¿Cuál es nuestra gloria?

¿Cuál es nuestra gloria?

¿Qué nos hace ser honrados?

 “Porque ésta es nuestra gloria; el testimonio de nuestra conciencia, que con simplicidad y sinceridad de Dios, no con sabiduría carnal, sino por la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y más abundantemente con vosotros.2 Cor 1:12

Pero, tal vez, usted dice: ¿realmente nuestra gloria es nuestra conciencia? Porque a veces yo hago todo bien, pero aún así soy juzgado de forma errada. A veces, hago todo bien, pero todo me sale mal. Dígame, Viviane… ¿qué gloria es esta? ¡Quiero entender!

Ok, entonces vamos allá, a explicar.

Cuando tenemos la conciencia pura, de que estamos haciendo nuestra parte delante de Dios, ante todo: no hay duda. Tenemos la plena conciencia, la certeza de que por nuestra parte fue hecho todo lo que la fe nos pidió.

Si usted procura ser aprobado por terceros, quiere ser reconocido por los demás, siempre estará frustrado, porque de todo lo que pueda hacer para el hombre, siempre va a faltar algo, porque todos nosotros somos fallos.

Sin embargo, cuando mira para Dios… con el fin de hacer aquello que Le agrada a Él, entonces… usted se hace bien a si mismo. Porque cuando agradamos a Dios, hacemos aquello que es justo.

La sinceridad está unida a lo que es justo, y no se hace según aquello que sentimos, sino para hacer aquello que agrada a Dios, es decir, aquello que es justo, que hace bien, que es puro.

Por eso, la sinceridad de Dios no puede estar unida a la sabiduría carnal. Porque la sabiduría carnal agrada a la carne, se sujeta primero a su propia voluntad, a su gloria delante de Dios. Y no a Dios.

Agradar a Dios es dar prioridad a Su voluntad por encima de los demás.

La gracia de Dios, que es el perdón que nos enseña, nos da la oportunidad de hacer lo correcto, todo lo que antes hicimos mal. La gracia de Dios no nos hace vivir en el mundo para los demás, sino de forma exclusiva para quien servimos, que es Dios.

¡Esta es nuestra gloria! Servir y agradar a Dios, siendo conscientes de que hacemos todo lo que la fe nos pide.

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