Manicura Francesa

Me encanta hacerme las uñas; yo misma sé limpiarme las cutículas, tardo bastante tiempo para terminar todo el trabajo, pero me quito toda la cutícula hasta que quede bien “al fondo”.

Sé pintarme también, pero demoro unas tres horas para quitarme las cutículas y pintarme solita.

Para mi, no hay ningún color que sustituya la francesa, veo la francesa discreta, sencilla y limpia.

Normalmente procuro a alguien que cuide de mis uñas, para ganar tiempo, me gusta saber hacer de todo; porque quien está en la obra de Dios, no sabe del día de mañana; si las condiciones financieras lo van a permitir; no sé si habrá alguien que sepa hacerlo de la forma que me gusta, o si en el país donde vivo, hay quien lo haga.

Por eso aprendí, y aprendí porque no tenía quien lo hiciese, lo hago bien, cuando hay a alguien que las arregle por mi, muy bien; pero cuando no hay, yo misma me las hago.

Me encante “hacerme” mis uñas. Cuando tengo tiempo incluso me relaja cuando yo misma las hago, se las “hice” a otras personas también y con placer de servir ¿por qué? porque ya necesité y no encontré a nadie disponible para hacerlo.

Es muy bueno “desenvolvernos” solitas y no depender de nadie, cuando nosotras mismas sabemos resolverlo.

La fe nos enseña a depender exclusivamente de Dios, e invertir en nosotras mismas para traer a la existencia aquello que nos falta.