Construyendo un carácter misericordioso

Continuando con nuestro “trípode” del carácter cristiano, aprenderemos sobres la misericordia.

Si deseo construís este carácter que hemos hablado en mi hijo, en primer lugar debo enseñarlo a seguir el carácter de Cristo, es decir, ser un seguidor del Señor Jesús y representarlo aquí en la tierra. Cuando tenemos esta conciencia, ponderamos nuestras actitudes y asumimos nuestras responsabilidades, incluso cuando no lo deseamos, pero lo hacemos porque ÉL lo hizo y nos dejó Su ejemplo. Observa:

“Compasivo y clemente es el SEÑOR,…” (Salmos 103:8)

Por lo tanto, si Mi Dios es así, ¿por qué yo no los seré?

En la práctica, para un niño, lleva más tiempo asimilar las cosas, porque para él Dios es abstracto, sin embargo, para ti ¡no! Entonces querida mamá, una vez más fortalezco la tesis: “Vale mucho más tu ejemplo que mil palabras.” Sé misericordiosa con los demás y principalmente con tu hijo; para que eso acontezca ponte en el lugar de él, ¡siempre!

Cuando hago así, lo entiendo, entendiendo el punto de vista de él, el motivo de tal actitud errada, lo que posiblemente lo llevó a eso, en fin… yo siento el dolor de él, yo lo veo y, consecuentemente, veo mis errores como madre y entonces la misericordia viene.

“La mejor forma de tener misericordia es viéndose; cuando yo me veo y reconozco lo cuan errada estuve, y lo falla que soy, cuanto necesité para que pudiese cambiar, yo entiendo a los demás.”

Viviane Freitas – Palestra Madres e Hijos

Entonces, en la práctica, es esto:

1- Para que yo, como madre, tenga misericordia: Necesito verme, reconocer quien soy, lo cuanto necesito de Dios, y así entenderé a los demás cuando ellos también erran;

2- Para que yo, como madre, enseñe misericordia a mi hijo: Necesito darle mi ejemplo vivo y real y discipular lo, enseñándolo a ser con los demás como Jesús fue y es con nosotros.

Me gusta usar las propias experiencias del día a día de mi hijo para enseñarlo, hoy él tiene 9 años y tiene un compañero de clase muy problemático, siempre reclamaba de él. Un día decidí enseñarlo a tener misericordia y le dije: “Gabi, tu amigo no tiene padre, ¿has pensado cómo sería tu vida sin tu padre? Nosotros no sabemos, pero tal vez él no tenga una persona que le enseñe lo que está bien o lo que está mal, como tú tienes. Entonces, él piensa que está haciendo lo correcto, por eso actúa así. Vamos a ponernos en el lugar de él…” Y ahí desarrollamos una conversación que le hizo pensar y ponerse en el lugar del compañero. Fue la última vez que lo vi reclamar de Itaí. Ahora él siempre dice: “Hay que tener paciencia con él.”

Nuestro testimonio diario, junto a las vivencias de ellos correctamente direccionadas, los llevaran a un carácter misericordioso.

Invierte tiempo, trabaja en tu hijo ¡y los frutos vendrán en la hora correcta!

Hasta la semana que viene, donde hablaremos del carácter de Fe.