La vida de Jacob – 18º Día

La vida de Jacob – 18º Día

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Hola a todos. Es un placer estar aquí con vosotros.

No os imagináis cómo el “dar” me hace bien. El hecho de estar cada día hablando sobre la vida de Jacob, me ha hecho muy bien, así como te beneficia a ti. Y lo digo porque: como tú eres un alma, yo también lo soy, y, por eso, estamos juntas en este día.

“Alzando Jacob sus ojos, miró, y he aquí venía Esaú, y los cuatrocientos hombres con él; entonces repartió él los niños entre Lea y Raquel y las dos siervas. Y puso las siervas y sus niños delante, luego a Lea y sus niños, y a Raquel y a José los últimos. Y él pasó delante de ellos y se inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a su hermano.”
(Génesis 33:1-3)

Jacob ya había luchado con Dios, El cual transformó su nombre a Israel. Sólo que, ahora, el debería enfrentar el mayor problema…

Aunque yo haya luchado con Dios, esto no significa que no tenga una lucha con aquello que, yo sigo considerando como un “gigante”.

Cuando estaba de camino para encontrarse con su hermano, llevó a toda su familia y sus pertenencias. Podría haber dejado todo y a todos en un lugar resguardado, seguro, donde nadie los descubriese, pero, al hacerlo, arriesgó todo lo que tenía.

Ahora, viendo a Esaú de lejos, que se aproximaba, y con él, cuatrocientos hombres – una cantidad por encima de su comitiva – se enfrentaba a su “gigante”.

“puso las siervas y sus niños delante, luego a Lea y sus niños, y a Raquel y a José los últimos.”

En la primera fila, los siervos y sus hijos. Detrás, Lea y sus hijos. Y, por último, Raquel y José. Estos, los que más le costaba, ya que la esposa, estéril, solo después de muchos años concibió a José, el hijo que amó.

Todo lo que le exigió un mayor sacrificio, fue lo que él más amó. Esto es muy importante.
¡Lo que te cuesta mucho, es lo que más retiene tu amor!

Valora, por ejemplo, a tu madre, porque ella vivió momentos difíciles contigo; sufrió dolores por ti. Así como valoras a quien se transformó en una amiga de verdad, en función del sacrificio presentado por ambas.
Cuando hay entrega, no apenas a nivel de compañerismo, sino de sacrificio, existe amor verdadero.

“Y él pasó delante de ellos y se inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a su hermano.”

¿Quién es el que estaba dispuesto? ¿Quien había luchado con Dios?

¡Jacob!

Quien lucha con Dios, en función de su sacrificio, se queda solo y se adelanta. No espera a que Dios tome las actitudes en su lugar, sino que se dispone a resolver las cuestiones pendientes del pasado; de aquello que quedó para atrás.

Jacob tenía problemas con su hermano, pero ¡observa el resultado de quién sacrifica para Dios! Se vuelve “lindo”, de forma natural, postrándose, no delante de los problemas, sino, de una forma humilde, ¡enfrenta a lo que antes él temía! Sustituye el miedo por el coraje de enfrentar, aún revelándose una verdadera amenaza en tu vida.

¡Hasta mañana!

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