De Hijos para Padres: «Sobre protección»

Viviane Freitas

  • 16
  • Sep
  • 2014

De Hijos para Padres : «Sobre protección»

  • 16
  • Sep
  • 2014

La palabra «sobre» podría suponer algo muy bueno, muy importante o esencial.

Sin embargo, las barreras de protección parental pueden ser fáciles de superar, y entrar en desequilibrio cuando no hay respeto por el niño como individuo, creándose una «red» de dependencia, que puede causar un gran daño para el futuro del niño.

Por ejemplo, he hablado en los últimos posts, de mi infancia y de lo mucho que echaba de menos el apoyo de un «refugio seguro» que todos los niños deben tener para poder crear sus propias referencias. Y eso viene de los padres o tutores. Pero lo contrario, «sobre proteger», también puede llegar a ser un error, aunque sea sin querer, por parte del educador.

Por ejemplo, yo y mi hermano tenemos una educación completamente diferente, debido a las dificultades que vivimos. Yo me volví (demasiado) autónoma, y sufrí durante años con este desequilibrio, él se volvió más frágil, por dentro, ya que recibió más «protección». Así él dejo de madurar, recibiendo apoyo incluso en las tareas más simples, volviéndose más dependiente de los demás con el tiempo.

Los extremos traen desequilibrio en todo. Y lo mismo ocurre cuando los padres o los educadores, sobre todo debido a la pérdida, enfermedad, problemas maritales, etc, evitan enseñar a los hijos «reglas» básicas de la educación, apoyándose en su fragilidad, en el estado emocional por una decepción … olvidando que un día cada uno sigue su camino y tendrá que tomar sus propias decisiones.

Imagine si Dios no nos disciplinase y nos permitiese hacer todo sin equilibrio. Imagine que, incluso en tiempos difíciles, nos deje desobedecer debido a nuestra – aunque justificable – debilidad…

“Es para vuestra corrección que sufrís; Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline? Pero si estáis sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces sois hijos ilegítimos y no hijos verdaderos. Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los respetábamos, ¿con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros[ espíritus, y viviremos? “ (Hb.12: 7-9)

No queriendo incurrir en el error de vivir en el pasado, te diré una cosa: El respeto que se tenían anteriormente hacia los padres como referencias, se ha devaluado, así como con los maestros y educadores. ¿Por qué? ¿Signo de los tiempos? Sin duda alguna… Pero si la protección y valoración interior fueran más respetadas que la «sobre protección» del individuo, tal vez tendríamos hoy mejores resultados.

No hace mucho le pregunté a una madre si su hija buscaba a Dios, basando sus decisiones en una fe inteligente y racional. La respuesta, aunque no sorprendente, me hizo pensar: «No, Andrea, ella va a la universidad y trabaja. No tiene tiempo para ir a la iglesia”.

Ya ve, «madre»… La necedad es un pariente cercano del sufrimiento, y cuando la «sobreprotección» va por delante de la sabiduría y el equilibrio, entonces dará lugar a gente infeliz y desequilibrada, que forman familias con exactamente las mismas características. En este caso – dependiendo de su elección – tal vez una joven con estudios, pero con poco contenido porque no alía la inteligencia con la sabiduría cuando el «paquete» podría ser completo, porque Dios hace que todo sea perfecto.

¿Qué hace Dios, aun cuando todo lo demás falla; incluso cuando los padres no saben cómo educar a un hijo que es una verdadera «caja de sorpresas»? La entrega de los padres, junto con la sabiduría de Dios puede transformar a un niño o a una joven en un adulto que promete mucho.

“Enseña al niño el camino en que debe andar y aun cuando sea viejo no se apartará de él.” (Proverbios 22.6)

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