“Me encanta mi cabello…”

Viviane Freitas

  • 23
  • Mar
  • 2013

“Me encanta mi cabello…”

  • 23
  • Mar
  • 2013

Allí estaba yo, sentada en la silla de la peluquería, distraída leyendo, cuando de repente, algo me llamó la atención, y comienzo a oír lo que las peluqueras estaban hablando (¡algo que no es mi costumbre!).

Veo aquella escena: Una buscando ayuda, porque su alma pedía socorro, y la otra, sin conseguir ver su dolor, la criticaba.

En el mismo instante, dentro de mi, ¡gritaba! Yo tenía que ayudar, pero otra voz decía que no era un buen momento: “ella no te va a prestar atención. Además, la otra va a comenzar a criticar y a empeorar la situación. ¡¿Y si ella, con rabia estropea tu cabello?!”

Si, esos fueron los pensamientos egoístas que vinieron a mi cabeza. ¡Pero estaba decidida a hablar con aquella mujer! Sólo esperaba un momento para conseguir estar sola con ella.

En mi cabeza ya tenía todo esquematizado: “A la hora de pagar, voy a llevarla a un rincón y hablarle.”

Yo me veía en el espejo y estaba roja de tantos “nervios”. La otra peluquera no nos dejaba ni siquiera un minuto; parecía un tormento sin fin. De repente, vino una funcionaria a cobrar. Yo ni siquiera había acabado, ¡nunca había ocurrido eso! Tuve que pagar allí mismo, aún estaba sentada.

“No puede ser, ¡tengo que hablar con ella! Bueno, cuando termine, yo hablo, no hay problema,”

– “¡Ya está!” Dijo la otra peluquera. En el mismo instante, ni miro debidamente al espejo para mirar mi cabello, miro a los lados buscando a la otra señora. ¡¿Dónde está?!

En cuestión de minutos, ella había salido y yo no me había dado cuenta. ¿Cómo puede haber ocurrido? ¡No me lo creo!

Agradezco, y salgo de allí con una “sonrisa”. Voy al encuentro de mi esposo y, con tono de víctima, le cuento lo ocurrido.

No tuve la culpa de que ella se hubiese ido; yo quería hablar…

En realidad, ni me acuerdo lo que él dijo, pero dentro de mi ya tenía la respuesta clara: Yo había negado mi fe. La cuestión era, ¿por qué?

Dentro de mi había un dolor muy grande. ¿Cómo fui capaz de hacer eso? Era inexplicable, y nada me consolaba.

Pedí perdón a Dios con toda mi fuerza, y oré por aquella señora. Estaba segura de que había sido perdonada, pero el problema dentro de mi aún no estaba solucionado.

Pedí a Dios que me mostrase quien era yo, porque no sabía el por qué de esta reacción. Y fui respondida conversando con una amiga. La conté lo que había sucedido, y el dolor que estaba dentro de mi, y ella fue directa y clara: Tú no has vencido la inseguridad que está dentro de ti…

Yo solo lloraba. Sabía que por causa de eso muchas almas estaban sufriendo, y yo, pudiendo ayudar, estaba en silencio.

¡Pero salí de allí decidida a cambiar! Podía venir lo que fuese, aunque doliese aún más, no sería un problema, tenía que haber un cambio.

¡Mi lucha comenzó! Hice mis propósitos con Dios, pero además de eso empecé a hacer no lo que no tenía costumbre, por ejemplo, si no tenía ganas de acercarme a una persona con la que no tenía mucha conversación, yo me acercaba. Si tenía vergüenza de hablar lo que realmente estaba pensando, hablaba. No tuve miedo de mostrar quien realmente era yo.

Y comencé a percibir que eso ya no era tan difícil para mi, y también fue cuando empecé a ver mi cambio.

Hoy, quien me conoce, sabe a través de mi mirada, si me gusta o no algo; soy transparente, muestro lo que realmente soy. Si estoy equivocada, no tengo problema si soy corregida, para mi es una oportunidad de desarrollar más. Y, si estoy en lo correcto, enseño con mi ejemplo.

Cuando comenzamos a conocernos, y a ver nuestros propios errores, sentimos mucho dolor, pero ese dolor provoca una reacción que cambia todo. Entonces, no tengas miedo de enfrentar tus errores. ¡Persigue, acaba con ellos y se libre!

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1 comentário

  1. es muy cierto, hay que vencer los miedos, habeces, no avanzamos por el que diran, porque, aun no estamos hablando cuando nuestra mente ya creo una historia completamente ridicula, entonces, hay que luchar para vencer, porque Dios no quiere gente con miedos quiere vencedores.

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