Ep.73 – El mayor peligro que existe

En nuestro reino, tenemos muchos miedos, de sufrir un accidente, de cómo vamos a morir, de enfermarnos, de perder a un hijo. Existen muchos peligros, y es verdad que estamos expuestos todos los días, pero ¿cuál es el más grave de todos los peligros?

Normalmente, pensamos en el accidente, en la enfermedad, en proteger a nuestros familiares, pero Jesús habló de algo que deberíamos temer en nuestra mente:

«Y yo os digo, amigos míos: no temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no tienen nada más que puedan hacer. Pero yo os mostraré a quién debéis temer: temed al que, después de matar, tiene poder para arrojar al infierno; sí, os digo: a este, ¡temed!» Lucas 12:4-5

Jesús siempre usó la Palabra como verdad, siempre habló la verdad, siempre dio ánimo, pero en relación a la muerte, Él dijo: no temas a quien mata tu cuerpo o cómo va a morir tu cuerpo, sino lo que debes temer es lo que sucederá después de que tu cuerpo muera, es decir, a dónde irás, al infierno o al Reino de Dios.

Hasta en lo que debemos tener precaución no debemos pensar de forma natural, como este mundo pone este miedo de varias maneras, pero Jesús habla de la cautela que debes tener en tu mente, que es con tu alma.

Esa alma que siente, que se preocupa, que prioriza lo que el mundo dicta, y no piensa en el después de la muerte.

¿Estás preparado para morir?

¿Estás preparado para irte hoy con Jesús?

¿Cuántos miedos hemos tenido en la vida? Esa preocupación nos dejó irritados, preocupados, con miedo… yo ya he tenido varias veces.

Y estaba recordando que una de ellas fue mi preocupación porque mi hijo se casara mal. Me preocupaba porque él ya tenía una cierta edad, estaba soltero, tenía mucho miedo de que se casara con la persona equivocada, que pusiera su alma en riesgo. Y una vez me sentí tan, pero tan indignada, tan molesta, que le dije a Dios: «Mi Dios, no me voy a preocupar más, está en Tus Manos.»

Porque la madre tiene esa preocupación, piensa que si no protege, su hijo estará en peligro. Pero vi que esa molestia no era compatible con la fe. El Espíritu Santo me tocó y dije: «No, mi Dios, no me voy a preocupar más.» Lo puse en manos de Dios, y más adelante, mi hijo se casó con una persona con la que tuve paz, porque vi que era la Voluntad de Dios.

Quiero mencionar este detalle, porque sé que tienes preocupaciones, sé que también tienes miedo, que también te molestas. Pero cuando tienes al Espíritu Santo como Guía, Él te muestra qué hacer, y ahí debes decidir cambiar tu rumbo y entregar a Dios esa preocupación.

Si estás preocupado, angustiado, irritado, estás poniendo en riesgo tu alma.

Imagina si mueres en este momento, habrás tomado la decisión equivocada al no proteger lo que es más importante, que es tu alma.

Si priorizas a tu hijo, marido, esposa, carrera, dinero, futuro… en fin, todo, menos tu alma, estás jugando con fuego, porque tienes un alma que es eterna, nunca muere, siempre existirá con Dios o gemirá toda la eternidad.

Y si juegas con tu alma, si no cuidas de tu alma, estás poniendo en riesgo la parte más importante de tu vida. Porque después de la muerte no llevas a la familia, ni bienes, ¡ni nada! Solo llevas tu alma.

Y tú eliges a dónde va tu alma: a Dios o al infierno.

Ahora ya sabes, si hay algo que debes temer es a dónde va tu alma.