De Hijos a Padres : Balanza Engañosa
- 5
- Mar
- 2015
«El peso falso es abominación al Señor; mas la pesa cabal le agrada». (Pv. 11:1)
Siempre que leía este pasaje, asociaba la honestidad en relación al trato con los demás o en los «negocios» cotidianos. Hasta que, por necesidad, comprendí que yo misma me puedo transformar en una «balanza engañosa»…
¿Cómo?
– Cuando no me «juzgo» rectamente, pensando en ser algo que realmente no soy o poseo cualidades por las cuales no luché o sacrifiqué. Esto me torna «ciega» para mis propios errores impidiéndome identificarlos, perseguirlos y vencerlos.
– Cuando mis ojos son «críticos», juzgo precipitadamente a los demás por su postura, actitud o palabras sin darles el beneficio a la «duda». No intento percibir por qué motivo actuaron o hablaron de una determinada manera…Dejo de atentar a las necesidades ajenas y paso a priorizar mis emociones.
– Cuando soy religiosa buscando a Dios de la manera que «aprendí», pero no como necesito. Frecuentando la iglesia de forma sistemática, no estando disponible para oír y practicar realmente.
– Cuando permito «desequilibrar» por mis propios quehaceres, dejando de priorizar lo más importante: Dios, mi interior, mi marido, mis hijos, mi ministerio…Dejo de invertir en las almas y paso a invertir en cosas pasajeras.
– Cuando no me esfuerzo para educar sabiamente, pero me dejo llevar por los hábitos modernos: «si todos lo tienen, mis hijos también tienen que tenerlo», si todos lo hacen, mis hijos no pueden no hacerlo», «si todos comen, ¿por qué debo prohibirlo?», » Como a ellos no les gusta…entonces, vamos a hacer otra cosa».
Debemos estar atentos para no pasar de un extremo a otro, pues podemos transformarnos en balanzas engañosas. Vea algunos ejemplos:
Comprensión no es sinónimo de permisividad – A pesar de que ame a mis hijos, eso no significa que a todo momento, voy a permitir o estaré de acuerdo con sus actitudes o «imposiciones» ya sean típicas de la edad o no.
Humildad es diferente de inferioridad – Porque, tal vez, sea una persona simple; no significa que no tendré autoestima o que dejaré de valorizarme.
¿Entiende ahora como, rápidamente, si no estuviésemos vigilando se puede pasar de un extremo a otro? El «peso» equilibrado es justo y es el placer de Dios. Y, esto se conquista a través de una comunión íntima y saludable con nuestro Creador. Él nos da la capacidad de percibir dónde nos equivocamos, y más que eso…La fuerza para aceptarlo.
«Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio». (2 Timoteo 1:7)
Elvia Clara
20 marzo, 2015 a 5:2
Muchas gracias por el blog. Estos es algo que debo mejorar, vigilar para no perder el equilibrio!
Mercedes Zambrano
19 marzo, 2015 a 14:2
Es verdad como dice la biblia aquel que este de pies cuidado para que no caiga en toce tenemos que estar vigilantes día y noche por que el diablo anda como león rugiente