La Renuncia continua

Viviane Freitas

  • 19
  • Oct
  • 2013

La Renuncia continua

  • 19
  • Oct
  • 2013

Hace 4 meses, llegó una viuda muy abatida en la Iglesia donde estoy.


Ella debe tener unos 40 años, estaba desanimada y descuidada. En el atendimiento mi esposo le dijo: “¡Señora, quién murió fue su marido y no usted!”.

Confieso que no sé si yo tendría coraje para hablar lo mismo, con esas palabras. Pero fueron justamente aquellas palabras que también se quedaron en mi cabeza, grabadas. Yo no lo entendía, pero después de aquello, yo siempre me acordaba de las mismas palabras.

En aquella misma hora la señora escuchó, razonó y el resultado fue magnífico: ella está transformada, feliz, prosperando, firme en la fe, incluso el último Lunes trajo sus diez funcionarios a la Iglesia para que asistan a la reunión.

Hace dos semana murió mi madre. Fue ella quien me adoptó, me crió, me enseñó. Recibí la noticia cuando estaba en el ascensor, yendo a un curso en la Universidad para conocer más al respecto de las leyes del país, para ayudar a los millones de mujeres víctimas de violencia de género. El curso duraba 4 horas.

No regresé. Entré en el coche y conduje, llevé y traje a mis amigas, percibí el silencio de ellas en el transcurso. Yo sabía que no podía hacer nada más, estoy en otro país, a kilómetros de distancia, estoy en Ecuador haciendo la Obra y soy de Santa Catarina, lo único que me importaba era su Salvación. Pude hablarla de Jesús, y aquellas palabras de vida vinieron a mi mente: quien murió fue ella, no tu. En el momento no es fácil, sentí el dolor de la pérdida, como cualquier otro ser humano, más aún porque hacía algunos años que no la veía. Aunque algún día yo visite Brasil, sé que ya no tendré su abrazo, pero todos los días aquí, a cada mujer que veo, puedo “abrazarla” con una palabra de fe, ¡cómo si fuese mi propia madre, o mi propia hija, o mi hermana! Si yo no tuviese el mismo amor por todos, ese amor no sería el de Dios.

Hoy no tengo nacionalidad, mi nación es Universal. Hoy mi familia no es solamente la biológica, sino los que siguen la Señor Jesús.

Todo eso ocurrió un sábado. El domingo por la mañana yo estaba allí, en la reunión, de uniforme, sirviendo y salvando. Mi esposo me preguntó cómo estaba y mi respuesta fue: aún tengo como mínimo siete millones de almas para salvar.

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4 comentários

  1. son muy fuertes sus palabras señora. Yo creo que es muy feo pasar por esas situaciones la verdad parece que el mundo se te viene abajo parece como si no tienes mas vida pero hay esta también nuestra comunión con dios el es el único que nos da fuerzas para seguir adelante y mirando solo para el

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  2. que fuerte y es verdad cuando uno entrega su vida cien por ciento a Jesús el te da la fuerza para seguir el día a día y te muestra la salida donde no la vemos

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  3. señora es verdad en el momento duele pero cuando uno tiene a Jesús en primer lugar el consuela y nos ayuda a salir en esos momentos difíciles que Dios la bendiga muchísimo señora !!!

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  4. Es muy fuerte es así en esa misma fe que dios le bendiga

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