LA CODICIA – Episodio 10: La codicia lucha contra Dios

LA CODICIA – Episodio 10 : La codicia lucha contra Dios

Si mi mente está enfocada en algún problema, deseo, voluntad, estaré en la carne. ¿Por qué? Porque es en la mente dónde alimentamos lo que queremos que prosiga en nosotros.

Es en la mente dónde pensamos en los problemas, y ahí viene el miedo, la ansiedad.

Es en la mente dónde alimento lo que me gusta y quiero para mi vida.

Es decir, es en la mente dónde alimento aún más mi deseo.

Como también es en la mente dónde puedo controlar lo que no quiero pensar, que no quiero nutrir. Es en mi mente dónde tomo la decisión de a qué quiero realmente dar oídos: a la carne o al espíritu.

La Biblia dice lo siguiente:

Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne.” Gálatas 5:16

Andar en el Espíritu es una elección que hago, hacia dónde quiero inclinarme, por eso la Biblia dice que, si yo ando, es decir, practico, vivo en el Espíritu, pensando en agradar a Dios, no voy a cumplir los deseos de mi carne.

Pero, ¿por qué la carne, el deseo del ser humano es en contra las cosas de Dios? Porque la carne codicia contra el espíritu. La carne tiene ambición, tiene deseos, voluntad.

Y a veces, pensamos que podemos relajarnos en la fe, que está todo bien en nosotros, ¡pero no es así! Existe una lucha diaria para cada cristiano en querer vivir en la fe. Es decir, escoger pensar en los pensamientos de Dios en lugar de tener los pensamientos llevados por las circunstancias de esta vida.

No es sólo la carne quién codicia contra el Espíritu, que quiere imponer su voluntad contra las cosas de Dios, sino que el Espíritu también es contra la carne.

Las cosas de Dios también son contrarias a nuestra carne, a nuestra manera de ser, a nuestra voluntad acomodada o indisciplinada.

 “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que ustedes no pueden hacer lo que deseen.” Gálatas 5:17

Uno no quiere hacer lo que el otro quiere. La carne no quiere someterse al Espíritu, y el Espíritu tampoco quiere someterse a la carne. ¿Qué situación?, ¿no?

Todos los cristianos tienen esta situación dentro de si. Pero ¿quién escoge ser?

Mas si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.” Gálatas 5:18

¿Está siendo guiado por el Espíritu de Dios? ¿O está sujeto al pecado? ¿No consigue dejar de pecar? Pecado es una elección. O a la persona le gusta sujetarse, u odia, y decide abandonar el pecado.

Quien piensa que la Salvación es fácil, está muy lejos de la realidad, no tiene noción de lo que son cosas espirituales. Usted y yo somos carne, somos humanos, sentimos, deseamos, tenemos nuestras manías, y ahí, ¿cómo no sujetarnos a la Voluntad de Dios?

Cuando nuestra mente acepta guiarnos a pensar en los pensamientos de Dios.

La Biblia dice que las obras de la carne son manifiestas. ¿Quiere conocerlas? Vamos a hablar hoy de una de las obras de la carne que es el adulterio.

El adulterio no empieza de un momento a otro. Primero le agrada la fisionomía de la persona. La persona casada, por ejemplo, empieza a gustarle otra persona que no es su marido o su esposa, y empieza a alimentar aquel sentimiento, a nutrirlo, a invertir en aquel sentimiento.

Le gusta llamar la atención, conversar, ser notado, es decir, el adulterio empieza a planearlo incluso antes de que suceda, porque la persona empieza a disfrutar el pecado.

¿Y no es esto lo que hace la codicia? La codicia es simplemente un sentimiento de querer algo que no le pertenece. Quiere algo que no necesita.

Y el adulterio es una de las manifestaciones de la carne. Cuando la persona comete el adulterio, incluso antes de que suceda, lo nutre en su mente, en  sentimientos, su voluntad, aquel placer con el pecado.

Existe una sintonía, una liberación de aquellos sentimientos, no hay rechazo, no existe odio, repugnancia, no le da asco, no piensa en lo que esto va a generar en su matrimonio, es decir, sólo codicia, le lleva al pecado, que es malo. La carne, su propia voluntad quiere predominar, y quiere lo que no le pertenece.

Debe tener cuidado con su vida espiritual. Usted que, por ejemplo, es una persona que está muy enfocada en su carrera, al éxito, y poco le importa su vida sentimental, está poniendo en riesgo su vida espiritual.

Usted que no ha buscado tiempo para ir a la iglesia, para buscar a Dios, para humillarse, pedir ayuda, en fin, reconocer que está necesitado de la ayuda de Dios, que es tentado, que siente.

Usted que piensa que todo está bien, pero tiene sus deseos, alimenta cosas en su mente. Si no lucha contra aquello que le ha hecho esclavo, será llevado a cometer la mayor injusticia de su vida.

Y al codiciar lo que no es para usted, lo que no necesita, usted lo desea, y esto le está matando poco a poco.

A la codicia le importa lo que no tiene importancia, es decir, la opinión ajena, lo que los otros van a pensar de ella, y no con el resultado, con lo que necesita la persona.

¡Piense sobre esto y actúe de forma contraria a su carne!

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