La vida de Jacob – 1º Dia

Hola a todos. Es siempre un enorme placer estar aquí con vosotros. He acompañado los comentarios del Blog y ha sido algo que me ha marcado.

A partir de hoy, y en los próximos días, hasta el día 14 de Julio, estaré aquí hablando sobre la vida de Jacob.

1º Día

“Y aconteció que siendo ya viejo Isaac, y sus ojos demasiado débiles para ver, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él le respondió: Heme aquí. Y dijo Isaac: Mira, yo soy viejo y no sé el día de mi muerte. Ahora pues, te ruego, toma tu equipo, tu aljaba y tu arco, sal al campo y tráeme caza;

y prepárame un buen guisado como a mí me gusta, y tráemelo para que yo coma, y que mi alma te bendiga antes que yo muera.” (Gn.27:1-4)

Es esto lo que quiero destacar: El consejo de Isaac.

Isaac fue el hijo que Dios había pedido, en sacrifico, a Abraham. Un señor de avanzada edad, sacrificando a su hijo, en pro de la creencia que tenía en Dios. Y esto lo justificó, bendiciendo Dios a Abraham en sobremanera.

E Isaac obtuvo la bendición del padre, viviendo marcado por el sacrificio. Y el consejo que daba a Esaú, encima, era exactamente el resultado de lo que había heredado. Aquello que marcó e hizo historia en su vida, que separó lo “normal” de lo sorprendente; de lo sobrenatural.

¡Pero no sería apenas la mano en su cabeza, lo que le daría la bendición completa! Esaú tenía que conquistar.

Ciertamente Isaac esperaba de Esaú eso y, antes de ir a la caza, le dio el consejo: “…. Ahora pues, te ruego, toma tu equipo, tu aljaba y tu arco, sal al campo y tráeme caza;

y prepárame un buen guisado como a mí me gusta, y tráemelo para que yo coma, y que mi alma te bendiga antes que yo muera.”

¡El momento es AHORA! Y presta atención que no especificó cual sería la caza. Apenas le dijo que tomase las armas y saliese al campo. Tenía animales en el rebaño, pero no le pidió eso, justamente para que hubiese por parte de Esaú esa creencia, acerca de la Bendición que le dedicaría.

Esaú no se parecía a Jacob – cocinero – él era cazador. Pero además de enfrentar las fieras del campo, tendría que hacer comida, y sabrosa.

No era competencia de Isaac especificar qué hacer, o el animal a cocinar, pero que Esaú trajese algo que él apreciase para que, entonces, lo pudiese bendecir.

Es exactamente lo que veo que Dios hace: Cuando pide un sacrificio, no lo especifica, porque aquí será medido el tipo de creencia y consideración hacia Él.

No compete a Dios dar detalles para que venzas los miedos e inseguridades. Cuando Él quiere bendecir, no hay camino con facilidades. Hay que traer la conquista y materializar la creencia. El simple hecho en ungir la cabeza con aceite no implica la bendición total.

Cuando tomo mis “armas” y voy al “campo”, arriesgo mi vida y hago lo que ni siquiera sé hacer, en pro de la fe que tengo en Dios, es de esta manera cuando queda evidente qué tipo de creencia tengo.

Lo que presento a Dios, es lo que me justifica delante de Él.

Mañana daremos continuidad a la vida de Jacob. ¡Un fuerte abrazo!