¿Cómo vencer la lucha interior?
- 15
- May
- 2013
Vamos a responder el pedido de una amiga internauta, que nos escribió, Laísa, de Ceará:
«Doña Vivi (…) me identifiqué con varias de sus historias y el ayuno me ayudó mucho.
Me gustaría que mencionase sobre las luchas interiores; ¿cómo vencer la guerra del interior? Ya leí varios mensajes aquí en su blog, pero nunca es demasiado…»
La lucha interior depende de cada una de nosotras, y de lo que priorizamos.
Para quien vive la fe, y oye acerca de la misma, tiene que tomar una decisión: Qué priorizamos nuestra voluntad, o la de Dios.
Cuando atravesamos luchas interiores, que se identifican por los sentimientos, por nuestras voluntades, por las dificultades, imprevistos, etc. Esto revelará lo que yo priorizo, o es el resultado de lo que prioricé.
«Hijo mío, si aceptas mis palabras, y escondes contigo mis mandamientos, para hacer atento a la sabiduría a tu oído, inclina tu corazón al entendimiento; porque si clamas por inteligencia, y por entendimiento alzas la voz, si buscas la sabiduría como a la plata, y como a tesoros escondidos la procuras, entonces entenderás el temor del SEÑOR, y descubrirás el conocimiento de Dios. Porque el SEÑOR da la sabiduría, y de su boca vienen la inteligencia y el entendimiento. Él reserva la verdadera sabiduría para los rectos; es escudo para los que caminan en la sinceridad, guarda las veredas del juicio, y conserva el camino de sus santos. Entonces discernirás justicia y juicio, equidad y todo buen sendero.» Prov. 2:1-9
Lo que me llama la atención, querida amiga, es que lo está en el inicio, en el primer versículo: «Hijo mío, si aceptas mis palabras…».
Tú ya has oído palabras de muchas personas: De tu familia, de tus padres, de tu jefe; de tu responsable espiritual, etc. Pero aquí hace referencia, a aceptar las palabras de Dios.
Observa que es una elección nuestra: Aceptar la Palabra de Dios, ignorar, o, en el interior, no concordar.
Muchas veces, oímos determinadas palabras, que ni siquiera debemos guardar, pero las «escondemos», haciéndonos mirar de forma errada; con «otros» ojos. Y esto nos perjudica. Aunque que alguien diga, sobre mí, una palabrota, o cualquier otra cosa, ¿cómo afectará esto en mi vida?
Siempre pensé de esta forma: si alguien me ofende, con cualquier acusación, sea esta cual fuera, si yo no la practico, no surtirá ningún efecto en mi.
Pero, si hablan acerca de algo con lo que te identificas, que te deja atribulada, te hace sentir acusada o tiene que ver con tu orgullo, normalmente, existe la tendencia de guardar aquella palabra, más tiempo de lo que la propia palabra de Dios. Y esto, incluso estando en la Iglesia, y oyendo predicaciones constantes.
Por eso Dios se refiere a la elección: «…si aceptas…»
Somos nosotros los que tenemos que aceptar, y «esconder», sus mandamientos. Significa, que nadie puede robarnos la fe; la Palabra de Dios que fue plantada en nuestro interior. Si «escondo», es porque valorizo y priorizo a Dios.
Hay dos tipos de personas que batallan la lucha interior:
La persona que se prioriza a sí misma:
– Lucha con todas sus fuerzas a su favor, de acuerdo con su punto de vista e ideas.
La persona que prioriza a Dios:
– Lucha en función de lo que está escrito en la Palabra de Dios. Valora lo que cree, y ¡lucha para se cumpla aquello que está escrito!
“…para hacer atento a la sabiduría a tu oído…”
Si yo «escondo» los mandamientos para estar atenta y alerta a la sabiduría – a servir a Dios de forma íntegra – tendré «oídos» para entender la voluntad de Dios.
Ciertamente, ya has oído a muchas personas hablando, predicando, haciendo discursos de lo que creen en la Biblia, etc. Pero, pocas, hacen mención de lo que oyeron, directamente de Dios.
Primeramente, debo aceptar, someterme, y entregarme a esa Palabra. Después, «esconderla», valorarla, y estar atenta, no de acuerdo con las circunstancias, sino con los oídos sensibles a Dios.
¿Y tú? Delante de los problemas, de las luchas interiores que estas viviendo; delante de las dificultades… ¿Qué oyes?
– ¿La voz de tu corazón?
– ¿El grito de tu necesidad, de tu orgullo, de tu auto suficiencia o perfección?
– ¿Oyes las palabras de Jesús?
Es interesante… ¡Yo nunca oí a Dios en medio de mis amistades, con muchas personas hablando al mismo tiempo!
¡Pero sí lo oí cuando estaba sola!
Algunas personas fueron usadas por Dios, para darme un «toque», pero, oír de la propia boca de Dios, directamente para mí, sólo cuando estaba sola.
Fue necesario atender a lo que está escrito, aceptar lo que Él me transmitió, guardar, vigilar mis actitudes y lo que sentía, para, entonces, tener oídos sensibles a Su voz.
Para oír a Dios, debo estar atenta a mi propia situación: Quién soy yo y como reacciono. No a lo que los otros hacen o piensan…
Para quien da prioridad a sí misma, la lucha se basa en lo que los demás piensan. Pero, quien da prioridad a Dios, estará analizando su propio ser.
Fue eso lo que Dios hizo por mi: Dio su propio Hijo, primogénito, para salvarme. Entonces, si, yo me valoro, ¡acepto Su sacrificio, y lo considero!
Doy prioridad a mi salvación, ¡y esto me mantiene ligada a Dios!
Después que oigo, de parte de Dios, Su voluntad, ahí sí, estaré apta para sustituir el sentimiento por la razón. Cuando me inclino para el entendimiento, tendré la dirección para tomar la decisión correcta.
«…si clamas por inteligencia, y por entendimiento alzas la voz…»
Quien clama, es porque está desesperado y se ve necesitado. Admite que apenas Dios tiene la respuesta.
Quien no clama, es porque esta desacreditado, al indagar, al preguntar, al llorar, en vez de clamar. ¿De qué sirve la creencia en Dios de esta forma? ¡De nada! Porque no usa las armas que tiene; el poder de hablar, clamar y exponer lo que está en su interior.
Alzar la voz, sólo lo hacemos, cuando luchamos por algo; en la indignación. ¡Cuando queremos imponer aquello que creemos!
Entonces, si alzo la voz a Dios, es por aquello que creo.
«… si buscas la sabiduría como a la plata y como a tesoros escondidos la procuras…»
Hay muchas personas que buscan la «plata», que significa la fama, la posición en la iglesia… Su orgullo atendido.
Pero, si buscamos las cosas de Dios; allí de lo Alto, como lo más valioso que tenemos, salvaremos, primeramente nuestra vida, y, después, la de los demás.
Un tesoro cualquiera está expuesto, o se ve en cualquier lado, y de cualquier manera. El «tesoro» tiene que ser buscado; «cazado». Y, así, sólo buscamos la sabiduría, si realmente tenemos ese objetivo. Ahí sí, entenderemos lo que es, verdaderamente, el temor del Señor.
Tal vez no entiendas lo que es el temor, porque no acepta las palabras de Él; no esconde Sus mandamientos, tu oído no está atento a la sabiduría; no clamas por inteligencia; no alzas la voz, o lo buscas como a tesoros escondidos. Así, nunca entenderá el temor de Dios. Oirá a las personas hablando, pero jamás lo entenderá.
Sólo lo percibes, quien vive, en la práctica, y da prioridad a Dios.
«… entonces, entenderás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios.»
No habrá más cuestiones: «¡¿Por qué Dios me permitió pasar por esto o aquello?!» Esto sólo revela que no ve; no entiende a Dios, ¡y no sabe cómo Él piensa!
«Porque el Señor da la sabiduría, y de su boca viene la inteligencia y el entendimiento.»
¿Quieres vencer tu lucha interior?
Entonces, ¿por qué no oyes al Sabio de los Sabios? ¡¿Y por qué no oyes la voz de Su boca?!
«Él reserva la verdadera sabiduría para los rectos; es escudo para los que caminan en la sinceridad…»
Hay los que hacen discursos, pero no tienen la verdadera sabiduría, porque, ésta, Dios apenas reserva para los rectos.
Si yo no me doy a conocer; si no expongo todo lo que está pendiente o escondido, entonces es porque resguardo mi voluntad; mi «plata», mi posición. Pero, si priorizo a Dios, soy transparente, y, con eso, encontraré la verdadera sabiduría.
Aún con todas las necesidades, Dios es escudo para los que caminan con sinceridad.
«… guarda las veredas del juicio y conserva el camino de sus santos…»
Voy a quedarme por aquí, para que pienses sobre tu propia vida, pues ella es extremadamente importante, para que la salves. Porque el alma, es donde residen los sentimientos y tus deseos y, por eso, puede ser salva o no.
Piensa, reflexiona, y haz tus comentarios. Escribe en el Blog.
Me quedo muy feliz con tu opinión, porque, realmente, te amo, no por palabras, pero porque, primeramente, ¡Alguien me amó!
Maria Alejandra Guevara
6 junio, 2013 a 1:2
Muy bueno e interesante este tema Señora Viviane, un análisis profundo en cuanto a mi vida interior, espiritual y mi manera de comportarme, así como la chica que escribió acerca de como vencer las luchas interiores, yo también he pasado por ello y es muy cierto cuando estamos a solas, leemos la palabra de Dios, El nos habla y nos orienta: Muchísimas gracias por sus consejos tan sencillos e interesantes Señora.
NARA - Tarija,Bolivia
5 junio, 2013 a 23:2
Sra. hoy me di cuenta que yo estube escuchando lo que yo queria y no asi lo que Dios me hablaba, por eso estoy como estoy.Ahora solo me queda mirar para adelante y escuchar la voz de Dios.
Diana
5 junio, 2013 a 16:2
buenas Sra. Viviane, cuando usted hablo de las prioridades me identifique mucho a veces escondemos o guardamos palabras de las personas dándole prioridad a ellas en ves de dar oído a la palabra de Dios ella es la única que debo guardar en mi corazón, cuando guardo practico y mi vida pasa hacer dependiente a la palabra de Dios y no de las opiniones de las personas sobre mi, sino que paso cada día ha analizarme siendo sincera delante de Dios. y cuando oigo (obedezco) la voluntad de Dios empiezo actuar con la razón, pues doy prioridad a ella y así venceré mi interior..!! muchas gracias que Dios la Bendiga Siempre
Madeleine J. G. C.
5 junio, 2013 a 3:2
Señora buenas noches, es muy cierto lo que menciona sobre priorizar a Dios, y buscar sabiduría.
Escuchar la voz de Dios nos alimenta, nos da fuerzas para continuar, en cualquier tipo de situaciones que uno esta pasando. Muchas veces cuando pasamos situaciones fuertes, que para cada uno es distinto, es allí donde debemos estar mas atentos a la voz de Dios y no a nuestra voluntad.
Erica Oviedo Altamirano - Garín, Bs. As.
4 junio, 2013 a 23:2
Vencemos una lucha interior cuando vencemos nuestros sentimientos y oímos la Voz de Dios.
En esos momentos de luchas, tenemos 2 opciones: dejarnos llevar por el corazón, por los sentimientos; o usar la fe, reaccionar, no permitirnos estar en esa situación y aprovechar para oír la Voz de Dios.
El resultado dependerá de la decisión que tomemos.
Katy
4 junio, 2013 a 2:2
Buenas Noches Sra. Muchas Gracias por lo que escribió y me hace reflexionar, la verdad que me ayuda mucho cada vez que entro a su blog ..Un abrazo enorme y Bendiciones que Dios la bendiga aun mucho mas.