Cuarentena – Dia 6

“ La fe inteligente nos obliga a pensar.” Viviane Freitas

“Entonces Zacarías dijo al ángel: ¿Cómo podré saber esto? Porque yo soy anciano y mi mujer es de edad avanzada.Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy en la presencia de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte estas buenas nuevas.Y he aquí, te quedarás mudo, y no podrás hablar hasta el día en que todo esto acontezca, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo.” (Lc.1:18-20)

“¿Cómo sabré esto?”

Esta pregunta dice mucho…

¿Porqué? Porque cuando somos sorprendidos, principalmente nosotras mujeres, deseamos programarnos; conocer en primer lugar las condiciones.

¡Cuando es así, está bien! Pero, ¿y cuando esto no ocurre?

Inmediatamente cuestionamos: ¿Cómo sabré esto? ¿Cómo será aquello?

Delante de las condiciones – de acuerdo con lo que estaba delante de sus ojos – Zacarías preguntó, así como nosotras tantas veces hacemos.

Esto refleja lo que había en su interior. Y piensa…, él era justo…

Cuando miramos nuestro alrededor, y se crea una duda, es porque los ojos salen inmediatamente del objetivo, para ser puestos en las circunstancias.

“Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy en la presencia de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte estas buenas nuevas.”

El ángel reiteró su afirmación, porque sabía exactamente quien venía. No había dudas… Entonces, ¿porqué dudar?

Muchas personas son enviadas de parte de Dios; Él usa a alguien, pero aquel que recibe la “buena nueva” solo cuestiona; mira las condiciones; se basa únicamente en las circunstancias…

Y ¡Aquí está un gran error!

No apenas en función de la incredulidad, sino porque esto es lo que da la pauta a seguir, como lo que es cotidiano para muchas personas: Quieren saber los detalles acerca de todo; de cómo resolver todas las cuestiones; “se pierden” en el momento de los imprevistos…

Y con esto, acaban perdiendo las oportunidades.

Porque es a través de lo inesperado como revelamos cual es nuestro tipo de creencia; nuestra fe; nuestro nivel de confianza y de obediencia…

Ahí está la necesidad de estar diariamente preparadas, en el Espíritu – vigilando – para enfrentar cualquier desafío.

“…te quedarás mudo, y no podrás hablar hasta el día en que todo esto acontezca…”

Si deseamos conocer todo con anticipación, terminamos quedándonos “mudos”, porque en función de la ansiedad, perderemos oportunidades que nos serán presentadas cada momento.

Dios no necesita explicar todo lo que nos ocurrirá, con anticipación…

¡No es eso lo que Él hace!

Observa que cuando María se quedó embarazada del Señor Jesús, Él no le explicó con antecedencia lo que sucedería. Nada le fue informado, así como jamás sucederá con nosotras. ¡Nuestro único “trabajo” es creer y obedecer!

Cuando estamos en la fe inteligente, ¡vivimos por lo que creemos! Si es lo opuesto, es porque nuestra fe es totalmente emotiva y natural… Se basa en nuestros sentidos: En aquello que se ve, oye o siente.

¿En el momento de probar tu creencia, tu confianza u obediencia, dejas tu oportunidad pasar?

El tiempo que le fue dado a Zacarías para que se cumpliese la promesa, fue lo suficiente para que ocurriese dentro de él una transformación. ¡ÉL paró…evaluó…pensó…y creyó!

La Palabra de Dios, a través de sus profetas tiene autoridad y juzga nuestra causa, de acuerdo con nuestras acciones. Si no lees la Palabra de Dios. para “juzgar” o medir tus actitudes, no mostrarás tu creencia, y mucho menos la obediencia.

“…las cuales se cumplirán a su debido tiempo…”

Las cosas no son “a mi manera”; no se cumplirán de la manera que “yo quiero”, o cuando quiero… ¡Sino a su debido tiempo!

Por esta “ansiedad” falta el apoyo total en aquello que está escrito; las promesas dejan de ser consideradas como venidas de Dios. Y, como resultado, ¡la vida de muchos permanece igual!

¡La falta de creencia es un pecado que obstruye la oportunidad tener las bendiciones de Dios a tu favor!

Para y evalúa… Asiste como desde el exterior tus actitudes: ¿Quieres imponer tu voluntad o creer en aquello que Él prometió?