Egoísmo : El sentimiento que ciega

Cuando mi “yo” y mi orgullo fueron dejados de lado, pude ponerme en el lugar de mi hijo, y la primera cosa que vi fue una madre que miraba a su dolor y por eso no conseguía verle a él.

Gabriel me decepcionaba por sus limitaciones, sus estreses me hacían sentir la peor madre del mundo y con esto sentía que tenía el derecho hacia mi.

De ahí en adelante la distancia entre nosotros empezó a existir, hasta que un día pensé: “¿Para qué ser madre de esta forma? ¿Una madre que no consigue entender y ayudar a su hijo?” ¡Cuánto egoísmo!

¡¡¡Decidí cambiar!!! Dejar mi “yo” y mis sentimientos abalados de lado, para estar apta y poder transmitir a mi hijo una certeza de que a pesar de sus errores, ¡estaba todo bien! Yo lo amaba aún así.

No me dejaba abalar con el fin de transmitir a Gabi la tranquilidad del perdón, y la certeza de que tendría una nueva oportunidad, fue una gran victoria para mi y un punto clave para el principio de cambios considerables por su parte.

Amiga madre, nosotras sentimos como cualquier persona, pero debemos saber anular nuestros sentimientos hasta el punto de ignorarlos, para así poder auxiliar a nuestros hijos.

Cuando conseguimos hacer esto, nuestros ojos se abren, vemos como ve nuestro hijo, con la dirección de Dios, encontramos la forma correcta de tocarlos y presentarlos a Quien nos amó primero.

Vence tu orgullo, ignora tus sentimientos y entenderás a tu hijo como nunca lo conseguiste antes.