Mi Defensa – El Veneno

¿Cómo me defendía?

Mi defensa era ignorar a mi hermana y no mostrar tanta importancia a sus consejos. En otras palabras, manifestaba… O R G U L L O.

Aunque fui criada en una cuna evangélica, con las mejores enseñanzas y atención que podría recibir…
No sirve de nada; tú y yo podemos recibir delo mejor como de lo peor, sin embargo siempre vamos a manifestar lo que no es bueno.

No es de admirar porque el propio Señor Jesús dice que no somos buenos; apenas uno es bueno, y ese es Dios.

Pero nosotros nos consideramos “buenos”, y pensamos que nuestro “modo de ser” solo es para defendernos, de una supuesta falta de cuidado de los demás. En realidad, esas mismas defensas se vuelven pesadas e intolerantes a los ojos de los otros, porque no sólo manifestamos orgullo, sino también egoísmo.

Criamos problemas internos y guardamos en nuestro interior cosas que no sirven: Veneno, que acaba corrompiendo nuestra pureza en malicia.

Sólo hubo un remedio para este problema profundo: Cuando no soporté llevar tantos dolores y conflictos, vi mi injusticia y busqué a Dios como pecadora.

Aquí está mi secreto: Buscar como pecadora y no apenas como quien cometió un fallo.

Y ¡¿Cuándo te ves de esta forma?! ¿buscando de forma superficial o religiosa? ¡¡¡¡No!!!! ¡¡¡Mil veces no!!!

De forma sincera… Di todo lo que sientes, dirigiéndote especialmente a la meta que quieres alcanzar. Y eso fue lo que hice.

Mi fe resolvió mi problema interno, solamente porque quise obedecer a lo que esta escrito.

Te preguntarás: ¿No tienes vergüenza de hablar de esta forma, tan transparente?
Yo respondo: ¡No!

Y ¿sabes por qué? Porque yo debo explicaciones a Dios y no al mundo. A partir del momento en que se pierde la vida, en función de Dios, somos independientes del mundo, de la sociedad y de las apariencias. Queremos apenas la verdad, y nada más interesa.
Servir a Dios es maravilloso. Él hace todo nuevo. Hoy no tengo nada que ver con mi pasado.