos dentro del hogar y que no invierten continuamente en su matrimonio, terminan “rindiéndose” a la tentación de la mujer ajena; por eso tantos hijos, hoy, agreden inconsecuentemente a sus padres o educadores…
Un pensamiento, una mirada, un gesto, una pequeña actitud por la que no son reprendidos y es expulsada desde la raíz, o disciplinados por quien tiene el derecho, pueden volverse en una “chispa” que arderá en llamas – y del infierno – nuestra vida y la vida de aquellos de quienes somos responsables.

Así como Dios potencializa nuestras cualidades, cuando nos sometemos a Su voluntad y vivimos de acuerdo a Su Palabra, el diablo también puede usar nuestras tendencias erradas, si aceptamos vivir con las mismas.

– Si hoy ves “gracioso” que tu hijo pequeño mienta, porque él es demasiado pequeño para ser disciplinado, no te olvides que además de que no es correcto, esto puede volverse en algo natural para él, sino es corregido
– Si ves “normal” que tu marido salga frecuentemente con “amigos” para tomar un café, o que salga sólo, observa si realmente tu falta de atención no está dejando qué desear.
Si tu presencia no se nota, tu falta tampoco, en breve, no serás notada;
– Si tu hija, que es aún pequeña o adolescente, ya le gusta vestirse de forma sensual y tú apoyas o alimentas esa inclinación, sin cuidar de enseñar los respectivos límites, no te asustes en el momento en que ella quiera salir de casa prácticamente desnuda para encontrarse con los amigos…

¡Y así es en relación a nosotras mismas! ¿Cuál es nuestra inclinación?

“Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne.”
(Gl.5:16)

La única forma posible de sobrepasar esta “inclinación” humana, es naciendo de Dios, matando nuestra naturaleza carnal. Y vivir esta fe continuamente, día a día, todos los días, porque nosotros hasta podemos convertirnos, pero el diablo no… ¡y pelea incesantemente por nuestra alma! Él no nos puede obligar a nada, porque no es señor de nuestro libre albedrío, pero puede inspirar, como lo hizo con Eva (Gen 3:1) y potencializar, como ocurrió con Saúl, a partir del momento en que él envidió a David. (1Sm 18:9)

Sino percibimos hoy las “señales”, como hablábamos la semana pasada, difícilmente vamos a percibir cuando una enorme “tempestad” venga sobre nuestra vida.

“La voz que oímos es el “señor” de nuestra vida.”
Obispo Macedo

Dejar un mensaje

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

1 comentário

  1. Tiene toda la razón Sra. Viviane, si no vigilamos día tras día, el diablo está al acecho constantemente para hacernos caer. Sólo así podemos vivir en el espíritu, negando nuestra inclinación carnal, haciendo todo lo contrario de lo que la carne quiere. Y haciendo la voluntad de Dios, es decir lo que más nos cuesta.

    Ver más