De Hijos para Padres : La punta del «velo»

Esta expresión significa que existe mucho más que aquello que una persona o situación nos muestra; o que conseguimos percibir a primera vista. Básicamente son las señales o apenas una «muestra» para algo de mayor dimensión.

Cuando la puntita del velo es descubierta, y realmente queremos ver más allá, va a existir una búsqueda, una búsqueda cuidadosa, con el fin de darse cuenta en el fondo de quiénes somos, lo que hacemos y de que manera podemos resolver determinada situación.

Por ejemplo, ¿de qué manera se da cuenta del carácter de una persona? ¿Cómo conoce su espíritu y verdaderas intenciones si no convive con ella?
¡A través de sus actitudes! Si en las actitudes ya revela, por ejemplo, mal temperamento y agresividad; ¿cómo será después de tener confianza e intimidad?

Muchas veces dejamos de estar atentos a las señales, permitiéndonos guiar por los sentimientos o voluntad propia, y terminamos perdiendo oportunidades de tomar decisiones correctas en nuestra vida, tanto en relación a nosotras mismas ya sea en nuestra vida familiar o en nuestro día a día. Incluso, en la manera de prevenir situaciones graves de salud que podrían haber sido evitadas en caso de que estuviésemos atentos a los pequeños detalles que terminan por revelarse como cruciales.

Por ejemplo:

– Muchos padres por amar «ciegamente» a sus hijos o por estar demasiado involucrados con otros quehaceres, no se dan cuenta de las «señales» de su distanciamiento del hogar y de la comunión familiar, hasta que sus hijos se involucran completamente con extraños, malos hábitos o vicios. Los padres y madres que atendemos en la iglesia dicen que sus hijos jamás harían eso…negándose a asumir dicha realidad.

– Otros varios casos se relacionan con distintas personas en búsqueda de la pareja ideal. Tal vez, después de muchos años de espera, aquellas cosas que deberían ser «señales» pasan a ser actitudes «normales». Una palabra fuerte, un desequilibrio, una sugerencia contraria a la fe verdadera…Si realmente la persona no está atenta y vigilante, termina por rendirse a una situación cuyos frutos serán amargos en el futuro.

Esto no significa que somos personas desconfiadas o que conseguiremos «controlar» todo. ¡Definitivamente, no! Hay elecciones que solamente uno hace sin la influencia de nadie. Pero, si estamos atentas, vigilantes, perceptivas; conseguiremos percibir más rápidamente – y revertir – una armadilla que esté por formarse delante de nosotros. ¡Cómo en un ring! Ya se fijo en un ring, ¿la manera en la cual los boxeadores están atentos, anticipándose a cada movimiento y golpes del adversario? ¡No hay lugar para las distracciones!

Tal vez, usted pregunte: «Pero, ¿no es que Dios nos libra de todo el mal?» Sí, sin duda; pero Él jamás elegirá por nosotros. Por encima de todo, Él respetará nuestras elecciones cuando éstas no se sometan a Su voluntad. Él es el principio de justicia, y por eso, no puede influenciar en el libre albedrío que Él nos proporcionó.

«Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar…» (1 Pedro 5:8).

Si permanecemos vigilantes y atentas a la señales – sin engañarnos a nosotras mismas – con seguridad estaremos más aptas para ver dónde fallamos y trabajar para hacer las cosas bien, ayudando igualmente a quién nos rodea.