Cómo actúa aquel que cree

Hola a todos. Es un placer estar aquí con vosotros, a través del Blog, para ayudaros a tener una meta, un objetivo de vida.

Porque cuando no tenemos objetivo, nos quedamos desmotivadas, sin fuerza, sin disposición y energía… y aunque estés muy cansada, por tu objetivo, encuentras fuerzas para concluir lo que pretendes alcanzar.

“Jesús oyó decir que lo habían echado fuera, y hallándolo, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo del Hombre? El respondió y dijo: ¿Y quién es, Señor, para que yo crea en El? Jesús le dijo: Pues tú le has visto, y el que está hablando contigo, ése es.El entonces dijo: Creo, Señor. Y le adoró.” (Juan 9:35-38)

Cuando existe creencia, hay actitud. Muchas personas dicen creer en Dios, pero son “amigos” del mundo; viven con un “pie” en el mundo y otro en la Iglesia. Cuando esta con los endemoniados o con las personas incrédulas, actúa como ellos, cuando está en la Iglesia, se acuerda de Dios. No hay ninguna creencia materializada en su vida. Va apenas para presentar sus votos o cumplir con su papel religioso, pero no lo asumes en casa, en el trabajo, entre los familiares.

Cuando la persona asume la fe en Jesús no siempre es bien vista o bienvenida, porque altera su comportamiento.
Obviamente que las personas incrédulas se sienten mal, porque la propia conciencia las acusa. Entonces, de una u otra forma, ignoran o confrontan el servicio a Dios, por la incomodidad que esto les provoca.

Igual que Jesús oyó que el ciego había sido expulsado, Él ve cuando tú eres expulsado de entre tus amigos por causa de tu fe: “expulsado” del seno familiar…

“Jesús oyó decir que lo habían echado fuera, y hallándolo, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo del Hombre? El respondió y dijo: ¿Y quién es, Señor, para que yo crea en El? Jesús le dijo: Pues tú le has visto, y el que está hablando contigo, ése es.El entonces dijo: Creo, Señor. Y le adoró.”

Aquel hombre mostró que tenía un objetivo: ¡Creer! Seguir lo que el Señor Jesús tenía que decirle. ¡Lo que Él afirmase, él obedecería! Era flexible, y así es la persona cuando está dispuesta a servir a Dios.

No existe el “mi forma, o a mi manera…” como muchas personas insisten en hacer. Y cuando creen a su manera, no obtienen los resultados que pretenden, de la fe cristiana.

Entonces, te pregunto: ¿Has asumido la fe que profesas, o apenas lo has hecho delante de los que sabes que concuerdan contigo? ¿Te has asumido delante de aquellos que se sienten condenados con tu comportamiento ejemplar y valioso? ¿Un comportamiento que transmite vida?

¡Aquel hombre creyó en el Señor Jesús y Lo adoró! 

Cuando existe creencia de nuestra parte, naturalmente obedecemos y adoramos a Dios. ¿Por qué? ¿En virtud de la religión? ¡No! Es el resultado de la gratitud, del reconocimiento por lo que ÉL hizo en nuestra vida, porque Él no miró a nuestro pasado o fallos, sino que nos dio oportunidades, amándonos como nadie jamás lo hizo.

Entonces, es natural que exista obediencia, acompañada de adoración. Y no sólo en la Iglesia, sino en espíritu y en verdad, en el pensamiento, constantemente.

La personas ingrata tiene comportamientos inapropiados, pero cuando eres grata, muestras comportamientos diferentes de otras personas. Eres humilde, tienes una gracia que muchos no tienen.

Me gustaría que tú, internauta, evalúes tu conducta, fe, creencia, lo que ha pasado contigo en relación a los incrédulos. ¿Cómo actúas?

Participa con tu comentario.

Hasta el viernes, nuevamente aquí, en el Blog.