Gloria, ¿dónde está su fuerza?

Viviane Freitas

  • 12
  • Ago
  • 2014

Gloria, ¿dónde está su fuerza?

  • 12
  • Ago
  • 2014

Bueno, estamos hablando sobre la gloria que busca nuestra voluntad.
Ella viene sigilosamente. Viene de una forma que te da la sensación de que tienes toda la razón. Y, juntamente con ella, viene angustia, malos pensamientos e incluso una distancia entre tú y otras relaciones.

Consecuentemente, tu conciencia no tiene paz, y sufre conflictos tras conflictos.

Pero, antes de que esto ocurra vamos a saber de qué forma buscamos la gloria (honra) de los demás.

Cargas una gran batalla dentro de ti, llevas un tiempo para resolverla o vencer, y, cuando ocurre el milagro… allí estás tú, diciendo que fue por causa de tu sacrificio que lo has alcanzado.

Y es verdad, realmente. Tú sacrificio te justifica, porque has usado la fe en la obediencia a la Palabra de Dios.

Pero, inconscientemente, piensas que fue por tu fuerza y por ser una persona justa hacia Dios, cuando, en realidad, no fue eso lo que ocurrió.

Lo que traías contigo, antes de que ocurriese el milagro, era justamente el apego a aquello que te perturbaba, que te quitaba la paz. En el fondo, no querías renunciar a eso, porque pensabas que era tu “derecho”, o tu única seguridad, guardarlo; parecía que a nadie le importabas a no ser a ti misma.

Vivías atormentada con esto; hacía parte de tus pensamientos día y noche. La agonía de ser entendida o respondida agudizaba aún más tu dolor.

Y cuando al fin oíste la Palabra de Dios que te da fe, certeza, la cual “corta” todos esos sentimientos, tomas la decisión de obedecer o entregar todo y cualquier “derecho”, “recurso”, defensa y miedo. Entonces, así, usas la fe racional que trae resultados.

Después de la alegría de haber alcanzado tu objetivo, te olvidas de todo tu proceder. Y te exaltas a ti misma, en el fondo de tu corazón dices: “¡¿Has visto que fuerte soy?!”

Espera, ¿fuerte?

¡De fuerte nada!

Eres fuerte cuando obedeces la voz de Dios. Pero no por ser “fuerte”, sino, porque tuviste que aprender a someterte a la voz de Dios.

Todos somos beneficiados cuando usamos la fe. Somos justificados. ¿Por qué somos justificados? Porque no tenemos ningún bien para ofrecer a Dios.

Y ya ha pasado conmigo, muchas veces este procedimiento, de forma inconsciente. Y fue allí, en el Templo cuando lo vi, de forma más minuciosa lo insignificante que soy.

Esa fue la realidad que vi.

No es que estuviese buscando gloria, sino por el hecho de no conocer tan profundamente mis debilidades y fallos.

Y, es increíble, cuando más cerca de Dios estás, o cuando más sensible estás a Su voz, más nítidos son tus errores.

Por eso es la necesidad de conocer a Dios, día a día.

Voy a hablar más al respecto en el próximo artículo.

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1 comentário

  1. Es increíble conocer a Jesús, lo malo es cuando pensamos o lo hacemos para glorificarnos nosotros mismos sabiendo que la gloria es solo del señor Jesús, cuando eso pase muy en fondo de nosotros tenemos que confesar que no es para nuestra gloria si para honra del señor Jesús, pues es el quien nos enseña y nos da la victoria.

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