Cuarentena – Dia 18

Viviane Freitas

  • 6
  • Feb
  • 2013

Cuarentena – Dia 18

  • 6
  • Feb
  • 2013

“Entonces preguntaban por señales al padre, como lo querían llamar Y él pidió una tablilla y escribió lo siguiente: Su nombre es Juan. Y todos se maravillaron.Al instante le fue abierta su boca y suelta su lengua, y comenzó a hablar dando alabanza a Dios.Y vino temor sobre todos los que vivían a su alrededor; y todas estas cosas se comentaban en toda la región montañosa de Judea. Y todos los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: ¿Qué, pues, llegará a ser este niño? Porque la mano del Señor ciertamente estaba con él. (Lc.1:62-66)

Interesante… Quien lo rodeaba, preguntaba a Zacarías acerca del nombre del niño; insistía, porque no creía que la idea de Isabel, así como su decisión, prevaleciera.

Pero la pareja estaba convencida; decididos a obedecer la voz de Dios.

Al principio del texto, se refiere que ambos eran justos y vivían de forma irreprensible. Entonces, una vez más queda evidente la prueba de la rectitud e integridad de la pareja.

“Y todos se admiraron.”

¿Cuál es el motivo de esta admiración?

La madurez en la fe y en la decisión.

Cuando somos inconstantes, transmitimos, de forma inevitable, inseguridad.

Pero, cuando hay una confianza por nuestra parte, que se sujeta al orden o a la disciplina de Dios, existe agradecimiento; alabanza, y no quejas o murmuraciones.

Zacarías podría haber reaccionado: “Estuve tanto tiempo mudo…”; “Hasta que por fin el Señor abrió mi boca…”. Pero,…¡Nada de eso!

¡Él alabó a Dios!

Durante el proceso en que estaba mudo, reflexionó, reconoció su situación y, al escribir el nombre de Juan, aceptó lo que el ángel le dijo.

La obediencia es algo constante…

Aparentemente, no es una conquista, pero existe en el interior.

La primera cosa que él hizo, fue abrir la boca y alabar a Dios. ¿Por qué?

Porque él se sometió; aceptó la corrección. Y además de aceptar, obedeció, colocando el nombre ya designado para el hijo.

Así también, cuando obedecemos, escogemos someter a Dios nuestro derecho de elección.

La obediencia, significa que no actúo mediante mi deseo, sino sometiéndome a lo que es correcto; justo. A lo que Dios me pide.

“…Y, des impedida la lengua, hablaba alabando a Dios.”

Ahora sí, no había nada que lo impidiera hablar y, consecuentemente alabar a Dios.

Cuando existe un resultado de la obediencia, agradecemos espontáneamente.

Zacarías e Isabel jamás fueron obligados a obedecer; fue algo natural por parte de la pareja.

“Sucedió que todos sus vecinos se quedaron poseídos de temor…”

Cuando obedecemos; aprendemos la lección de someternos a Dios y permitimos que Él oriente nuestras decisiones. Así pues, las personas a nuestro alrededor también se quedan poseídas de temor; les causa espanto y admiración, pues no es algo normal.

La obediencia presupone un espíritu de temor que se transmite naturalmente a los demás.

En el momento en que estamos dispuestas a obedecer, nos volvemos radicales; definidas. Hacemos todo para agradar a Dios, aunque, como consecuencia, disgustemos a terceros.

La obediencia está exclusivamente interesada en agradar a Dios.

“…y por toda la región montañosa de Judea fueron divulgadas estas cosas.”

¿Qué cosas eran estas?

Que Zacarías estaba mudo, pero, a pesar de su condición, estaba definido, así como su esposa… Aparentemente, no sería algo extraordinario.

Pero lo que llamaba la atención, era el espíritu que aquella pareja transmitía, aún sin palabras.

¿Y tú, amiga?

¿Tu espíritu es lo que revela acerca de tu fe? Es lo que evangeliza; que salva… o lleva al precipicio a otra persona?

El temor trae la respuesta donde nadie puede llegar.

Lo que las personas divulgaban acerca de esta pareja nadie conseguía explicar, pero la vida de ambos transmitía naturalmente una gran diferencia.

“Todos los que las oyeron, las guardaban en el corazón…”

La fe nos hace ser diferentes.

Delante de las personas que reaccionan de esta forma, sentimos seguridad y cuestionamos nuestra propia inseguridad.

Si estamos decididas y definidas, las personas admiran y guardan el motivo de esa definición.

Lo más fuerte, no es la persona estar segura de sí, pues hasta el orgulloso está decidido en no cambiar su pensamiento. Pero aquel que está sostenido y que se basa en la Palabra de Dios, y no en sus sentimientos y deseos, está libre de cualquier duda y acusación.

Está libre, pues no se preocupa en agradar a nadie, sino a Dios.

¡¡Aquí está la diferencia!!

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5 comentários

  1. es verdada que si nosotro no nos ayudamo no hay nadie quien lo pueda hacer

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  2. Los grandes milagros sólo se alcanzan a travéz de una FE con calidad; es decir una FE que nos hace saber exactamente cuál es nuestro lugar delante de Dios a travéz de la obediencia nuestra.

    Aura Sandra
    Atocha
    Madrid.

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  3. Existirán situaciones donde desagradaremos a el hombre pero agradaremos a Dios

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  4. cuando nuestro objetivo es agradar a Dios, el nos guia y nunca nos desampara

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  5. Es cierto, es estar en la fe lo que nos hace estar seguras y transmitir esa seguridad.
    No podemos permitir dejar entrar dudas que nos la roben.

    Un saludo

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