De Hijos a Padres: Con techo, pero sin “suelo”… (Parte I)

Viviane Freitas

  • 2
  • Sep
  • 2014

De Hijos a Padres : Con techo, pero sin “suelo”… (Parte I)

  • 2
  • Sep
  • 2014

Si, querida internauta, has leído bien: “De Hijos a Padres”. La querida Viviane Freitas lanzó el desafío, ¡y aquí está!


Habitualmente los consejos son de los padres a los hijos, pero, como bien sabes, hay actitudes que los padres tienen que marcan, y también acompañan a sus hijos, contribuyendo para definir sus comportamientos y elecciones, a lo largo de la vida.

Pero ¡cómo, en la práctica?!

¿Te has dado cuenta que el “mundo se colapsa” incluso bajo tus pies? ¿Alguna vez te has decepcionado cuando la persona con la que más contabas – o peor . que conocías desde que nació, de un momento a otro, ya no está allí presente? ¡¿Y ahora!?

Así fue cuando tenía doce años. No era ni niña, ni adulta, cuando por motivos de una elección personal, conducida por una doble vida, mi madre decidió abdicar de casa, marido e hijos.

Llegó el día en el que al llegar a casa, con una crema lista y la cocina arreglada, ¡ella ya no estaba!

Con tierna edad, mi vida dio un giro completo, o mejor dicho, dio la vuelta de “cabeza para abajo”, porque lo que tenía como algo “seguro” hasta entonces, había desaparecido.

Ahora, con una responsabilidad que no me pertenecía tuve que ser “ama de casa” a jornada completa, “madre” de un hermano pequeño y la encargada de su educación. Aún siendo estudiante, y con los desafíos que conlleva ser adolescente”, ¿cómo permitiría que esto moldease mi futuro?

La estructura familiar, que supuestamente nos da seguridad, cuando nos sentimos solos, incluso en medio de compañeros, amigos, en la escuela o trabajo, ya no había. Quedó un vacío… que de lo intenso era doloroso constantemente.

¿Se percibe inmediatamente que reflejo tendría mi vida? ¡No! Porque en aquel momento de “emergencia”, fue necesarios que alguien tomase las “riendas”. Descubrí de la peor forma que el dolor de la traición era uno de los peores al que el ser humano está sujeto. Infelizmente, pasó dentro de mi propia casa: Te quita las fuerzas, destruye, encadena, aniquila las esperanzas de nuevamente volver a ser feliz… (Este lado de la historia, queda para después)

¡¿Era mejor continuar que sufrir silenciosamente, dentro de cuatro paredes, con una familia aparentemente unida?! Claro que no, pero el dolor del “engaño”, a veces, duele menos que el dolor del abandono, cuando no vemos otra elección posible.

Ahora, la elección era mía… Pero ¿basada en qué modelo, y en qué padrones?

Simultáneamente a esta situación, una tía – a quien aprecio mucho, hasta hoy – me presentó la Iglesia Universal. ¿Qué influencia tuvo esta invitación?

Lo sabrás, en el próximo artículo…

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